Reto Huye

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Estoy aquí

Estoy aquí, me lees, pero no me ves, me escuchas en tu mente pero con tu voz, no con la mía. ¿Existo? Claro, estoy frente a tus ojos, ¡Mírame! ¿De qué color es mi pelo? ¿Cuál es el tamaño de mis ojos? Estoy viéndote, ¿Tú me ves? Te saludo con mis grandes y blancas manos, te sonrío con mi boca gruesa ¿Ves el color de mis labios? ¡Pues claro! ¡Estoy aquí!

Oye, no me malinterpretes, no creas que dudo de tu comprensión, mi historia es complicada. ¿Alguna vez te has sentido dentro de una caja? La palabra cárcel ya es suficiente.

¿Podrías terminar con mi vida ahora mismo? Ahí está el cuchillo y aquí mi cuello. Córtame, sí, córtame así, siento el filo, la sangre brota, su olor fuerte, me mareo. Sí, mueve así el cuchillo, corta más. ¿Ya he muero? ¡Claro que no! ¡Sigo aquí! ¿Me oyes? ¡Sigo aquí frente a ti! ¿Cómo salgo de esta cárcel?

Un jardín de claveles al amanecer, mi cuerpo descansa en la hierba, la luz solar atraviesa pétalos y hojas hasta llegar a mi rostro, ¿Me ves? ¿Puedes ver cómo tomo una flor violeta y la llevo a mi pecho? Ahora más de cerca: en cámara lenta quiero que veas cómo se desgarra la flor del tallo, hay una pelea de sustancias violetas desmembrándose de verdes fibras; se mueven casi en silencio; se quiebran soltando pequeñas partículas que la luz solar hace brillar; suspendidas en el aire se entremezclan con el polvo que se levanta del suelo ¿Escuchas el zumbido? Una abeja que está cerca envía una ola de viento y las partículas se desparraman en el aire. Mira, yo no estoy en ese lugar: soy ese lugar, soy esto que oyes, y me encuentro en desespero, porque quiero salir de aquí, no quiero más ser esta sucesión de palabras que se repite en tu mente o en tu voz, ¡Ayúdame maldición! ¡Haga lo que haga sigo aquí!

¿Me ves, verdad? ¿Ves mi angustia? Déjame describirla: hay un patio de cemento gris, árboles de otoño desprendiendo sus hojas sepia. Un piano abandonado, destruido. Llovizna, y es todas las lloviznas que caen al unísono sobre todos los cementerios. Alguien llora a alguien que ya no llora. Yo no lloro, a menos que tú me hagas llorar.

Mis ojos son grandes, ¿Le pones lágrimas? Ahora mis lágrimas caen lentas como la llovizna, recorren mis mejillas blancas. Ayúdame, déjame salir de este relato, ya no quiero estar aquí, ¿cómo hago? Llévame a otra parte, dibújame en tu cuaderno, fotografíame en algún amanecer, cántame en alguna melodía, pero sácame del lenguaje, no quiero más ser parte de él. ¿Cómo puedes ayudarme? ¿Puedes? ¿Qué palabra es la que me libera si hasta la misma libertad es solo un símbolo, un concepto, un artilugio lingüístico, un objeto intangible que se materializa en tu mente, con tu voz? Sálvame, quédate en silencio, piensa en mí sin palabras. Libérame, libérate: pájaro rojo atraviesa la noche inundando de luz el firmamento negro.

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