Cole.
Después de ese encuentro con Anthon, me dirigí al campo de deportes. Cuando llegué ya estaban todos, incluidos Anthon y sus amigos.
-Miller, llegas tarde. -dijo el entrenador sin mirarme.
-Estaba con el viejo. Vaya a quejarse con él. -dije guardando mis manos en mis bolsillos.
-Más respeto, señor Miller. -dijo esta vez sí mirándome.
-Ahgg. -dije mirando hacia otro lado.
¿Por qué todos buscan fastidiarme hoy?
-Bien. Ahora que estamos todos comiencen dando diez vueltas por alrededor del patio. ¡Ahora!
Todos comenzamos a correr. Para las cinco vueltas la mayoría ya no podía seguir a excepción de algunos que todavía estábamos bien.
Ya llegando a la octava vuelta mí pulso comenzaba aumentar. Lo único bueno que tenía era mí condición física, creada gracias a los años de atletismo.
Giré la vista y vi que solo quedamos Anthon y yo, hasta sus amigos se habían rendido.
Bufé en silencio. No quería estar cerca de este sujeto.
-Hola Cole. -dijo una voz, giré el cuello y Anthon estaba a mí lado. Rodeé mis ojos con fastidio.
-¿Qué quieres? -pregunté seco.
-Uy ¿Por qué tanta frialdad?
No respondí. No iba a caer en sus chanchullos.
-Piérdete, Anthon. -dije aumentando mí velocidad y llegando a la novena vuelta.
-¡Vamos! Solo intento ser amable. -dijo quedando de nuevo a mí lado.
¿Qué acaso no se cansa?
Continúe corriendo.
-¿Por qué no hacemos una carrera?
-¿No podemos terminar las vueltas en silencio? -dije fastidiado.
-Nop, vamos, hagamos esto. Si yo gano, me tendrás que conceder un deseo, si tu ganas, dejaré de joderte.
Levanté una de mis cejas ¿Lo decía en serio?
-Como si fuera a creerte, además ya estamos terminando.
-¡Pues comienza a correr! -gritó comenzando a correr más rápido. No sé por qué pero mis piernas comenzaron a correr por si solas siguiéndole el ritmo.
Ya habíamos terminado de correr las diez vueltas y el profesor ya había sonado el silbato para que nos detuviéramos, pero ninguno de los dos hizo caso.
Llegando a la meta, aumenté mí velocidad y parecía que la victoria era mía, pero Anthon me alcanzó y pasamos los dos juntos la meta.
¿Acaso empatamos?
-Vaya... -dijo tomando aire. -Parece que fue un empate.
-Eso significa que ninguno va a conseguir lo que quiere.
-Eso no querido, empatamos, ambos deberemos cumplir con lo que pactamos.
-Pero...
-¡Ustedes dos! -exclamó el entrenador, su rostro estaba rojo de ira. -¡Se van a detención ahora mismo! -dijo sacando fuego por las orejas.
Tragué duro. Mierda, mierda, mierda.
-¡Pero profesor! -exclamé. -Yo...
-Usted, nada, joven Miller, si no quiere que llame a su padre se va a detención ¡Ahora!
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Anthon
Random"A veces, lo prohibido y caótico es lo más placentero" ¿Te atreves a conocer el caos que existe en las tranquilas calles de Declan?