¿Qué hiciste Gerry?

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Un golpe en seco cambió el rumbo de mi vida sin siquiera saberlo. Mi mente va a mil por hora y no piensa en nada más que en Luis desmayándose frente a mi, ensangrentado. Mi puño se fue a su barbilla y su nuca azotó contra la banqueta, fluidos empiezan a salir de su cabeza y todos se detuvieron.

- ¿Qué hiciste imbécil? ¡Eres un idiota! - escucho a Sofía gritarme.

- Llamen a una ambulancia - Dijo Susana.

Raúl me empujo y mi vista se nubló, dejé de escuchar todo y mi corazón latía demasiado rápido. Toda la gente corrió, asustada, huyendo de la escena y no pude evitar hacer lo mismo. Me sentía culpable, confundido, como cuando estás bajo el agua en silencio, en la nada. En ese momento millones de flashbacks recorrieron mi mente.

Flashback

- Hey Gerry, ¿todo bien? - Escuché a Luis preguntar a mis espaldas.

- Sí wey, es que esta máquina se quedó mi refresco - dije mientras la sacudía y pateaba con la esperanza de que sacara la lata.

Luis se fue, volvió y sacó sin esfuerzo alguno dos latas de Pepsi de la máquina. Lo miré sorprendido y comprendí que ninguna fuerza bruta funcionará si no haces este tipo de cosas con su maña. Me dio una y se quedó con la otra. Compartimos una sonrisa y su cara se tornó seria.

- Espera Gerry, no te muevas - me dijo y lo miré desconcertado. Se dirigió a la mesa, tomó unos papeles y volvió. - Ten. - me entregó una hoja y al mirarla noté que era un dibujo mío.

Me lo dio aún después de lo que sucedió. Sonreí y miré el papel con ternura, era increíble. 

- ¿Tú lo hiciste? - asintió - No inventes, está increíble, sí... sí me parezco. Sí soy yo. - contesté. - Gracias Luis. - me fui después de darle una palmada en el hombro. Lo noté alegre, le gustó mi reacción. Llegando al salón guardé el dibujo en mi mochila.

Fin del flashback

Llegué a mi casa, aún en estado de shock por lo que pasó. Cerré la puerta de mi cuarto con seguro, aunque no había nadie en casa no me sentía cómodo con tenerla abierta. Me senté en la cama y aventé mi mochila contra el piso para después patearla lejos de mi.

- ¿Qué hice? ¿Qué hice maldita sea? - Grité y me levanté de golpe. - Esto no puede ser, soy un imbécil. - Me jalé del cabello y le pegué a la pared, a la almohada y a todo lo que tenía a mi alrededor. Mientras lo hacía comencé a llorar, un ataque de pánico comenzaba a apoderarse de mi cuerpo. Seguí llorando y no sé como fue que terminé en el piso, en posición fetal, gritando de la rabia y mirando a la nada.

¿Y si lo maté? Si sobrevive, ¿tendrá algún daño? ¿Iré a la cárcel? 

Millones de preguntas atormentan mi cabeza y siento que me quedo sin aliento, me falta el aire y mis náuseas crecen terriblemente. Sin pensarlo dos veces corrí al baño a vomitar.

Respiré profundo y me miré al espejo. Estoy despeinado, mi cara hinchada y roja hacen notar que no la estoy pasando bien. Me miré unos instantes más y lavé mi cara con agua fría. Salí del baño y me senté en la cama, ya me siento más tranquilo. Después de pensarlo un rato, decidí que tengo que ir al hospital. Es lo menos que puedo hacer, me sentiría una basura quedándome aquí pretendiendo que no me importa, porque me importa, lo hace y mucho.

-

Llegué, temblando, pero llegué. El hospital no es tan grande pero me siento tan pequeño dentro de él... tan insignificante. Pienso una última vez si debo entrar, me da miedo lo que pueda pasar pero sé que es lo correcto. Necesito afrontar mi realidad. Respiro profundo, cierro los ojos y pongo el primer pie dentro. Camino por los pasillos, son fríos y grises, hay enfermeras, enfermeros, doctoras y doctores corriendo de un lado a otro. Mucho caos para mi tornado de emociones. Luis no debería de estar aquí.

- ¿Qué hace este imbécil aquí? - escucho a Sofía murmurarle a Javier en el profundo silencio del hospital. Yo paso saliva y siento un nudo en la garganta mientras ellos me miran con enojo e indiscreción. Agacho la mirada y sigo caminando por el pasillo.

- Señora, le prometo que... - escucho a Quintanilla decirle a la mamá de Luis.

- No me prometa nada, sus promesas no me sirven - contesta ella empujando al director. En ese momento ambos me miran y mi estómago siente un vacío. La ansiedad comenzó a apoderarse de mi físicamente. Tiemblo. Las manos y pies me hormiguean. Mis náuseas vuelven. Todos me miran. Ya no puedo seguir aquí.

Los miré una última vez, giré sobre mis pies y caminé a la salida del edificio.

- ¿Qué hiciste Gerry? - digo para mi mismo y me dirijo al parque, necesito aire, necesito pensar.



Cartas a Luis [Gerry y Luis, Control Z]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora