¡Magia, luz y color!
Que se levanten los corazones como supernovas.
Que nuestras almas desafíen la rebelión oscura.
Somos polvo de estrella viajando en la sangre,
partículas luminosas suspendidas entre los latidos.
Pintemos los relámpagos de la tormenta
con nubes estelares multicolor
y cielos arqueados por arcoíris suspendidos.
Cantemos bajo la luz del Sol.
Soñemos bajo la Luna,
mientras los céfiros celestes arrastran nuestras pesadillas fuera del sistema solar.
Vivamos entre las sombras suaves del amanecer,
para perdernos en el resplandor tornasol
de los astros que centellean la vida
con un aura mística y celestial.
Bendita sea cada estrella que titila
sobre mi mirada extraviada.
Porque aunque mi mundo se apague,
ellas seguirán brillando por mí
a través del tiempo.
A través de los siglos.
Quizá esté destinado a una vida breve,
sin conquistas ni gloria.
Pero si algo sé con certeza,
es que mis sueños galácticos
me llevarán a los rincones más lejanos de la Vía Láctea.
Hacia esas siete hermanas que me esperan
en la constelación de Tauro:
las Pléyades.
No son solo estrellas.
Son guardianas.
Faros que fulguran mis razones para vivir.
Allí me imagino, tratado como un rey por los pleyadianos.
Construyendo una nación luminosa,
un imperio de paz y luz.
Una civilización donde el corazón nunca se rompe.
Jamás olvidaré el impacto cósmico e interestelar
que marcó mi corta vida.
Lo admiro.
Lo amo.
Lo exalto.
Lo honro.
Porque gracias a él, entendí que
ninguna fuerza del universo podrá derribarme,
ni dispersarme como un cuásar roto.
Soy una estrella hipergigante.
Ardo en mi propio fuego.
Soy el universo...
y puedo manifestarlo.
Los planetas giran a mi alrededor.
Soy un pulsar a punto de estallar,
con un campo magnético de emociones indomables.
Polvo de estrella,
fusionado con partículas diamantinas y extragalácticas.
Ese polvo vive en mi corazón.
Y brilla con cada latido.
Con cada respiro.
La vida me ha unido entrañablemente a la Luna.
Cuando la contemplo,
un mar invisible se agita en mi interior.
Sus mareas emocionales me arrastran.
Me convierto en náufrago de mi propio océano.
Pero al mirar el cielo... no me pierdo.
Antes era un planeta errante.
Una roca solitaria a la deriva,
buscando la energía de alguna estrella
a la cual pertenecer.
Mientras los demás planetas bailaban en torno a sus soles,
yo flotaba.
Sin órbita.
Sin rumbo.
Y sin embargo, algo cambió.
Ahora tengo luz propia.
Mi alma brilla como Venus al amanecer.
Cada sonrisa que nace en mí
despierta nebulosas resplandecientes.
Y con ellas...
la esperanza de conquistar el universo entero.
El olvido me cuida.
La soledad me guarda.
Y las estrellas...
me llaman por mi nombre.
Sueño con una galaxia que aún no existe,
pero que ya late dentro de mí.
Y si un día dejo de brillar,
que sean las Pléyades
quienes custodien mi polvo de estrella.
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Un Viaje Sin Retorno (Edición Estelar)
Teen FictionA través de cielos estrellados que se expanden en el infinito, un viajero cruza millones de años luz en busca de respuestas perdidas en el tiempo. En los confines del universo, donde los agujeros negros devoran memorias y los viajes en el tiempo des...
