Capítulo 7: Volar

Start from the beginning
                                    

Esta vez cerré la puerta con más delicadeza. No quería que pensara que estaba molesta o algo así. Caminé a pasos apresurados hacia el salón, mientras seguía escuchando el timbre con insistencia.

—¡Ya voy, joder! —exclamé, harta del maldito sonido.

Abrí la puerta y: —¿Estás bien? ¿No te pasó nada?

Mi vecina Betsy se abrió paso en mi casa en cuanto la puerta fue abierta de par en par. Me miraba con preocupación. Tenía el cabello recogido en una coleta desordenada, mientras que algunas mechas oscuras se le pegan en la frente por el sudor que abundaba en su piel. Por la ropa deportiva y los audífonos que llevaba, supuse que había estado corriendo.

—¿Eh? Sí... —mascullé, incómoda por sus manos sobre mis hombros.

—¿Segura? Juraría que escuché un grito proveniente de aquí. ¿Estás completamente segura que estás bien? —me había quedado algo estática y sin saber qué responder a eso.

De pronto, frunció el ceño y me habló en voz baja.

—Si hay algún asesino o secuestrador, guíñame una vez. Y si no, guíñame dos veces. —decretó.

—Qué no...

—Shh. —me interrumpió— Haz lo que dije.

Me parecía un estupidez. Mi grito había sido por haber visto a Eisherz levitando en el aire, no porque hubiesen entrado a matarme. O sea, super casual. De igual forma, me percibí a mí misma guiñando dos veces, porque la sentí verdaderamente preocupada por mí.

—Qué bueno. —suspiró aliviada, bajando los manos.— Cuando escuché tu grito mientras corría, me imaginé lo peor.

—Lo siento por haberte asustado.

—No, no. Discúlpame a mí. Te debo haber parecido una loca por presentarme así en tu casa. —balbuceó— Debo quitarme la paranoia que siento todo el tiempo.

Lo último lo dijo en un tono bajo, apenas audible. Supuse que había una historia detrás de ello. No me llegaba a la cabeza que algo horrible le hubiera pasado a una chica desbordante de alegría como lo era ella. Sentía curiosidad, pero no quise preguntarle nada, sobre todo porque no me gustaba meterme en problemas ajenos.

Pero la veía tan agitada que no pude quedarme de brazos cruzados.

—¿Quieres pasar y tomar algo? —pregunté, sabiendo que corría un riesgo enorme teniendo a Eisherz en mi cuarto.

Ella asintió y le hice un ademán para que entrara.

—Solo tengo jugo de manzana y... ¿agua? —anuncié con la puerta del frigorífico abierto, dándome cuenta que tenía que hacer las compras de esta semana.

En estos dos días, me había percatado de que Eisherz comía como por cuatro personas y para mantenerlo lleno, tendría que tener el refrigerador lleno también. Me iba a quedar en bancarrota con el chico de hielo a mi lado comiendo como un oso y sin trabajo.

—Jugo. —declaró desde el sofá donde la había dejado.— ¡AHHHH!

—¿Qué pasó? —pregunté con el vaso vacío en la mano, luego de haber corrido hacia donde estaba ella.

¿Hoy era el día de los gritos o qué?

—Eso. —señaló hacia el brazo del sofá, dónde ahora reposaba Mr. Hugs.

—Ah. Es mi mascota. —me miró como si me hubiera salido un tercer ojo— Es inofensivo.

—¿Ese animal no se supone que tendría que estar en un zoológico o en su... habitad?

EisherzWhere stories live. Discover now