Parte 2

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El almuerzo de Nathan con Jack, su jefe, tuvo lugar en la oficina, dado que era algo inusual, revisaron juntos los archivos del personal de planta, en busca de su reemplazo, y las historias clínicas de sus pacientes, salir del Hospital era una imposibilidad.

Para Nathan, dejar New York era una sensación agridulce.

La beca a la que por fin tenía acceso, era su sueño desde que se hizo cirujano. Había tanto que se podía hacer antes del nacimiento de los bebés para que pudieran vivir una vida plena, para que incluso tuvieran la oportunidad de nacer. Operarlos en el seno del vientre materno, era un privilegio que muy pocas personas tenían en este mundo. Y lo deseaba con toda su alma.

Era una carrera absorbente, incluso más que la obstetricia y la neonatología. Era una especialidad, ruda, difícil, donde la toma de decisiones y las presiones que la rodean son demoledoras para muchos, mas, no para él.

Él estaba listo para este nuevo compromiso.

Desde que dejó la universidad, e incluso desde su residencia, trabajó y estudió en el Mont Sinai Hospital. Allí creó una carrera y una vida, que hasta hacía tres putos años cuando descubrió a Grace en la cama de su "compañero de trabajo", era perfecta.

Ese San Valentín, le dijo que tenía que trabajar, quería darle la sorpresa de una cena romántica, como pocas veces podían disfrutar y las que Grace siempre reclamaba, quería que fuera una noche perfecta para pedirle que fuera su esposa.

Sin embargo, al llegar al departamento la encontró en la cama con otro, habían tenido su propio festejo a juzgar por la ropa de ambos desperdigada en la sala y todo el camino hasta su cama, por las copas de champagne en la mesa y seguro habría más detalles que hacían de su planificada velada perfecta, la peor de sus pesadillas.

¡Qué ciego estaba! ¿Cómo no pudo ver la verdad, tras las sonrisas y la casi absurda comprensión de su loco horario de trabajo? Pero la venda de sus ojos ahora estaba caída, dejando descubiertas las mentiras y el engaño.

Dejó el departamento que compartían en medio de una noche de tormenta, con la visión roja de la ira, los puños blancos de tan apretados que los tenía y una bola de fuego atenazando sus entrañas.

Jamás miró atrás, contrató un equipo de mudanzas para que se ocuparan de las pertenencias que necesitaba sacar de ese lugar, su ropa, y muy poco más. Su vida con Grace cabía en dos canastos y un perchero.

Patético.

Tan patético como creer que algún día, alguien podría hacerlo creer en el amor, otra vez. Su amor verdadero era su profesión, y a ella se iba a dedicar. No tenía tiempo ni energía para nada más.

Aterrizó en Minnesota de madrugada, reservó su estadía por una semana en el Broadway Plaza y, esperaba encontrar un lugar para vivir en ese tiempo. En el mail que detallaba su próximo equipo de trabajo, encontró un par de nombres conocidos, compañeros de universidad. Quizás era una buena señal, que podría comenzar allí una nueva vida.

Salió de la ducha y antes de desmayarse en la enorme cama, buscó en el teléfono, una pastelería. Nada como llegar a la sala de médicos con cupcakes el primer día.

Gardenia's Bakery quedaba de camino al hospital y tomaban pedidos en línea. Para su suerte, el local abría sus puertas muy temprano en las mañanas y tenía tiempo de sobra para buscar su pedido y llegar a su primera reunión, así conocer a todos los que trabajarían con él.

La noche se le pasó en un suspiro, hizo uso del gimnasio del hotel por una hora más o menos, pidió el desayuno para que lo subieran a su habitación mientras tomaba una ducha rápida y se prepara para su primer día de trabajo en Minnesota.

De vainilla y chocolateWhere stories live. Discover now