Capítulo 4 | La lista (parte II)

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Madison

Luego de dejarle claro todo a Declan, me doy la vuelta para irme dejándolo atrás. Ya hice mi parte. El que se ocupe de lo demás.

Voy a mitad del parque cuando escucho mi nombre ser pronunciado por alguien detrás de mí. Suspiro notablemente cansada de ese chico. No quiero seguir hablando con él, me encanta ser invisible y estar a su lado implicaría ser visible a las personas porque, como saben, es un chico bastante conocido en el instituto por ser capitán del equipo de fútbol.

—¡Espera! —exclama, tomándome por mi brazo y haciéndome girar hacia él.

Lo miro con mala cara. Declan ignora mi notable desagrado en él y habla.

—¿Eso es todo? —pregunta con sus cejas enarcadas.

—Me pediste ayuda para ser un novio "perfecto" —levanto mis manos y hago comillas en esa palabra—, así que te he dado la lista de cómo hacerlo. Ahora ve tú cómo la cumplirás. Me da igual como lo hagas.

Le doy una sonrisa de boca cerrada y doy la vuelta para irme. Declan vuelve a sujetarme de la mano. Ya está empezando a molestar.

«¿Y dime, quién no es molestia para tí?»

Todo el mundo es molestia para mí, incluso tú conciencia. Así que cállate.

—Hicimos un trato —habla—. Tú me ayudarías.

—Y ya lo hice —le recuerdo—. Te di la lista. ¿Qué más quieres?

—Quiero que me sigas ayudando.

Suelto una risa. Éste chico sí que le gusta insistir.

Lo detesto.

—No soy cupido —digo cada palabra con una lentitud desesperante para que así le quede más claro. Creo que ya se lo he repetido más de mil veces.

Él suspira y pasa sus manos por su rostro en frustración.

—¡Ay, lo sé! Pero necesito a alguien con quién cumplir la lista.

Lo miro levantando mis cejas en desconcierto y luego lo entiendo. Eso hace que abra mis ojos tan grandes que podrían salir de su lugar.

—Oh, no, no, no, no —repito varias veces negando con mi cabeza—. Claro que no. Busca a alguien más, esa no seré yo.

Genial. Lo ayudo con la lista y ahora quiere cumplirlas conmigo. ¿Está loco?

Esto no era lo que quería.

—Tienes que ser tú —me dice—, así me aclaras si estoy haciendo mal o no.

Esto no está pasando. No.

—Puedes practicar con tu amiga —le digo para convencerlo de que yo no lo haré.

Declan me mira como si estuviera loca.

—Se daría cuenta —dice, con obviedad.

—Puedes decirle que solo lo estás haciendo para conquistar a alguien más. Es una buena coartada, ¿no?

—Claro que no —espeta, negando con su cabeza.

No puedo creerlo. Yo solo tenía un plan y era darle la lista, decirle las reglas y luego marcharme y el que viera como haría. Era un plan maravilloso, ¿no?

Ahora todo se está yendo por el retrete.

Declan me mira insistente esperando por una respuesta. No puedo hacerlo ni quiero hacerlo. Mi plan no era pasar mucho tiempo con él y ahora esa idea me está sacando de quicio.

¿Porqué tuve que aceptar semejante estupidez?

El chico mueve su cabeza esperando por una respuesta. Y yo no sé qué hacer. Si le digo que no, seguirá insistiendo y si le digo que sí, será un tormento.

—No puedo —finalmente le doy una respuesta—. Simplemente no puedo.

Giro en mi propio eje para seguir mi camino.

Declan me sigue. Acelero el paso.

—Tienes que hacerlo —suplica a mi lado cuando me alcanza—. Por favor.

Dejo de caminar y lo encaro.

—¿Porqué quieres hacerlo?

—No me gusta ver sufrir a mi amiga —responde, encogiéndose de hombros—. Y como me gusta, no quiero hacerla sufrir —agrega.

Si esto lo estuviera leyendo en un libro diría: awww

Me conmueve que él esté haciendo todo esto por la chica que le gusta. Y quisiera que alguien también lo hiciera por mí.

—Para que le gustes a alguien, debes ser tú mismo no querer ser alguien más —le digo—. Si de verdad le gustas es por tí y no por lo que aparentas ser. Todo el mundo se equivoca, nadie es perfecto y menos los chicos de los libros.

Le aclaro esto último porque lo primero que me dijo fue que quería ser como los chicos de los libros: perfecto. Y yo se bien que no lo son. Todos cometen errores.

—Lo sé —dice él—. Pero quiero intentar lo mejor por ella.

Lo miro, sus ojos en una clara súplica. Ya no aguanto más. Aunque no soy cupido quisiera saber a dónde llegará esto. Así que tomo una decisión y le respondo:

—Está bien.

Declan sonríe y levanta sus manos hacia el cielo y grita:

—¡Gracias, gracias!

Volteo mis ojos. No tiene remedio. Sigo con mi camino dejándolo atrás.

—¿Aún quieres ir a comer hamburguesa? —pregunta cuando está a mi lado.

Lo miro de reojo y aprieto mis labios ocultando una sonrisa. Sé lo que intenta hacer.

—Antes que nada, lo primero que debes hacer es pedirme una cita. Y no será hoy —agrego lo último cuando intenta hablar.

Él baja sus hombros en decepción.

—Debo visitar a alguien —aviso.

—Te acompaño —dice con entusiasmo.

—Voy sola.

—Bien. No te alteres. Nos vemos mañana.

Me doy la vuelta para irme, al fin.

***

El lugar se encuentra solo como siempre. Las veces que he venido son pocas las personas que hay. Todo está lleno de flores, algunas marchitas y otras están a punto de hacerlo.

Me siento frente a ella.

Con mi taza de chocolate en manos le cuento todo lo que me ha pasado estos últimos días y sobre Declan y la lista.

La misma lista que ya tenía escrita desde hace mucho tiempo porque siempre había querido que alguien hiciera eso por mí.

Eso pasa cuando lees muchos libros sobre romance.

Pensé que Declan me descubriría cuando me preguntó si ya tenía la lista escrita antes de esto. Aunque pude evadir su pregunta, no sé si se dió cuenta de mi claro sonrojo. Gracias que pude bajar mi cabeza antes para que no me viera.

No será por mucho. En algún momento lo sabrá. Y bueno, me moriré de vergüenza.

Ya pasada la noche regreso a mi casa.

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