— ¿Que sucede? ¿estas bien? — me quedé mirándola fijamente, tratando de revisar si tenía alguna herida, hasta que me fijé en sus manos, traía una bola peluda en ellas, fruncí el ceño.

— Estoy perfectamente, pero él no, mira — me dijo mostrándome la cosa en sus manos, era un pequeño gato. — parece estar herido, y es muy chico para dejarlo, ¿puedo llevarlo? — me miraba con una cara de súplica.

— ¡No! —

— Oh vamos Alexander, no puedo dejarlo — me miro suplicante — Lo mantendré en mi habitación, ni siquiera lo verás —

— ¡No!, no quiero ningún animal en casa —

— Pero Alexander, es muy chiquitito, morirá si lo dejo solo — trataba de convencerme, y Edward a un lado se burlaba de la situación, ya me estaba cansando de esto.

— ¡NO! — grité, vi su cara de miedo, una levantar la mirada vi varias personas mirándome curiosas, entre ellas Mathews, tenía que arreglar esto.

— ¡NO PUEDE SER! — grité de nuevo negando con la cabeza, — No podemos dejarlo solo, la gente es muy despiadada dejando un pobre gato abandonado — dije con la voz más alta que pude.

— No te preocupes amor, lo llevaremos a casa, será nuestro pequeño hijo — dije y vi la cara de aprobación de todos. Genial lo solucione, ahora pase de vivir sólo siendo un mujeriego codiciado a vivir con un desastre andante y un gato.

Nathalie sonrío enorme y me abrazo, — Gracias Alexander, lo llamaré Crêpe —
dijo sonriendo y mirando al pequeño peludo.

— Si tenías ganas de un postre pudiste ir a la mesa de bocadillos, y no a buscar gatos — le sonreí un poco tenso, esta situación me tenía fuera de mi zona de confort

— Quiero esa cosa lejos de mis muebles y aún más lejos de mi habitación — Edward seguía a un lado de nosotros aun riendo.

— No te preocupes, cuidare muy bien de Crêpe — sonrió, — no dejaré que se acerque a tus cosas —

— ¿Porque Crêpe? — pregunté dudoso.

— Porque eres francés, pensé que te agradaría — su analogía me hizo sonreír.

— No me gustan los animales Nathalie, aun así, conserva esa cosa hasta que este acuerdo termine, luego se irán los dos – le susurre bajo mientras veía la bola de pelos removerse en sus brazos.

La tarde siguió en buen curso, en un momento Mathews se acercó a nosotros con su esposa y su hija y las presentó a nosotros. Rachel era una mujer de voz chillona pero agradable y su hija Elizabeth no estaba nada mal, las dos se encariñaron rápidamente con Nathalie incluso las escuche haciendo planes para ayudarla en nuestra boda.

— Me agrada que hagas tantas cosas para consentir a tu prometida, Nath es una buena chica — dijo Mathews, en qué momento tenía tanta confianza para llamarla Nath.

— Ya sabes, desde que está a mi lado vivo para hacerla feliz, ver su sonrisa es mi mayor satisfacción — le dije tratando de sonar lo más convincente posible, él asintió con aprobación.

— Me agrada este Alexander — me palmeo la espalda — el amor definitivamente nos cambia, mírame a mis treinta y cinco años de matrimonio y aún me siento tan enamorado de mi Rachel — le di una media sonrisa.

— Oh querida, cuando venga mi sobrina seguramente querrá unirse a nosotras para ayudarte con todos los arreglos de la boda — escuche decir a Rachel, Nathalie sólo sonreía.

En un momento vi a Rachel gritar y alejarse corriendo, al volver traía de la mano a un niño y al lado de ella la última persona que esperaba ver.

— Alexander, Nathalie, les presento a mi sobrina Layla y su pequeño hijo Matt — dijo sonriendo, me tense por completo. — Layla ellos son Alexander y Nathalie, muy pronto van a casarse —

La vi mirar a Nathalie con odio y me tensé más — Un gusto — estiró su mano hacia mí, pero no fui capaz de tomarla, en lugar de eso mis brazos rodearon a Nathalie, hizo una mueca y le estiró la mano a Nathalie, la vi dudosa en responder y aun así no lo hizo.

— También es un placer, lamentó no darte la mano, las tengo ocupadas con Crêpe y está algo sucio — se disculpó amablemente.

— Deberías dejar esa cosa donde la encontraste, debe tener alguna enfermedad – en eso concordaba con Layla, Nathalie la fulmino con la mirada antes de mirarme

— Con Alexander lo llevaremos al veterinario para descartar cualquier enfermedad, no debe preocuparse por ello —

— Señora Rachel, señoritas — dije de forma caballerosa. Nosotros nos retiramos por hoy, mi prometida está cansada y como ya escucharon vamos a llevar a este pequeño al veterinario para que lo revisen, con permiso — dije antes de tomar la cintura de Nathalie y salir lo más rápido posible de ahí.

¿Qué hacía esa mujer en este lugar?, ¿a qué había venido? ¿tenía alguna relación con lo sucedido con la empresa?

Muchas interrogantes pasaron por mi cabeza, pero lo más importante era que nuevos problemas estaban por venir. 

Sr. Le RouxOnde histórias criam vida. Descubra agora