Era una respuesta neutral, porque le gustaba las personas y al mismo tiempo las detestaba, teniendo excepciones claro.

—Prefiero dejar eso con puntos suspensivos.

—¡Taehyung! —Jimin de verdad que estaba intrigado en la verdadera respuesta—. Yo soy homosexual, o sea, me gustan los chicos.

—Sé lo que significa la palabra, tranquilo —pasaron unos largos segundos hasta que el menor dirigió su mirada a este, mirándolo fijamente intentando hacerle entender lo que pensaba—

—¿Por qué me miras así...? No espera, ya sé lo que estás pensando —atinando al pensamiento del peliazul, negó—. Me gustan los chicos como si fueran malos pero no agresivos, cariñosos y atentos, aunque no de típica película cliché romántica que dan ganas de vómitar.

—¿Con tatuajes?

—Sí, con tatuajes.

Nuevamente ambos se quedaron mirando por un buen rato. Eran como un hilo rojo, pero de amistad. Como si estuvieran destinados para ser amigos quienes se leían la mente sin hablar.

Jimin pasó sus manos por el rostro aún pensando en lo que había dicho.

—Sueno como si lo extrañara. Lo hago pero sé que debo dejarlo ir. Aún no se ha ido de mi lado, somos amigos...

—¿Puedo preguntarte algo? —el mayor asintió—. ¿Cómo reaccionarias si tu amigo y tu ex estuvieran en una relación?

Justo como Tae lo pensaba, Jimin le tomó un poco de tiempo en pensar cómo responder sin parecer alguien que ya no le importaba. Que bueno, no le importaba si estaba en otra relación, debía aceptarlo porque ya no tiene ningún lazo amoroso con él.

—No puedo hacer nada al respecto, y menos cuando ambas partes, es decir, mi ex y yo, hicimos las paces y ahora somos amigos. Lo que me toca como amigo de ambos, es darles mi bendición para que su relación no acabe como la que yo alguna vez tuve —sonrió. Parecía más una sonrisa llena de pena que una para demostrar que todo estaba bien—. Fui muy tóxico antes, Tae. Si alguna vez tienes una pareja, no acabes siendo como yo lo fui. Sé respetuoso, no seas manipulador ni celoso. Sigue siendo tal y como eres, si vas a cambiar, cambia para bien.

Jimin era ese aquel amigo que Tae nunca tuvo, que le daba consejos de experiencias pasadas y le aconsejaba para que no siguiera sus propios pasos. Era muy agradable conversar así con él. Ambos se conocían, describían cosas que antes no podían admitir, y que aún así, del uno al otro sabían como tratarse.

—¿Cómo puedo saber que me gusta alguien? —comentó casi con un pequeño susurro—

—Es difícil poder contestar eso, porque incluso yo no sabría como decirlo. Supongo que... Tu corazón late muy rápido cuando estás con esa persona y te sientes nervioso. Al igual que te agrada pasar tiempo con él o ella y quedan con frecuencia, incluso si no lo han programado. Suena muy típico, lo sé, pero así me sentía yo, con ansias de poder ver esa persona.

La puerta de la cafetería fue abierta y de ahí entró un Jungkook vestido de negro, con un crop top de igual color, una chaqueta por encima y unos pantalones pegados en sus piernas, no podía faltar aquellas botas de plataforma alta que ya eran normales en él. Se dirigió hacia el par de amigos y se sentó al lado de Tae.

Empezaba a llegarles ideas tremendas al peliazul, tanto así que no podía evitar comenzar a dibujar para que aquellas ideas no se fueran. No eran todos los días que veías a Jeon Jungkook con un crop top, que en la era actual, no era muy aceptado por el simple hecho de que "es ropa de mujer."

—Vaya, vaya, ¿estás probando nuevos estilos? Me gusta —Jimin soltó un silvido—. Tienes mucho material nuevo hoy, Tae.

—Tenía ropa sin usar en el armario, me aburría estar con lo mismo siempre. ¿Entonces? ¿Qué haremos hoy, Taehyungie?

El menor instantáneamente pisó su bota para que no hablara de más. Era un apodo que únicamente su familia lo usaba para él, y que últimamente Jungkook lo había utilizado para llamarlo. Taehyung lo aceptaba porque ya existía esa línea de confianza, así que, ¿por qué no aceptar ese apodo hacia él?

Jimin notaba aquella química entre ellos. Química que nunca existió cuando Jimin estaba con Jungkook. Pero aún con toda y la situación, estaba feliz:

Estaba feliz porque creía que finalmente Jungkook había encontrado aquella pieza final y esencial de su rompe cabezas.

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