I. "Malentendido y rumores"

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—R-Rubí no creo que... —Intentó interceder su hermana.





—He tenido encuentros con ella antes, y parece que no entiende ante las advertencias sutiles que le he hecho. Creo que está queriendo joderme la vida —La interrumpió—. Y yo, hermanita, estoy dispuesta a hacerla bajarse dos estaciones del metro, para que pare con sus mierdas.





Aventó su mochila a los pies de ellas y comenzó a caminar lejos. Estaba tan furiosa que, a pesar de que escuchaba a su mejor amiga y a su hermana llamarla, no se detuvo por nada. Todos sus sentidos estaban nublados por una fina capa de ira.

Sus pasos eran rápidos y seguros. Estaba buscando a la contraria por todos lados, sin éxito en el proceso. Le encantaba joderle la vida, pero justo cuando quería detener su estúpido jueguito, le daba por desaparecer.

Jodida mierda.

Encontró a uno de sus amigos, sin embargo. Un chico de rizos que se encontraba guardando sus cosas para poder salir del aula.




—Tú. Juliancito... —Lo llamó despectivamente mientras se posaba en el marco de la puerta e intentaba calmarse y actuar como si nada hubiera pasado—. ¿Dónde está Macarena?




—No la he visto desde nuestra primera clase. ¿Quieres que le diga algo por ti? —El joven con la camisa de puntitos, sabía que la castaña no se traía nada bueno entre manos.

Ella y su mejor amiga jamás eran buena combinación.




—No —Apretó los puños y gruñó levemente—. Prefiero decirle yo misma las cosas.





Se giró sobre sus talones y sin más continuó en su búsqueda. Se golpeó mentalmente al no haberla ido a buscar primero en el lugar más obvio. El campo de juego.

Estaba entrenando con otras chicas, entre las que reconoció a un par: La Cata y la Coté. Había tenido un par de contratiempos con las dos hacía tiempo y el sabor amargo del desagrado, era algo que las tres podían saborear si se encontraban en la misma habitación.

Decidió que esperaría a la chica adentro de los vestidores. Tuvo suerte de no encontrar nada más que un leve calor debido a las duchas. Supuso que la clase anterior había dejado así el ambiente.

Bien. Si no había nadie cerca era mejor para ella.

Estaba impaciente, caminaba de un lugar a otro y cepillaba su cabello hacia atrás repetidas veces. Tenía una pequeña mueca de disgusto en su rostro. Habían pocas veces en las que Rubí lograba llegar a ese punto de frustración e ira, y ¡sorpresa! Las pocas veces en las que reaccionaba así eran debido a los rumores que, de alguna u otra forma, siempre terminaban relacionandola con aquella chica de rizos.

Mirando hacia la puerta, repasaba su estrategia mentalmente. Su plan debía resultar, sorprender a Macarena y dejarle las cosas claras, marcarle el campo de juego.




—No tardaré, Coté...





Escuchó su voz a la distancia y se apoyó contra la pared mientras miraba sus afiladas uñas. Repasaba en silencio las palabras que le diría a la contraria para que no volviera a meterse en sus asuntos. Para que dejara en paz a esa persona que se había convertido en su posesión. Un suave sabor a superioridad, habitaba en la boca de la castaña. Le encantaba sentirse aún más que los demás, y si se trataba de su enemiga jurada, el sentimiento era aún mejor.

 

—Hola, rulitos...





Macarena dió un pequeño salto al verla allí. Sus ojos nerviosos buscaban cualquier otro punto donde posarse, en vez de los ojos de la contraria. Rubí la había encontrado con la guardia baja y su voz había sonado seductoramente hipnotica en los sensibles oidos de la menor.

Nuestros Universos ||One Shots Rubirena||Where stories live. Discover now