¿Y ahora qué?

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Era la segunda vez que Elizabeth sangraba por el tobillo y corría grandes riesgos. Fueron trasladados con urgencia a Londres, Elizabeth no resistiría un viaje tan largo como Texas. Un helicoptero fue por ellos a áfrica.

Los hermanos Brahama habían sido capturados, solamente uno se entrego y el otro había sido el que Ryan le había disparado. Pero ellos no fueron los únicos, mas de 30 cómplices. 10 eran menores de edad y fueron llevados a un reformatorio para menores. Los demás fueron sentenciados con años de carcel de cárcel, lo necesario para que probablemente murieran ahí.

El nuevo presidente estaba tan agradecido con el ejército estadounidense y el australiano. Tanto como el africano.

El tráfico de mujeres bajo un 80% según las estadísticas, esto era un gran avance. Más de 2000 rehenes fueron salvados; el presidente de Estados Unidos les ofreció alojo en su país y un empleo, tanto como vivienda. Ya que Africa sufria una crisis economica.

Ryan estaba la mayor parte del tiempo con ella, le habían sacado la bala del pie/tobillo. Llevaba algunas horas sin reaccionar por la anestesia, el comandante Jones llego de inmediato, Ryan los dejo solos y salió de la habitación.

Él tomo asiento y le tomo la mano.

- Me arrepiento todo este tiempo hija. – El sabía que ella lo escuchaba o tal vez eso pensaba. –Todo este tiempo solo quería cuidarte, eres tan terca. Estoy tan orgulloso de ti, eres idéntica a tu madre y a mí. Tan fuerte, jamás me decepcionaste, hubiera querido que no siguieras mis pasos pero no fue así. –El corazón de ella se aceleraba, y dormida dejo caer una lagrima. La anestesia aun no pasaba, pero lo escuchaba. –Oh Elizabeth. –abrazó a su hija y acarició su mano, el efecto de la anestesia comenzaba a acabarse a la media hora Elizabeth comenzó a reaccionar, sus ojos se abrieron lentamente aun dormitaba tenia muchos golpes. Además de tener el rostro lleno de moretones.

-Papa...-Fue lo único que pudo decir. Con rapidez le ofreció un vaso de agua a su hija y ella empezó a ahogarse a causa de sus lágrimas y su debil risa. El comandante Jones rió con ella y juntos se abrazaron después de tantos años. –Pensé que no te importaba, todo esto lo hice por ti papa. –Juntos lloraron, era un hermoso momento a pesar de las circunstancias. La misión estaba cumplida.

- Todo lo hice con una intensión hija, y te amo. –Hablaron como una familia y rieron como nunca, duraron horas hablando. Hasta que él se fue, ella estaba feliz. Estaba llena de felicidad.

- Puedes entrar Ryan. –Aprovecho el tiempo dándose una ducha y cambiándose mientras el gruñón Jones estaba con Elizabeth.

- Gracias comandante Jones.

- Presiento que seremos familia. –Le dijo. –Puedes llamarme Ray. –Ahora podía llamarlo por su nombre, eso era un gran paso después de lo que paso en África.

Ray se fue y Ryan aprovecho para entrar a verla, después de varias horas de cuidarla quería escuchar su voz. Ella estaba con los ojos cerrados y los abrió cuando lo sintió entrar

- ¿Cómo estás?

- Mucho mejor. –Le sonrió la castaña. –Gracias por salvarme, no sé qué hubiera pasado.

- No hubiera pasado nada Elizabeth. –Contesto un poco alterado. –Lo siento, pero la imaginación también es una forma de tortura.

- Si, comprendo. –Ella llevo su mano a la mejilla del soldado  y empezó acariciarlo. – ¿Ryan?

- Si.

- ¿Por qué te gusta estar conmigo? - estaba muy sensible, su autoestima había bajado un 100%

- Porque no hay nadie como tú y te amo. No hay una mujer tan controladora y enojona, tan fuerte e independiente. Ni tan hermosa como tu. –Le quito un cabello del rostro, ella le sonrió. –Me encanta tu sonrisa. –Reírse es ser feliz por un momento.

- Luchamos tanto y míranos. –Alzo sus manos. –Logramos estar juntos.

- Pensé que sería más fácil.

- Yo también, pero las cosas buenas nunca son fáciles.

- ¿Entonces serias mi esposa? –Se arrodillo y saco de su bolsillo lo inesperado. Las cortinas de la habitación se abrieron, algunos pacientes habían salido de sus camas a observar el espectáculo, Ray, Cassandra y Sid también. Elizabeth no pudo evitar llorar y reír, apenas y podía hablar. Le hizo un gesto anunciando el “si” y todos aplaudieron. Él le coloco el hermoso anillo, ella lo tomo de las manos y se besaron como nunca lo habían hecho. Un beso lleno de esperanzas e ilusiones, un beso anunciando una nueva etapa, sin más rodeos y guerras.

Él era el soldado del amor…

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⏰ Última actualización: Mar 10, 2015 ⏰

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