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El sofocante calor de verano había borrado por completo el recuerdo de las blancas y humeantes noches de invierno. De la misma manera que Kazutora ya no recordaba el aroma de su piel, ni la sensación de sus dedos enredándose en sus cabellos. Dos veranos después del último beso mañanero recibido, decidió que era tiempo de dejar de esperar. No regresará.

Juntó en una caja todas sus cosas y camino al trabajo la arrojó a la basura.


Kokonoi y Kakucho, preparaban unos tragos a unas chicas sentadas en la barra, que parecían festejar una despedida de soltera.

– Llegas tarde –mencionaba Kakucho mientras terminaba de decorar los tragos.

– Lo siento. Se me hizo tarde juntando sus cosas –respondió.

– Me alegro por ti, bro –dijo alcanzándole los tragos a las chicas con accesorios de gatitas. – ya era tiempo.

De a un momento a otro el lugar se había llenado. La barra central que ellos atendían era la que más demanda tenia y también que la poseía mejor panorama. Desde su lugar los cuerpos transpirados y suaves al movimiento de la música era la mayor atracción. Podría decirse que alimentaba la lujuria de todos los bartenders a excepción de Kazutora. Él tenía el corazón ocupado, o eso era lo que él creía.

– Por Kazutora y su nuevo comienzo –exclamaba Kokonoi, colocando 3 shoots de tequila frente a ellos.

– Vamos Kazu –animaba Kakucho pasándole uno de los shoots – Es tiempo de que sigas avanzando.

Kazutora lo tomaba dudoso, pero finalmente brindaba con sus compañeros. Sabía que lo único que recordaba era su nombre, todo lo demás era como una película vieja de la cual a penas recuerdas la trama y solo te quedas con la crítica final, sobre si te gustó o no.

Una hora más tarde cargaba su peso de sus codos sobre la barra, estaba exhausto. Solo quería fumar un cigarrillo unos minutos en paz.

– Disculpa –una voz del otro lado le habló –quiero un tequila sunrise.

El barman respondiósin levantar la vista –pídeselo a alguno de mis compañeros.

– Pero están ocupados –chilló – además no son tan sexys como tú.

Esto último provoco que Kazutora lo mirara de inmediato, un tanto sorprendido.

– Vaya, te sonrojaste –dijo divertido el individuo del otro lado del mostrador.

Los últimos años pasaron como el viento sobre cualquier objeto. Todos sabemos que está, pero nadie lo puede ver. Kazutora se sentía de esa manera -invisible- mismo echo que hizo que se aferrara a la ilusión que nadie más podría quererlo como esa persona que un día sin decir nada se marchó.

– Puedes fumar mientras me atiendes –dijo observando el cigarrillo sin encender en los dedos del barman.

– Supongo que puedo hacerlo.

Encendió el cigarro bajo la atenta mirada del sujeto de grandes ojos celestes. Su mirada sensual lo hacía sentirse incomodo, como un ratón amenazado por un gato salvaje.

Sus dedos rosaron provocativamente la mano del barman cuando le dio el trago. Éste se apoyó en el estante de atrás, observando de lleno la escena frente a él: el chico jugaba con su sensual lengua sobre el sorbete que tenía el vaso. Luego pasaba el dedo índice sobre el borde del vaso y sin cortar el contacto visual, lo llevaba a su boca, como si de un dulce se tratara.

De pronto el aire se sentía pesado, Kazutora no podía pasar el nudo en su garganta, sentía que se ahogaba. Trataba de aflojar el nudo de la corbata cuando fue interrumpido por otro tipo. Alto, de cabello largo azabache, mirada penetrante y unos colmillos que se asomaron cuando habló: – ¿Se divierten?

Sensual look [one shot]Where stories live. Discover now