"La historia de mi vida (II)"

Es hora de volver a casa...

Hay viajes de tren que parecen eternos cuando te mueres de ganas por llegar a tu destino, parece cómo que el mundo se ralentiza; ves todos y cada uno de los movimientos de los pasajeros, esa niña que corre abrazando a un peluche mientras su hermano mayor la persigue, esa pareja de ancianos que mantienen sus manos unidas y que no las sueltan venga lo que venga. Esa chica que se nota a leguas que está enamorada del chico que le acompaña. Escucho el sonido de algún móvil mientras que por el otro auricular escucho mi canción favorita, esa que aún habla de alguien a quién perdí y que muy a mi pesar aún añoro.

Noto la mano de alguien en mi hombro y me giro levemente. La entrañable anciana de mi lado me regala una sonrisa cómo el que le regala una piruleta a un niño. Le regalo otra para no quedarme atrás.

-¿Tiene hora? -pregunta.

Giro la muñeca y observo el reloj.

-Las once y media -respondo y asiente.

-¿Un largo viaje? -vuelve a hablarme.

-Uno demasiado largo -comento.

-¿Y ahora hacia donde se dirige? -me sonríe.

-Después de casi un año creo que ya toca volver a casa.

-Deben echarte mucho de menos -me dice colocándose bien las gafas.

-Y yo a ellos -admito- Pero necesitaba irme un tiempo -digo apenas en un susurro.

Me mira con ternura y con delicadeza acaricia mi mano.

-No permitas que ese chico sepa que sigues con el corazón roto.

La miré y no sabía que decir, ¿tanto se me notaba? Me había venido bien todo este tiempo alejada de él, me sentía más yo, cómo que todo valía más la pena y había vuelto a reír como hacía años atrás. Necesitaba este respiro pero echaba de menos a mi familia y necesitaba volver. Necesitaba volver para verles y para verle a él un rato más. Le había echado en falta, sí, y no creía que fuese nada malo porque en todo este tiempo había notado que ya no me dolía tanto como antes. Ahora era un dolor soportable y que me permitía seguir. Ahora no solo Luna volvía a casa, volvía Luna y el dolor, nos habíamos hecho hasta amigos.

Volví a la realidad y miré a la señora de mi lado.

-Pero...¿cómo? -le dije sabiendo que me entendería.

-Son demasiados años vividos, querida -sonríe- Yo también huí y no debería haberlo hecho, quizás las cosas podrían haber sido distintas -me senté de lado dispuesta a escucharla.

-¿Y qué pasó? -pregunté curiosa.

-Volví y el mundo quiso que me volviese a encontrar con él.

-¿Te seguía queriendo? -vi como le brillaban los ojos y sonreía.

-Como el primer día -me llevé la mano a la boca sorprendida y sonreí- Pero hice que luchase por mi con garras y dientes -se rió y la imité.

-¿Y cómo acabó? -pregunté.

-Tuvimos tres hijos -abrí los ojos de la impresión y le sonreí- Lamentablemente el maldito alzheimer me lo arrebató hará ya un año -noto como una delicada lágrima se desliza por mi mejilla y me la quito rápido- Hoy es nuestro aniversario y voy a verle - sonríe- Aunque no esté no puedo perder las viejas costumbres -me enseña las flores que lleva- Hoy las flores se las doy yo y no él -le agarro la mano cómo si así el dolor fuese más llevadero y le sonrío.

*PRÓXIMA PARADA: BARCELONA* Se escucha por el altavoz y levanto inmediatamente la cabeza.

-Ésta es la mía -digo en un susurro, la mujer me sonríe y la miro- Siento mucho que... -me interrumpe.

-No -dice ella con una sonrisa- Fui muy feliz, no hay nada que sentir.

Cojo mi maleta y me levanto para acercarme a la puerta y ser de las primeras en salir.

-Querida -oigo a mis espaldas- ¿Tu nombre? -sonrío.

-Luna -respondo- Mi nombre es Luna.

-Bienvenida a casa -sonríe- Y... -me giro un segundo para mirarla por última vez- No le pierdas, no dejes que la vida te lo quite.

Escucho como se abren las puertas, le sonrió una última vez y al notar que la gente se acumula a mi alrededor me bajo de ese tren. Miro a mi alrededor y parece que todo ha seguido igual desde que me fui. Dejo ir todo el aire que estaba aguantando y empiezo a andar, me repito constantemente que todo irá bien, estoy segura de ello.

Luna -me digo- Ya es hora de volver a casa.

Continuará.