III. "Calificación" [m]

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- Vamos, Maca, tú sabes que no es fácil sorprender a Cárdenas. -Una rubia se acercó a ellos y cerrando su mochila, le dió apoyo a su mejor amiga.- Estoy más que segura que el próximo trabajo te dará una calificación mejor y-

- Ese es el puto problema. -La interrumpió.- Llevo meses dándole trabajos casi perfectos, y lo único que hace es dejarme con la primera nota que le sale del culo. -Dió un golpe contra la mesa y aquello, llamó la atención de su profesora.

Lo había escuchado todo realmente, sólo estaba esperando el momento adecuado para poder dirigirse a ella.

- ¿Ocurre algo, señorita Correa? -Le preguntó mientras alzaba una de sus cejas.

La señorita Cárdenas era realmente intimidante, y era por ello que ninguno de sus estudiantes jamás le había reclamado por nada, a pesar de que fuera la cosa más injusta de sus vidas.

Decían que el terror la alimentaba hasta hacerla una bestia totalmente infernal.

No podían estar más equivocados.

- Oh, no. La Maca sólo- -Intentó hablar su amigo.

- En realidad, sí hay un problema. La maldita nota en mi jodido trabajo es el problema. - Lo interrumpió la chica de ojos marrones mientras se levantaba de su asiento.

Mientras la miraba, intentaba calmarse internamente. Le había tomado todo de ella el no gritarle o lanzarle el informe por la cabeza.

Macarena no le tenía miedo.

- Ya veo. -Replicó la mujer.- Te molesta que no te haya dado una calificación perfecta como crees que te la mereces, ¿no es así?

- Quiero decir, trabajé día y noche para que quedara satisfecha con mi jodido trabajo y-

- Trabajar día y noche no significa que tu trabajo sea digno de una nota perfecta. -La interrumpió.

La rizada comenzaba a perder la paciencia. Lo que aquella mujer tenía de hermosa, lo tenía de desagradable.

- ¿Es una jodida broma?

- Si quieres reclamarle a alguien, reclamate a ti misma. -La docente contuvo la sonrisa que amenzaba con decorar sus labios. Sabía que tenía la razón.- Eres tú misma quien es culpable de aquella calificación.

Macarena apretó la mandíbula. Su profesora parecía querer sacarla de quicio.

- Si quieres que volvamos a ver por qué tu trabajo tiene la nota que tiene, ven a mi oficina.

- Bien. -Macarena aceptó intentando calmar su respiración.- ¿Cuándo?

- Estoy disponible ahora, y tú pareces demasiado desesperada por tu trabajo. Asi que, si eres tan amable... -Lentamente, la castaña le hizo una seña con uno de sus brazos para invitarla a salir del aula.

Ante la mirada expectante de sus amigos, la rizada bajó unos cuantos escalones hasta llegar donde su profesora y así comenzar a caminar junto a ella.

•••

- Toma asiento, por favor.

Luego de unos minutos que se sintieron eternos, debido al horrible silencio que las envolvía, llegaron hasta la oficina que pertenecía a la mayor de ambas.

La rizada esperaba una decoración más formal y anticuada, pero se llevó una gran sorpresa al ver que la mujer tenía un par de cosas que incluso a ella le gustaban.

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