"Ella solo existió en sus sueños más profundo, donde su mente no lograba alcanzarla y transformarla en otro ser. Él, él es el poema que el poeta nunca escribió en vida, porqué lo escondía de aquellas personas que pudieran arrancarle su esencia ha...
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Verlo ahí, justo frente a él, fue toda una sorpresa, tanto para el general como para el príncipe que supo disimular muy bien el asombro y mantener la seriedad con la que se presentó. El mensajero sin darse cuenta de esto se coloca frente a Xihual y lee el comunicado de la emperatriz.
—Querido príncipe. Tu padre ha muerto y es tu tío quien ha suplantado tu puesto, eso sin contar el poder y el mandato de la dinastía. Tu gente te necesita de vuelta, al igual que yo te necesito. Ven pronto, antes que se haga más tarde y no haya marcha atrás. Si no vienes, pasará algo tan lamentable que la misma historia no olvidará.
Una vez dicho esto el mensajero hace la reverencia que pide el protocolo para subir al caballo esperando a sus escoltas para marcharse. Los soldados que se mantiene frente al príncipe lo observan con extrañes, por suerte, para la comodidad de Xihual, esto no dura mucho tiempo; los tres hombres armados le dan las espaldas para retirarse, exceptuando Pen, el mayor de los tres, que se retiró mirando de manera inquietante a su majestad.
El príncipe ni se inmuta en lo más mínimo y observa como el mensajero y los soldados se montan a los caballos y se van con pasos apresurados del lugar. Xihual pierde de vista a los cuatro jinetes y entra al pequeño templo con cuidado de no dejar ningún rastro de que ha estado por ahí. Borrando las huellas de sus zapatillas, abre las puertas del lugar para entrar sin dejar señal de que salió. Cerrando las enormes puertas detrás de él, se da cuenta de cómo cada una de las personas con las que viven ha estado pendiente de todo lo que ha pasado al estar asomado desde el gran techo del templo. Esto hace que entienda el porqué de esto, cuando entra de una vez al lugar con una sonrisa en el rostro estando completamente confundido.
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—Bien, por lo menos sabemos que el príncipe sigue vivo—dice el más adulto de los soldados.
—Sí, pero no logramos que el príncipe viniese con nosotros—replica el más bajo de los tres.
— ¿Y?
—Que la emperatriz nos pidió que si conseguíamos al príncipe, lo lleváramos con nosotros. Ella repetía una y otra vez que tenía la necesidad de verlo.
Los tres soldados que están encima de sus caballos andando detrás del mensajero murmuran en voz baja para que el hombre encargado de dar los mensaje no escuchara como estos maldicen todo lo que ven por olvidarse de la "verdadera" misión por la que fueron enviado ellos tres.
—Si decimos que no conseguimos al príncipe... —dice el principal de los soldados con una breve pausa— ¿Qué es lo peor que podría pasar?
El más pequeño de los soldados se mete entre sus dos superiores señalando que el mensaje está escuchando todo lo que están hablando. Los solados que van detrás del hombre del ornamentos rojos están en total silencio. Pensando que es lo peor que les puede ocurrir si el mensajero de la emperatriz le cuenta lo que han comentado el de rango mayor habla.
— ¿Y? ¿Qué pasa, Shao? No importa si está escuchando, si después de todo cuando lleguemos al palacio no tendremos ningún tipo de testigo, te doy mi palabra.
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