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Otro día, otro contrato de trabajo.

Amaba lo hacía, aunque muchos pensaban que era algo que no valía la pena hacer y que era un trabajo de poca importancia, pero lo que no sabían era que el puesto como el mío era esencial para que las cosas fluyeran antes de toda filmación, pues los actores tienen tanto que hacer que necesitan a alguien que los preparen antes y durante toda la filmación.

Y ahí es donde entro yo: La asistente.

Había trabajado en un centenar de películas en mi vida, y ahora me habían contratado para ser la asistente en una serie de televisión después de unas cuantas que ya había asistido, y aunque no era mi especialidad, estaba emocionada por trabajar en ello.

Me vestí con la vestimenta que usaba para eso; algo cómodo, zapatillas y mi cabello en una coleta para que no me molestara el rostro, tomé mi auto y me dirigí directo al set de grabación donde estaría por los siguientes meses.

Max, el productor, me recibió con los brazos abiertos. Había trabajado con él un montón de veces. Con él, el director y las demás asistentes. Éramos un grupo cerrado, muy unidos, con los únicos que no habíamos trabajado por el momento eran con los nuevos actores y actrices. Revisé nuevamente la carpeta que me dieron para ver quién sería el actor al que asistiría.

Nombre del protagonista: Aaron Fiennes.

Fiennes, Fiennes, Fiennes, repetí en mi cabeza.

No lo reconocí.

Recorrí los remolques buscando su nombre en las puertas. Al entrar encontré a un chico de no más de veinticinco años sentado en una silla junto a un escritorio, concentrado en su celular. El remolque era grande, como solía serlo para los actores principales. Parecía una pequeña casa; sillones, un pequeño comedor, baño, una pequeña cocina, etc.

—Buenos días, Aaron, mi nombre es Carolina, seré tu asistente —dije con una sonrisa.

No me miró cuando le tendí mi mano.

Ni la recibió.

Genial, me tocó uno de esos actores.

Pasé por alto su mala educación. Había trabajado con ese tipo de personas antes, no era la gran cosa. Continué.

—Aquí tienes tu itinerario para el día de hoy. —Le puse la hoja con todo detallado en el escritorio que tenía enfrente—. En veinte minutos más debes ir a peluquería, y luego a maquillaje. Las grabaciones comienzan a las diez, el almuerzo dependerá de cuándo terminen de filmar la jornada de la mañana.

Sabía que no me estaba escuchando.

Pequeño pendejo mimado.

Aaron, ¿me estás prestando atención?

—Ahá —respondió sin mirarme.

Dios, cómo quería arrebatarle ese celular y apagarlo. 

—Necesito que lo hagas si queremos que esto funcione —le dije con autoridad.

—Ahá.

—Aaron... —intenté reprimirlo, pero me cortó.

—Iré a fumar. —Se paró de su silla y se dirigió hacia la puerta, pero antes de cruzarla se detuvo y giró su cuerpo—. Ah y, ¿Catalina? —Me miró al fin—. Es Mister Fiennes para ti.

Y desapareció.

Por la mierda; me hirvió la sangre.

Sí, había trabajado con tipos así, pero eso no significaba que no me molestara hasta la mierda sus acciones. 

Esto será difícil con ese pendejo.

Como la buena asistente que era lo seguí durante toda la grabación hasta el final del día, tomando nota de todo lo que hacía, pues si iba a trabajar con él por los siguientes meses debía estudiarlo y analizarlo, todo para hacer mi labor más fácil.

Hasta que llegó el fin de la jornada.

—Fue un gran día, ¿no crees? —le dije emocionada cuando ya estábamos de vuelta en su tráiler, intentando establecer una conversación.

—Ahá.

Ahí estaba de nuevo; el pendejo mimado.

—¿Eso es todo lo que sabes decir? —Ya me estaba molestando de nuevo.

—Si eres mi asistente, ¿significa que serás mi asistente dentro y fuera del set?

—Solo si es necesario.

Había tenido trabajos así con algunos actores y actrices. Personas que necesitaban mi ayuda estando fuera del set para prepararse antes de una gran escena o un día agotador, era una de las cosas que más me gustaban, cuando ocurría ese tipo de cosas terminábamos formando lazos mucho más fuertes, convirtiéndonos en grandes amigos, y todo resultaba mucho más ameno.

—Perfecto, ahora necesito un café —añadió.

—Negro, sin azúcar, ¿no?

—Hiciste bien tu tarea. —Me miró al fin—. Ahora lárgate.

Tuve que morder mi lengua para evitar decir algo que arruinara lo poco que habíamos avanzado. Al menos ya me hablaba.

Cuando volví al trailer no lo encontré por ningún lado.

—¿Karen? —Le pregunté a la asistente de Johana, la otra protagonista de la serie—. ¿Has visto a Aaron?

—Sí, ya se fue, pensé que lo sabías —me dijo extrañada.

Espera.

¿Qué?

Me volvió a hervir la sangre.

Ese idiota.

Tomé mis cosas y salí del set. El viaje de vuelta a mi casa era de una hora aproximadamente, era lejos, pero era una de las pocas veces que la grabación tomaba lugar en la misma ciudad donde vivía y prefería mil veces dormir en mi propia cama que en un hostal. Cuando llegué caí rendida, estar con ese pendejo de cuarta me había dejado agotada.

Pendejo.

Debo encontrar nuevos adjetivos para referirme a Aaron.

—O a Mister Fiennes —me burlé imitando su molesta voz sola en mi hogar.

Intenté concentrarme en mi trabajo, en lo mucho que me gustaba hacerlo y no en cómo tendría que poner el doble de mi parte para tratar con ese...

No se me ocurrió nada.

Dios, necesito cambiar el repertorio.

La AsistenteWhere stories live. Discover now