02 - Shot me Twice 1 -

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Deslizó los dedos por el sucio pomo y abrió la puerta lentamente en silencio. La pobre luz a penas iluminaba decentemente el baño, pero al pasar de la casi oscuridad total del cuarto en el que habían estado a esa luz, era como quedarse ciego. Entrecerró un poco los ojos para intentar hacer más nítida la imagen y una figura encorvada apoyada en el lavamanos llamo su atención.

Kisaki se mordía el antebrazo gimiendo de una forma a penas audible, que se mezclaba con el sonido del agua.

–¿Qué haces? –abrió la puerta del golpe haciendo que el rubio diese un respingo.

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Dio un paso hacia atrás golpeándose el talón con el inodoro.

–¿Qué cojones haces tú? –arqueó las cejas intentando cuadrar qué estaba pasando en su mente.

Hanma, por su parte, se limitó a señalar la nariz ensangrentada arrugando las cejas en una expresión un tanto incrédula.

–¿Es broma, no? Me estoy desangrando porque a alguien se le fue de las manos –se burló divertido enfatizando la palabra.

Sin mediar palabra, se metió en el baño haciendo retroceder a Kisaki, bastante molesto. Se sentó en el váter y cogió un trozo de papel higiénico, intentando no excederse. Cogió el improvisado pañuelo y se lo llevó a la nariz toqueteando la sangre para absorberla.

–Tranquilo, tú haz como si no estuviese –apoyó el antebrazo izquierdo en la rodilla echándose hacia delante para que la sangre cayese–. Puedes seguir pajeándote –presionó su nariz mirando al suelo.

Kisaki chasqueó la lengua evidentemente molesto por las palabras de Hanma.

–Por algo te dije que aprendieses a follar –bajó a la altura del moreno para poder encararle, ajustándose las gafas con el anular.

Echó la espalda hacia atrás para alejarse de la cara del rubio, el cual juraría que le estaba apuñalando mentalmente, en un falso y dramático gesto de ofensa.

–¿Sabes? –se retiró el papel de la nariz verificando que no seguía sangrando– dudo mucho que lo hicieses mejor que yo.

Ante su odiosa mirada, Hanma solo pudo esbozar una burlona sonrisa intentando no reír. Era muy fácil burlarse de él.

–A no ser, claro está –le puso los dedos manchados de sangre todavía húmeda en el abdomen– que me hagas el placer de intentarlo –deslizó la mano hacia abajo, dejándole un pequeño lametón en el lado contrario.

El rubio le tendió la mano, mirándole desde arriba dejando la barbilla bien alta. No era solo un gesto de creerse superior. Era un gesto de desprecio.

Hanma se rió suavemente apartándole la mano divertido.

– ¿Y esas formalidades de pronto Kisaki? –se levantó pegándose a su cuerpo mientras le acariciaba los labios con el pulgar. – ¿Soy a caso tu querida Hina? –El rubio le mordió fuertemente.

–No me toques los huevos, Hanma.

En el fondo sabía que solo quería molestarle, aun así, el hecho que se atreviese siquiera a nombrarla le enfadaba enormemente.

El moreno se sobó el dedo con la mano ante la brusca mordida. Dejó caer el peso hacia delante, arrinconando a Kisaki entre su cuerpo y el lavabo.

–Te toqué algo más que los huevos y no te vi quejarte –le susurró cerca del oído.

El rubio suspiró hastiado.

–Lo dices como si lo disfrutara completamente –puso la mano en su pecho apartándole.

Confuso se apartó del rubio sujetando la mano que le había puesto cerca del corazón e hizo una mueca.

–Me duele que digas eso –sonrió. –¿A caso fue idea mía empezar esto?

Kisaki atrajo su cuerpo hacia él desde la cintura, poniéndole donde estaba antes. Imitó el gesto que había hecho antes Hanma y dejó caer su peso sobre él. Al ser más alto, se sentó sobre la piedra que sobraba del lavabo, apoyando la espalda en el espejo.

–Parece que aun no te has dado cuenta de nuestra situación –acercó la cara para quedarse a un palmo de su boca. Por su parte, el moreno no sabía si aquello debía darle miedo, pero no iba a negar que le excitaba enormemente tenerle tan cerca.

Emitió un pequeño gesto que el rubio no llegó a oír y entreabrió los labios mirándole a los ojos completamente drogado. Llevó las manos a las costillas de Kisaki y le clavó los dedos acercándole un poco más, quedándose a escasos centímetros.

Hanma le miró suplicante.

–Yo ordeno –dijo fríamente el rubio ignorando el estado alterado de quien tenía dominado –tú obedeces y ejecutas. Así funciona lo nuestro.

Las pupilas de Hanma se contrajeron al oír eso. Podía ordenarle perfectamente ser su putita, y lo haría. Eso había pasado.

–Y ahora– le puso ambas manos en los muslos, separándoselos –abre las piernas.

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Qué queréis que os diga. Creo que me he ganado un café.

Hanma to KisakiWhere stories live. Discover now