— Quédate con ella — volví a deslizarla hacia ella, — puedes usarla para las cosas que falten acá en casa, ahora está será tu casa —. La tomó dudosa y la guardo.

Seguimos charlando de algunos gustos en común hasta que decidí darle el anillo, al igual que con la tarjeta, deslicé la cajita por la barra hasta ella.

— Tu anillo de compromiso, tienes que usarlo todo el tiempo y cuidarlo bien; se lo torpe que eres así que está asegurado — ella me fulminó con la mirada de la misma manera devolvió la caja hacia mí, esta vez fui yo quien le fulminó con la mirada.

— No era necesario, podía usar alguno que ya tuviera en casa — rodé los ojos.

— Mi prometida va a llevar el anillo que yo personalmente escogí — le dije regresándoselo.

Nuevamente lo deslizó hacia mi — ¿Puedes ponerlo por favor? Tal vez sea la única vez que me casé y así sea falso, quiero que al menos la experiencia se sienta real — me dijo con una media sonrisa triste.

Tome el anillo con cuidado y lo deslice por su dedo, sus manos delgadas me hicieron cuestionarme sus hábitos alimenticios, definitivamente haría que comiera más. Me quedé mirando el anillo en sus dedos y la realidad golpeó mi rostro con fuerza.

Me iba a casar, ella iba a ser mi esposa, mi mujer, la señora Le Roux, Nathalie Le Roux, tenía que admitir que el apellido le quedaba perfecto.

Carraspee al darme cuenta de a donde iban mis pensamientos.

— Nathalie, mañana tomate el día — ella me miro con ojos grandes.

— No puedo señor, yo —

—Alexander, dígame Alexander, o Alex, o amor. Debemos empezar a hacer esto más creíble y diciéndome señor no lo es — la interrumpí antes de que terminará de decir algo.

— Le estoy diciendo que se tome el día y eso hará — la mire — Mañana de encontrará con la esposa de Edward, Lexie, en el centro comercial central —
Ella me quería interrumpir, pero antes que dijera algo continúe — Vas a comprar un guardarropa completo, quiero todo nuevo para ti, gasta una cantidad exuberante de mi dinero en todo lo que quieras; ropa, zapatos joyas, todo para que luzcas más como mi prometida y menos como tu — me fulmino con la mirada

— ¿Así que quieres que sea una derrochadora? — pregunto de mala gana.

— La señora Lexie sabe del trato o ¿también debo fingir con ella? — me pregunto.

— Edward y Lexie son de total confianza, saben todo no te preocupes — sabía que ellos nunca me traicionarían, Edward estaba al tanto de mi venganza y me apoyaba desde su puesto en contabilidad.

— Bien —

— Muy bien Nathalie, ya es bastante tarde, tome sus cosas, la llevaré a casa — ella abrió los ojos sorprendida

— No es necesario Alexander — me dijo sonrojada y algo nerviosa, me agradó cono sonó mi nombre en su boca — Puedo tomar un transporte —

— ¿acaso va a refutar cada cosa que digo Siempre? — pregunto exasperado. Tantas negativas me ponían de mal humor.

— No, vamos — la vi suspirar y salir del apartamento, la seguí hasta el ascensor.

✶⊶⊷⊶⊷⊶⊷⊷❍⊶⊷⊶⊷⊷⊶⊷✶

Entre más conducía hacia su casa más enojado me sentía, cada vez nos alejábamos más de los barrios decentes de la ciudad, llegamos a un edificio que parecía estar por caerse.

— ¿Usted vive aquí? — mire a todos lados

— Si señor, no puedo alquilar un departamento completo, así que alquile una habitación a una de las huéspedes del edificio — me dijo mientras bajaba del auto.

La seguí hasta el lugar y entre sin que me invitará, no podía creer cono estaba viviendo, aquella habitación, aunque muy limpia no tenía nada. Había un pequeño sofá que asumo cumplía función de cama, un palo de escoba atravesado en la pared donde se encontraban algunas perchas con su ropa, una mesa y arriba una pequeña estufa eléctrica y una silla, en una esquina se encontraban unas 12 cajas medianas.

— Tiene algún problema del que deba saber — pregunté mirando todo a mi alrededor. — ¿es apostadora compulsiva? ¿consume drogas? —

— Nada de eso — ella negó moviendo su cabeza con mucha rapidez — tengo mis razones — fue lo único que dijo.

— Gracias por traerme — ella estaba loca si pensaba que la iba a dejar pasar más tiempo en ese lugar.

— ¿Qué es lo que tiene que llevar? —

— ¿Ah? Sólo las cajas de esa esquina y mi ropa — dijo señalando todo — no he desempacado ninguna caja así que será fácil llevarlas el domingo —

— Busque sus cosas, nos iremos de acá ahora mismo — le dije mientras levantaba cajas y las iba llevando hacia la salida, ella se quedó mirándome estática en su lugar

— ¿Qué espera? — alce la voz para que saliera del trance, ella busco una caja y empezó a guardar su ropa.

— Deje esa ropa, mañana ira a comprar un nuevo guardarropa, hoy puede dormir con algo mío –

— Necesito algo que ponerme mañana para salir –

— Lo arreglare con Lexie —

— Donde tiene la comida— pregunté en el tercer viaje que hacía, de todo lo que había llevado no hay vista nada de comer en su pequeña habitación.

— Solo es el pan y la mermelada de maní, no he ido a hacer las compras — supuse que era lo único que comía siempre, y vino a mi mente la vez que tiré su sándwich a la basura. Me había comportado como un desgraciado.

Hice dos viajes completos desde su casa hasta la mía, en el ultimo la veía deprimida en su lugar, su rostro estaba contrariado y podía notar sus ojos acuosos, sea lo que sea que ella estuviera sobrellevando debía ser muy grave para tenerla viviendo de ese modo, no había conocido a nadie que pudiera sobrevivir en sus condiciones, yo no podría pasar ni un solo día en viviendo en aquel lugar.

La detalle mejor en el interior del auto, tan delgada y vulnerable, ¿Cuál era la razón por la que vivía así? ¿Fue la misma que la llevo a aceptar mi trato?

Al llegar a casa lleve las cajas a la habitación que hacía de almacén y la lleve a ella a su habitación.

— Descansa, mañana cuando llegué de trabajar hablaremos — le dije mientras salía hacia mi habitación.

Tenía un sentimiento extraño en mí, después de esta noche todo de mi decía que debía proteger a esta mujer. Debía hacerlo y quería hacerlo.

Sr. Le RouxWhere stories live. Discover now