࣪ ˖ ଘ ꒷ ࣪ ˖ flawless ꩜ sungki ຊ adaptación

Capítulo uno. "¿Y cómo podría alguien rechazarte?"

(...)

«Eres lo que quería encontrar.
Y cualquiera que intentara negarte
tendría que estar loco.
Vine aquí con una carga,
y se siente mucho más ligera
desde que te conocí».

—Green Eyes: Coldplay.

(...)

A Park Sunghoon se le daban bien varias cosas: ser imprescindiblemente apático era una de ellas. Pero no recaía en su culpa, no, claro que no. Entendía a la perfección que mantenerse al margen de casi todo no le vendría nada mal a un chico de diecisiete años que apenas y comprendía cómo funcionaba el mundo. Observando el panorama desde su melancólica perspectiva, sabía de antemano que el hambre global nunca cesaría, que algun dia los osos pandas llegarían a extinguirse, y que los casquetes polares se derretirán incluso antes del año 2300.

Y sobre todo, y por mucho que le doliera admitirlo, sabía que probablemente jamás de los jamases se atrevería a mirar a Nishimura Riki directo a los ojos y decirle cuán precioso lucía cada vez que sonreía.

Sunghoon podía procurar callarse cuánto quisiera, pasar de largo en clases y olvidar que su vida era una completa mierda. Podía simplemente concentrarse en lo importante y alejar de su cabeza los pensamientos que se envolvieran en Niki y su inmaculada voz angelical, en el cabello oscuro y sedoso cayendo sobre su frente, o en su exquisito aroma a coco y jazmín que lo traía loco.

Los sueños de cristal de Sunghoon se desgarraban en sí mismos frecuentemente. Ilusionarse con omegas bonitos toma lugar en la larga lista de restricciones imperativas que todo alfa fracasado debe obedecer por compromiso leal a la causa. Están otras como: «No intentar retar a un alfa más fuerte que tú» o el típico: «No intentar atravesar un celo entero sin una buena porno», y situaciones así por el estilo.

En fin, Sunghoon estaba acostumbrado a lidiar con circunstancias desagradables la mayor parte del tiempo. Los idiomas extranjeros no eran su fuerte, inclusive su propia madre se lo había dicho, por lo que pretender no aburrirse en clase de Inglés mientras las horas corrían tan lentamente y sólo faltaban unos cuantos míseros segundos para que a campana del receso retumbara por todo el edificio era pedirle demasiado.

—Y entonces, muchachos, es necesario que cada uno de ustedes- —dice la maestra beta antes de ser interrumpida de golpe por el estruendoso sonido que procede de la campana. Justo a tiempo, piensa Sunghoon. Recoge sus cosas del escritorio y se precipita a salir hacia el pasillo principal de la escuela. A pesar de poseer una memoria defectuosa que le impide retener datos cronológicos como lo son las fechas de entrega de proyectos o los cumpleaños de seres queridos, no es lo suficientemente idiota como para olvidar la ubicación exacta de su taquilla, ni mucho menos la combinación de la que requiere para abrirla.

Camina a través del gigantesco universo que le penetra la conciencia minuto a minuto, contempla a los altas, omegas y betas que transitan en paralelo y no teme preguntarse a sí mismo si es que sobra o no en ese espacio, qué está haciendo allí verdaderamente, quizá algo importe después de todo. La concepción de una respuesta rápida es detenida al llegar al punto preciso en donde se halla su taquilla. Ingresa la combinación correcta en la perilla y la gira de un lado a otro hasta que se abra. Es entonces cuando escucha un eco persistente y melódico que le resulta tan familiar y complaciente a la misma vez, y percibe un delicioso olor que acorrala sus instintos más indómitos y lo obliga a inhalar una calada desmedida de aire en sus pulmones.