Y llegaste tú © [Saga Tú: Libro 1] (Pronto En Papel)

Capítulo 4

~León~

El fin de semana fue un asco. Me lo pasé ordenando el maldito sótano y tratando de evitar a toda costa a la enana demoníaca.

Es un alivio que mi señor padre anda como quinceañero con su actual novia y, por tal razón, no se percató de mi ausencia en la "familia" como ahora lo llama.

Anoche me quedé hasta la madrugada meditando mi situación y llegué a tres conclusiones.

La primera es ahorrar todo el dinero que pueda mientras encuentro un empleo decente.

La segunda es buscar más opciones para mis estudios universitarios. Debo tener un plan B en caso de que no me otorguen la beca.

La tercera, pero no menos importante, es poner al tanto a mi papá del demonio que tenemos en casa y sus planes para destruir su actual relación.

—Señor Santiago, ¿puede decirme de qué trata la clase de hoy?

La voz grave de la profesora me saca de mis pensamientos.

Mis ojos se posan sobre ella, luce furiosa y a la expectativa de lo que diré o haré. Observo a mi alrededor, todos mis compañeros tienen su atención puesta en mí y a la espera de que diga cualquier pendejada.

—Hablaba de los parámetros a seguir de estos últimos días —digo como si fuera un robot al leer las cosas que escribió en una de las pizarras.

Asiente, no muy convencida de mi respuesta, para luego continuar con su charla. Suspiro, eso estuvo cerca.

—León —susurra Marcos mientras da golpecitos a mi espalda de manera "sutil"—, recuerda que hoy empiezas en la tienda de mi madre.

—Lo sé, gracias —respondo bajito para no llamar la atención de los demás.

—Tengo que contarte algo, creo que tengo novia. —Mis ojos se abren en sorpresa al escuchar sus palabras.

Quiero reírme, pero me contengo porque no puedo darme el lujo de otro regaño. Marcos tiene problemas con las mujeres, y no hablo de que no les guste o no pueda hablar con ellas.

Es un tóxico, de esos que quieren controlar hasta lo que se come su novia. Esto lo ha llevado a tener una lista larga de chicas que lo terminan de inmediato. Su última relación duró un mes y ha sido su mayor logro.

—No empieces...

—Señor Santiago, ¿algo que quiera compartir? —interrumpe la profesora—. Le recuerdo que aún seguimos en el aula.

Asiento, molesto y avergonzado. Odio cuando me llaman la atención. Me acomodo en el asiento y, con mucho disimulo, le saco el dedo medio al idiota de mi amigo.

Las horas pasan excesivamente lentas entre clase y clase, que no son más que repasos y charlas sobre qué nos depara el futuro.

Si soy sincero, no tengo idea de qué quiero o voy a hacer con mi vida. No es algo que me he planteado tampoco, solo tengo claro que quiero estudiar Medicina veterinaria. Amo a los animales, así que aportar un granito de arena para salvarles la vida es mi gran pasión.