1. ¿Por que ahí?

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El día antes de mi decimosexto cumpleaños:

-Vas a hacer que lleguemos tarde - dijo Artio.

-Solo espera un momento, necesito coger una cosa

-Freya, enserio date prisa

-Ya estoy - dije mientras bajaba las escaleras a toda velocidad.

Las dos salimos de la casa y fuimos al instituto caminando cuando nos encontramos a Démian por el camino.

-Hola Démian - dijo Artio con la esperanza de tener una respuesta. Afortunadamente no la hubo.

-Déjalo, está claro que pasa de ti

-Cállate Freya

Cuando llegamos al instituto empecé a sentir un dolor en las muñecas, y eso no tenía ningún sentido así que me vi en la necesidad de preguntar:

-Artio, ¿cuándo te salieron los nombres te dolieron las muñecas?

-No, ¿necesitas ir al médico?, ¿te has dado algún golpe?

-No me he dado ningún nombre y quizá sí que debería ir a la enfermería.

-Te acompaño si quieres - interrumpió Ámon.

-Como quieras

-Me tomaré eso como un sí

-Luego me dices - dijo Artio.

Fuimos a la enfermería y Ámon se quedó fuera esperando porque no le dejaron pasar. Una vez dentro tuve una charla con la enfermera y me dijo que el dolor podría ser de muchas cosas pero lo más probable era por el tema de los nombres. A nadie le habían salido tan tarde como a mí. De repente pude ver como aparecía el de la mano derecha y me sorprendí al leer el nombre de Arawn. ¿Qué significaba eso? ¿Quería decir que era mi enemigo? ¿Cómo podría ser posible?

La enfermera me puso una venda alrededor de la muñeca para que nadie pudiera ver el nombre que tenía. Este método es bastante común, de hecho casi todo el mundo tiene una muñequera o pulseras para que no se vean los nombres, incluso se puede usar un reloj para taparlos ya que no son muy grandes.

Cuando salí de la enfermería Ámon seguía allí, estaba sentado en el suelo pegado a la pared. Se levantó rápidamente y me cogió la muñeca mientras la observaba cuidadosamente.

-¿Qué te ha pasado?¿Estás bien?

-Si estoy bien, la enfermera me lo ha puesto porque ya me ha salido un nombre.

-Por fin tienes uno. ¿Me dejas verlo?

-Por qué debería, tu no me has enseñado los tuyos nunca y los tienes desde hace mucho.

-Bueno pensándolo bien, no hace falta que me lo enseñes.

-Si, claro.

Nos tocaba clase de arte con serpiente, un apodo poco común para un profesor, pero bien merecido. Cuando entramos en clase le tuve que explicar al profesor donde estaba y por qué llegaba tarde, desafortunadamente Ámon no tenía excusa para llegar tarde así que le mandaron a la sala de castigo. Me senté en la última fila esperando a que sonara la campana. Estuve así todo el día, esperando y contemplando mi muñeca deseando saber por qué apareció en la derecha y no en la izquierda.

Me pareció muy rara la pregunta que me hizo Ámon, nunca se había preocupado tanto, a ver si pero no por los nombres. Tendré que descubrir muchas cosas antes de que termine el día, principalmente el nombre que falta.





La inmortalidad de nuestras almasDove le storie prendono vita. Scoprilo ora