Capítulo tres.

14 1 6
                                    

No va a volver un carajo.

Se saca sus asquerosas botas y las hace a un lado. Mas adentro, se escuchan voces de alguna telenovela de su madre, camina con desgano hasta la sala. El estúpido de John la ha engañado otra vez.

"Testosterona" dice, con desdén.

"También la tienes, no molestes" lo mira desde el sofá, de reojo apenas, mientras se mete media cucharada de helado a la boca. "Te dejé la cena en el horno"

La mira divertido. No cree que tenga el tipo de testosterona de John, o sea, sí, quizás la tiene pero del tipo testosterona gay, más masculina. Se ríe de sí mismo mientras se encarama a la mesada de la cocina y come un poco de pay de queso, entre todo el mundo de las comidas, piensa que esta es una de las que más le gusta. Saborea un poco, piensa en mañana, piensa en el niño friki de al lado, piensa en él a su edad. Hace un mohín con la cabeza, como sacudiendo su curioso historial de Google, cuando apenas manejaba el internet.

Lava los platos como un hombre con testosterona, y cuando pasa por al lado de su madre, le roba un poco de helado con la cuchara, ella lo ve con recelo.

"Buenas noches. ¡Te amo!" canturrea, hasta que se apaga junto con las voces del televisor a lo lejos.

***

Son pasadas las once, Louis ha estado volteando los números en su récord de Mario Kart, cuando escucha a alguien hablando por teléfono desde la casa colindante.

Tiene una idea de quién puede ser. ¿Será?.

No lo cree.

Entonces Anne está allí, sin tacones, con unos tennis a medio colocar. Las agujetas se arrastran por la acera, y sigue sosteniendo el móvil entre la oreja y el hombro, puede distinguir su ceño fruncido desde la ventana. Siente que la coartada se le fue por el retrete, justo en el momento en que la mujer clava los ojos en él, pero al instante sigue la conversación de quien está tras el teléfono, distraída.

Parece que no lo ha visto, de todas formas Louis corre la cortina un poco, apenas para ver una rendija de luz nocturna. Anne se sube al coche y acelera rápidamente, hasta desaparecer en la lejanía de la calle. El ojiazul permanece estático, resuelto en ver si ocurría algo más.

Nada.

¿Habría alguna emergencia? ¿Iría de camino al hospital?

No cree que la señora Anne estuviese enferma, ¿O sí?. O quizás Harry.

Duda un poco con esto último, porque Anne no tiene los vidrios polarizados, y a pesar de que fuera de noche, no pudo delimitar ninguna silueta dentro de él. Extraño. ¿Dónde iría?

Se tumba, desecho, con los pensamientos rondándole la mente. Observa un poco el techo, y las grietas que circundan en él. Han pasado cinco minutos.

No aguanta más.

Va de hurtadillas hasta la sala, su madre no está, cree que se halla en su octavo sueño, pues sabe que debe levantarse temprano para trabajar. Se calza las botas cuidadosamente, y sale por la puerta, el frío se le cuela por la nariz, y ahí es justo donde piensa que es una mierdilla entrometida, masculla maldiciéndose.

Recorre con la mirada la oscura calle, se siente observado y otra vez maldice. Rodea el pórtico y llega a la parte trasera, la puerta tiene una minipuerta mas abajo, de esas para los animales. Louis repara en que no tienen animales. O por lo menos no cree haber visto uno.

Hay varias macetas alrededor, y si las pelis no falla, la llave debe estar bajo alguna. Voltea tres, y estaba por rendirse hasta que la encuentra. Se arrepiente de todo esto, justo después de que la cerradura hiciera click y ya tuviera metido un pie adentro.

La única luz que está encendida es la de la cocina, y se cerciora de que no hubiera nadie. En la encimera hay algunos cachivaches, como si se posaran allí solo parar irrumpir el pulcro orden de la casa. Mas adentro, en la sala, observa un marco con una foto de Harry y Anne sonriendo en él.

La toma con precaución y cae en cuenta de que al niño le falta un diente, no obstante, sonríe ancho. Desvía la mirada un poco, y observa dos fotos más; todas de Harry.

Cree que se le ve demasiado tierno con el suéter azul y el chaleco blanco de lana. Se explota de risa con la otra, alguien más mayor le tiende una tarántula y él la sostiene mirando a la cámara con una sonrisa de pánico. Cree aun así, que es un niño muy guapo, y se lo ve feliz.

Escucha, de pronto, el ruido de una puerta cerrarse, y más cercano, unos pasos por la escalera. Tal vez debería echar a correr, tal vez debería esconderse. Ni siquiera entiende por qué sus pies no obedecen. Pero el niño está ahi, a media escalera, mirándolo a través de sus pestañas, con ojos soñolientos.

Mierda.

═════════════════

ok si,

soy yo, con 18 años, en unos meses 19
escribí esto por última vez cuando tenía dieciséis.
pasó mucho tiempo😁

como están?

creo que estuve por ahí viendo esto otra vez, y dije, na que buena que estaba la historia, asi que tengo ganas de seguirla, le tengo cariño.

en fin, les extraño mucho
con amor xxxx
cam

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 18, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

NO todos los príncipes quieren besar princesas[l.s]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora