IV. Guardián tormentoso

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A plena madrugada, mientras descansaba en los brazos de Amapola, mis parpados se abrieron y los sentidos que poseo me advirtieron de algún posible e inminente peligro

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A plena madrugada, mientras descansaba en los brazos de Amapola, mis parpados se abrieron y los sentidos que poseo me advirtieron de algún posible e inminente peligro. La brisa jugaba con las cortinas y fue entonces que lo noté: la ventana estaba abierta. Un escalofrío me heló la piel, a pesar de que el calor corporal de la mujer a mi lado se mezclaba con mi temperatura. Sabía que algo así podía pasar, y no pensé, me dejé llevar por ésto que es muy fuerte: mi sentir y amor por ella. Aprecié su rostro, despacio, y lo acaricié del mismo modo. Aparentaba ser tan frágil y dulce, al dormir. Qué bueno que ella no era así porque, de serlo, no hubiera abierto los ojos ni tampoco estado atenta.

Me hizo una seña, mirando la ventana, y asintió. No fui la única a la que le pareció extraño. Sin embargo, cuando ascendí la mirada, y menos lo esperamos, una tela cayó sobre nosotras. Todo se convirtió en oscuridad. Amapola gritaba, yo también, luchábamos juntas para salir de aquella trampa, pero no lo logramos. En cuestión de segundos, un olor extraño golpeó mi nariz, caímos inconscientes. Entonces, mi memoria repitió eso que vi en la ventana y preferí ignorar, antes de que Amapola abriera los ojos.

Qué estúpida fui, no debí haberme congelado ante él.

Yo era princesa del inframundo. Era la diosa del engaño, del amor trágico y de la muerte injusta.

El poder reinaba en mí.

Debí haberlo enfrentado, haber pateado el trasero de ese perro de tres cabezas que es mascota de mi padre. En cambio, me aterré ante la idea de que es un fuerte guardián y, que si me estaba atormentando, tenía una razón. Lo que no entendía era: Si a la que buscaban era a mí, ¿por qué demonios llevarse a mi amante conmigo? ¿Acaso también era una criminal o esa manera fue la que resultó más fácil para atraparme?

Sentí terror absoluto, antes de desmayarme.

Temía mucho por lo que nos depararía el destino.

Temía mucho por lo que nos depararía el destino

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La flor de AmapolaUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum