Capítulo 10.

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Me voy de vacaciones y cuando vuelvo veo que la historia tiene cerca de 4K visualizaciones en Wattpad.

De verdad estoy que no me lo creo. ¡Muchísimas gracias!

Sé que he estado desaparecida por aquí y que soy terrible para actualizar, pero intento sacar un poquito de tiempo para escribir en mis ratos libres.  

No es un capítulo muy largo, pero aquí descubriremos una cosita que hacía tiempo que quería desvelaros :)

Así que nada, espero que lo disfrutéis. Gracias de nuevo por todos los votos y sobre todo por los comentarios, me hace muy feliz leeros.

Un besito y hasta la próxima. 


***

Draco no podía concentrarse en la reunión que se estaba desarrollando ante sus ojos. A pesar de que tenía los ojos fijos en el ministro, y en los consejeros que en ese mismo momento debatían una forma sencilla y eficaz de abordar el problema, él tenía todos sus sentidos puesto en la mujer que tenía al lado.

Desde aquella distancia podía oler su perfume floral y, que Merlín le perdonara, Draco no pudo evitar mirarla por el rabillo del ojo.

Hermione estaba sentada con la espalda muy recta y los ojos fijos en el pergamino donde estaba apuntando sus notas. Incluso desde aquella distancia era capaz de notar la evidente tensión que recorría su cuerpo y en como apretaba sus dedos con fuerza en torno a su elegante pluma. Despacio, Draco paseó sus ojos una vez más por su figura y se le secó la boca cuando observó el sencillo vestido colo crema que llevaba ese día. Tenía el pelo suelo y rizado sobre uno de sus hombros, dejando expuesta la curva de su cuello.

No pudo evitar removerse en el asiento cuando la imagen de Hermione tumbada en la encimera de su cocina esa misma mañana lo golpeó con la fuerza de un huracán.

¿Había dicho ya que estaba muy pero que muy jodido?

Carraspeó, intentando tomar el control sobre sus pensamientos y el gesto pareció llamar su atención, puesto que Hermione levantó los ojos del pergamino para fijarlos directamente en él. Draco le sostuvo la mirada en un duelo silencioso y lo que vio lo dejó completamente descolocado.

Era sorpresa, sí. Y algo candente e intenso. Tal vez fuera odio, pero a la misma vez sentía que era más.... Algo que se parecía mucho al deseo.

Hermione pasó la lengua por el labio inferior sin despegar sus ojos de los suyos. La observó pestañear con fingida inocencia antes de volver a centrar su atención en el pergamino que había sobre la mesa.

Antes de que Draco perdiera por completo la compostura, Kingsley Shackelbolt dio una palmada de satisfacción al aire. El hombre apenas los miró cuando se levantó de su asiento situado a la cabecera, finalizando así la reunión, mientras sus consejeros imitaban cada uno de sus pasos.

—Bien, muchachos. Espero que todo este asunto quede solucionado cuanto antes y que ambos Departamentos puedan cooperar en armonía— dijo Kingsley y se inclinó sobre la mesa para coger una de las tantas carpetas que adornaban la superficie de madera. Lo deslizó con un gesto elegante hasta que el informe fue a parar justo delante de Draco—. Ahí tenéis todos la información que os hará falta para vuestra reunión con el cónsul de Rumanía.

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