Todavía no me ha mirado ni una vez cuando veo a Gabriel levantarse del inodoro y tomar asiento de forma precaria en el borde de la tina.

- Estás borracho – Observa Nate con un sobresalto

- Tomé un poco de whiskey – Responde Gabriel con un encogimiento de hombros

- Pero tú no bebes – Indica Nate, mirándolo como si hubiera confesado un pecado

- Si, deberías probarlo alguna vez – Menciona Gabriel de forma ausente

- ¿Ella te hizo daño? – Le pregunta Nate, hablando en lo que debe pensar que es una voz baja, aunque lo escucho perfectamente desde donde estoy

- No – Responde Gabriel escuetamente

- Deja de mentirme. Me quedaré en esta jodida bañera gritando toda la noche a menos que alguno de ustedes sea honesto – Replica Nate, y su hermano solo suspira con derrota

- Está bien, sí. Como que la besé y fue un movimiento estúpido de mi parte, porque yo quiero más y ella no lo quiere, porque hace 3 años le hice muchísimo daño y no confía en mí, o en ningún hombre, para el caso. Y está bien. Me ha tomado lo mío entenderlo, pero lo estoy haciendo

- ¿Qué estás entendiendo? – Pregunto por fin. Gabriel cierra los ojos, como si el sonido de mi voz le doliera

- Que lo eché a perder – Dice simplemente, todavía sin mirarme - ¿Es eso lo suficientemente bueno para ti o necesito despellejarme un poco más? – Le pregunta a Nate.

Sin embargo, su hermano no lo está mirando.

Los ojos de Nate están fijos en mí, que sigo de pie justo en el sitio en el que Josh me dejó cuando me trajo de la cocina, todavía sosteniendo un paquete de papas fritas sin destapar y observando toda la interacción sin darle sentido a nada. Por primera vez desde que lo conozco, veo a Nate darme una mirada de reproche, pero la aparta rápidamente antes de ponerse de pie de manera tambaleante.

- Ayúdame a salir de aquí. Quiero dormir – Es lo único que le dice a Gabriel

Todo lo que logro es hacerme a un lado para no estorbar mientras el mayor de los Atlas ayuda a su hermano pequeño a salir de la bañera y luego rodea su cintura para estabilizarlo y sacarlo por la puerta. Ninguno de los dos vuelve a mirarme mientras salen del baño, pero escucho sus voces susurrantes todo el camino hasta las escaleras.

Medio en shock, me muevo en piloto automático hasta la sala, donde me desplomo en un sillón y me quedo ahí por no sé cuánto tiempo, mirando al vacío y pensando tantas cosas que nada termina de asentarse. No estoy segura de cuánto tiempo llevo en eso, pero me espabilo por fin cuando veo a Gabriel bajar las escaleras.

- ¿Estás bien? – Me pregunta, deteniéndose en la última escalera. Hay todo un pasillo entre nosotros y el ruido de la fiesta se filtra hasta aquí, pero de alguna manera su voz resuena hasta en mis huesos

- Creo que sí – Respondo entre dientes

- Son más de las 3 y bebiste bastante, tal vez deberías irte a dormir también – Dice tranquilamente, cruzando sus tobillos de manera casual y recargándose en el pasamanos de madera de la escalera

- Yo no...no... - Balbuceo estúpidamente. Su boca se tuerce en algo que es casi una sonrisa, pero no del todo

- Eres una borracha divertida – Observa

- ¿Vas a volver a la fiesta? – Logro preguntar, aunque no tiene mucha relación con el resto de nuestra charla

- Tal vez un rato

Dos cartas de amorWhere stories live. Discover now