—¿Qué harán? —dijeron Tonks y Fleur juntas.

—El cuerpo de Ojoloco, —aclaro mi padrino—. Tenemos que recuperarlo.

—¿No puede...? —empezó la Señora Weasley con una mirada invitadora hacia Bill.

—¿Esperar? —dijo Bill—. No a menos que prefieras que los mortifagos se lo lleven.

Nadie habló. Mi tio y Bill dijeron adiós y salieron.

El resto se dejó caer en sillas, Harry y yo nos quedamos de pie, él me apretó un poco la mano haciéndome verlo. Por su cara, supe lo que quería hacer; irse ahora, no causar mas problemas, mas muerte, sus ojos verdes estaban oscurecidos. Vi a Hermione y a Ron, hablandoles en sus mentes.

"Se quiere ir ahora"

—Nosotros también tenemos que irnos—dijo Harry. Recordé lo que le hice prometer en el funeral de Dumbledore, que nunca me dejara, yo había estado en el cementerio en cuarto, lo que él hiciera yo lo apoyaría al igual que lo harían Ron y Hermione. Yo ya me había despedido de mis abuelos, no tenía ningún problema en irme ahora, pero todos quienes nos estaban mirando pensaban algo muy distinto.

—No seas tonto, Harry, —dijo la Señora Weasley—. ¿De qué estás hablando?

—No puedo quedarme aquí.— él respondió, note preocupada que se frotó la frente; recordé pasar un dedo sobre la cicatriz y el escalofrió que me dio—. Todos están en peligro mientras yo esté aquí. No quiero...

—¡No seas tan tonto! —siguió la Señora Weasley—. El objetivo de todo lo de esta noche era traerte aquí a salvo, y gracias a Dios funcionó. Y Fleur ha estado de acuerdo en casarse aquí en vez de en Francia, arreglaremos algo para que podamos quedarnos todos juntos y vigilarte...

Ella no lo entendía; estaba haciéndole sentir peor, no mejor.

—Si Voldemort averigua que estoy aquí...

—¿Pero por qué iba a hacerlo? —preguntó el Señor Weasley.

—Hay una docena de lugares en los que podrías estar ahora, Harry, —dijo el Señor Weasley—. No tiene forma de saber en que casa segura estás.

—¡No es por mí por quien estoy preocupado! —dijo Harry.

—Eso lo sabemos, —dijo el Señor Weasley tranquilamente—, pero haría que nuestros esfuerzos de esta noche parecieran bastante inútiles si te marcharas ahora.

—Tú no vas a ninguna parte. Ninguno de los dos—gruñó Hagrid viéndome ahora a mi—. Caray, Harry, ¿después de todo lo que hemos pasado para traerte aquí?

—¿Si, qué hay de mi oreja sangrante? —dijo George, incorporándose en los cojines

—Lo sé...

—Ojoloco no querría...

—¡LO SÉ! —gritó Harry a pleno pulmón.

Envolví mis manos alrededor de su brazo, sus músculos dejando de tensarse, todo lo que estaban diciendo los otros lo hacía peor, Harry no quería que sufrieran mas, no quería que tuvieran que seguir protegiéndolo, él no quería ser protegido, quería protegerlos. 

—No grites— le dije con suavidad, ya acostumbrada a sus irracional ira a veces, pero ahora estaba justificada. Ojoloco acababa de morir y él se sentía culpable. Chasqueé los dedos murmurando un hechizo de Morgana y la botella fue volando hacia mi, todos me vieron sorprendidos.

—¡Laila...

—Relájense, es magia de Morgana, antes de que el ministerio existiera, no me pueden rastrear— me serví mas en mi vaso a la vez que se hizo un largo y torpe silencio, que fue roto al fin por la Señora Weasley.

Laila Scamander Y Las Reliquias De La MuerteWhere stories live. Discover now