De todo su equipaje apenas quedaba su bolso de mano y un morral roñoso que le había cambiado a un viejo comerciante. Y aunque aquello era ligero, estaba exhausta. Caminar tantas horas bajo el sol le estaba pasando factura y estaba segura de que en cualquier momento comenzaría a alucinar con pozas de agua a pesar de no encontrarse en el desierto.
Aquel prado era precioso y de un verde tan intenso que estaba casi segura de que era más brillante que el que podía verse en Inglaterra. El cielo era celeste y sin atisbo alguno de humo. Todo el paraje parecía una pintura impresionista de Monet y hacían que Inglaterra no fuera más que una postal en blanco y negro a pesar de tener algo de color.
En cuanto vio el jardín de flores blancas, supo que estaba cerca y aceleró el paso. Al ver la casa de madera y paja, su corazón dio un vuelco. Dejó caer sus pertenencias sobre la tierra y respiró hondo antes de tocar la puerta. Y se quedó un buen rato con el puño apretado sin ser capaz de dar el siguiente movimiento. En cuanto la recibieran, su vida iba a cambiar para bien o para mal. Cambiaría más de lo que ya lo había hecho en el último par de años.
- Dame suerte, madre- pidió, antes de tocar finalmente.
En cuanto la puerta se abrió y un joven de ojos azules la miró con cara de pocos amigos, la joven logró emitir un pequeño "¡Tanjiro-san!" antes de caer desmayada al suelo.
El chico, que no era Tanjiro sino un amigo suyo, la miró un buen rato antes de captar que debía pedir ayuda a los dueños de casa. El verdadero Tanjiro y su hermana tomaron a la joven en brazos y la acomodaron sobre un cojín de algodón.
- ¿Quiés es? ¿Estará bien? ¡Señorita, responda! – chillaba Tanjiro, abanicándola con un trozo de periódico viejo.
- Mira su ropa y su pelo, hermano- mencionó Nezuko- Esta chica es extranjera.
Al contrario de ellos, llevaba zapatos de charol otrora blancos, pero ahora manchados de barro. Sus piernas estaban cubiertas por medias y llevaba un vestido rosa y un gorro pequeño sobre la cabeza del mismo color. Su cabello era castaño, el cual parecía oscuro a veces, pero era definitivamente más claro que el del común de los japoneses. Sin tomar en cuenta el cabello de Tanjiro, el cual era rojizo.
- Alcanzó a decir tu nombre antes de desmayarse- comentó Giyuu- ¿Cómo es que sabe de ti?
- Está ardiendo en fiebre y tiene los labios resecos ¡Necesita agua fresca! – gritó Nezuko, a quien la identidad de la joven le importaría una vez que no se muriera. Le quitó el sombrero y los zapatos y comenzó a abanicarla con el periódico que había usado su hermano mientras este corría a buscar un poco de agua con un jarrón en su mano.
- Traeré unas toallas- comentó Giyuu, caminando hacia otra habitación. Se sentía un poco culpable por no haber sido capaz de sostener a la chica antes de caer de forma estrepitosa al suelo, pero después de aquella batalla... definitivamente no era el mismo. Y al contrario de Nezuko, quería saber quién era y por qué perturbaba la paz de los hermanos Kamado de esa manera.
En sueños, la joven extranjera repetía únicamente el nombre de Tanjiro y luego suspiraba "por favor".
Una y otra vez.
Está chiquito porque lo único que se es que quería comenzar luego con este fanfic antes de morir asada por el calor insoportable y porque se que en un abrir y cerrar de ojos se terminan las vacaciones y no quiero quedarme con las ganas otro año.
Nos leemos pronto.
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Cazadora (Giyuu x OC)
FanfictionInglaterra, inicios de la década del 20. Una serie de asesinatos extraños se han estado dando en los últimos meses y la gente del pueblo lo atribuye a los vampiros de las antiguas leyendas, sin embargo, los marinos japoneses sospechan de que se tra...