capitulo 19

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La suite gozaba de un diseño y de una decoración impecables, aunque Dulce no se sentía muy cómoda. Se puso a caminar de un lado a otro, pegando la oreja a la puerta que conectaba ambas suites para ver si lograba escuchar algo. Incluso cuando le llevaron la ropa y los artículos de aseo, se sintió como un animal enjaulado, esperando a que su domador la alimentara. Entonces, se dio cuenta de que no había comido nada desde aquella mañana. Su estómago protestaba para que se enterara.

Al final, decidió tomar el teléfono y pidió que le pasaran con la suite del señor Uckermann. Nadie respondió. Lentamente, colgó el teléfono. Resultaba muy extraño. ¿Se estaría duchando? Se metió en su cuarto de baño y escuchó, pero no se oía nada. Entonces, regresó al salón y llamó al señor Jones, quien estuvo encantado de decirle que el señor Uckermann había pedido un listado de las personas que solían jugar al golf con el señor Herrera y que ya había organizado una reunión con el único de ellos que se iba a quedar en las instalaciones todo el fin de semana.

Se había ido sin ella...

Dulce colgó el teléfono sin darle las gracias al señor Jones. Se negaba a estar allí esperando sólo porque Chris hubiera decidido actuar sin ella. Sin embargo, sabía que si averiguaba algo de Poncho, se lo diría. Hablando de Poncho...

 Marcó el número de su teléfono móvil, pero no consiguió respuesta, como le había ocurrido en anteriores ocasiones. Colgó el teléfono por tercera vez, preguntándose qué habría hecho si Poncho hubiera contestado el teléfono.

Se quitó el traje y los zapatos y se dirigió a la ducha. Media hora más tarde, se sentía limpia y fresca, vestida con unas braguitas de algodón y el albornoz del hotel. Aquella vez, se dirigió a la puerta que conectaba ambas habitaciones y la abrió. Encontró cerrada la del lado de Chris.

Consideró sus opciones. No parecía tener ninguna. Se sentó en la cama y colocó el teléfono sobre la colcha. A continuación, sacó su agenda y decidió llamar a Mona a su casa. La mujer respondió enseguida, con la misma eficiencia que lo hacía en el trabajo.

Sin darle demasiada información, Dulce le preguntó si había tenido algún mensaje y le dijo que al día siguiente llegaría algo más tarde que de costumbre a la oficina. Entonces, le pidió que le localizara a Barry. Mona dudó y le dijo que Barry no había regresado a su despacho después de la reunión en la comisaría. Había llamado por la tarde y había dicho que estaría también ausente al día siguiente. No había dejado ni dirección ni teléfono donde se le pudiera localizar. A continuación, Dulce le dio las gracias y colgó el teléfono.

Suponía que Helena y Barry encajaban como pareja. Los dos eran ricos, de la misma edad y con gran atractivo.

 A pesar de todo, le había extrañado que la hubiera llamado «Trixie» y que Helena no se hubiera inmutado.

Sin dejar de pensar en Barry y en Helena, tomó de nuevo el teléfono para llamar a Información. A los pocos minutos sabía que no existía ninguna floristería llamada Manny en la ciudad de Albuquerque ni en todo el estado de Nuevo México. Se recostó contra las almohadas. Resultaba extraño que el repartidor se hubiera presentado en el mismo club que Poncho y que no le hubiera querido entregar las flores a ella.

A continuación, examinó los mensajes que Mona le había dado por teléfono. Mandy Mallone la había llamado en diez ocasiones, aunque sin dejar detalles. A pesar de que una voz en su interior le decía que no llamara a la bailarina, marcó el número.

-¡Gracias a Dios! -exclamó-. Me estaba volviendo loca preguntándome qué era lo que debía hacer. ¿Loca? ¿He dicho «loca»? Así es. Estoy perdiendo el juicio.

Amante desconocido  ***HOT***Donde viven las historias. Descúbrelo ahora