—Perdón, mi cerebro ya asocia lenguas con sexo.

—Tenemos mucho que trabajar —decidió Draco mientras negaba con la cabeza. Miró a la chica un momento antes de mirar a Harry—. Anda, y recuerda: centra tu atención en su persona y no en lo hay bajo su ropa. Nada de insinuaciones y si ella te ofrece follar dile que no para que sepa que vas enserio.

—¡¿Qué?! —dijo un poco, demasiado alto, mirando a su amigo, incrédulo—. ¿Quieres que rechace una invitación a tirar? Ni de broma, Draco. Llevo dos días sin hacer nada y ya empieza a dolerme. Si esa chica me dice para coger, yo-

—Ya, ya. Que tampoco es para tanto —le frenó. Hizo movimientos sueltos y vagos con la mano, su mirada desinteresada mientras exponía—. No es como si fueras capaz, solo lo dije bromeando.

Cuando Harry frunció el ceño por lo que Draco había declarado, el rubio supo que había ganado la discusión y ahora tenía a Harry en la palma de su mano.

—¿Que no soy capaz? —cuestionó.

Draco se encogió de hombros.

—Sí, ya sabes. Como que nunca podrías tomar algo enserio si ese algo involucra sexo. Eres débil ante esas cosas.

Harry apretó la mandíbula y le dio otra fugaz mirada a la chica.

—Soy completamente capaz de aguantarme el tiempo que sea sin follar, Malfoy.

—Si es así, ¿por qué no lo haces?

—Porque no quiero y no hay necesidad de tal cosa.

—Hmm... eso suena a excusa barata, Harry —se puso de pie le rodeó el cuello con un brazo, dejando la boca en su oído—. No es nada de qué avergonzarse. Simplemente admite que no estás dispuesto a dejar de tener sexo por unos cuantos días.

—No soy un ninfómano¹, ¿bien? Soy perfectamente consciente de lo que quiero y puedo detenerme en cualquier momento —decretó sin inmutarse por los susurros en su oreja.

Aún si Harry sabía que a su amigo le gustaban los chicos, él nunca se permitió incomodarse por esto, él no era un homofóbico en los absoluto. Después de todo él siempre —desde que conoció a Draco a los once años en el callejón Diagon— imaginó que su orientación apuntaba hacia los hombres, pero de igual forma decidió volverse su amigo más cercano.

No se arrepentía. Nunca podría arrepentirse de ser el mejor amigo de Draco y que él fuera el suyo. De igual manera Draco nunca dio indicio de alguna atracción hacia él, ni la más efímera. De hecho, hasta podría decirse que Harry parecía el gay en su amistad. En términos de contacto, claro. Él siempre se encontraba abrazando, acariciando o incluso besando al rubio. No en la boca, por supuesto, pero sí en su frente, mejilla o cuello. Su amigo tampoco se molestaba, aún si sus muestras de afecto eran más simples y poco usuales, Harry sabía que Draco adoraba sus abrazos.

Por eso siguió hablando con él de esa forma tan fácil de malinterpretar.

—Uhm, así que puedes detenerte... —murmuró Draco pensativo, justo antes de que una sonrisa traviesa, maligna e intencionada se formara en sus labios—... Vale, demuéstralo entonces —dijo volteándose para quedar de frente a la chica—, ve y pídele una cita formal, sal con ella por unos días. Enséñame que tu cabeza de arriba controla a la de abajo y no al revés.

Harry tragó grueso, inseguro y con su pene gritando "¡objeción!" dentro de sus pantalones. Ni su amiguito ni él estaban contentos con la idea de aplazarlo por más tiempo.

Pero qué mierda. Él no dejaría que Draco se regodeara a costa de su libido. Él era un hombre consciente de sí mismo, no se dejaba influenciar para nada. Él fácilmente podría ir, sentarse en frente de la chica y entablar una conversación con ella sin necesidad de alguna insinuación.

Él jodidamente podía hacerlo. Haría a Draco tragarse más que solo sus palabras.

—Vale, acepto —contestó finalmente.

Draco alzó una ceja y sin agregar nada, empujó a Harry por la espalda para impulsarlo a caminar directo a la pelirroja.

Harry se forzó por no mostrar su típica expresión lasciva, sino que sonrió amablemente, acomodando sus lentes mientras terminaba de llegar a ella y tomaba asiento sin pedir permiso.

—Hey —consiguió dicir. Ella levantó su mirada de la bebida y sonrió también, dejando el vaso de lado para prestarle atención—. Harry Potter.

—Ginevra Weasley, puedes decirme Ginny. Mucho gusto —Harry sonrió, pensando en algo más que decir. Pero ella se adelantó con una mirada preocupada—. Lamento si el que te haya mirado ocasionó algún tipo problema con tu novio... Al principio pensé que venías solo.

Harry parpadeó perplejo ante eso. Miró a Draco por encima de su hombro, que había retomado su conversación con Blaise y luego volvió a ella. Negó con la cabeza lentamente.

—Oh, no, no. Draco no es mi novio. Yo no soy gay —aseguró.

Ginny lució extrañada, probablemente se había fijado en la forma en que ambos hablaron —Harry debía admitir que era algo sospechoso— pero no dijo nada más al respecto.

—Está bien —aceptó—. Y dime... ¿quieres ir a algún lugar o...?

Harry se relamió los labios con la punta de su lengua y volvió a negar. Carajo.

—Yo... generalmente me encantaría, pero estoy buscando algo serio. Ya sabes... sentar cabeza —usó la frase que Draco le había dicho minutos atrás.

—Oh, entiendo, entonces, ¿soy candidata para eso? —bromeó riendo entre dientes.

Harry también soltó una pequeña risa, sintiéndose bastante cómodo para su sorpresa.

—Por ahora eres la única para el puesto.

—Eso es halagador, ¿tal vez tienes un celular? —Harry asintió—. Bien, ya sabes, estos aparatos muggles son más útiles de lo que algunos creen. En ese caso, ten mi número. Me llamas y cuadramos para vernos y ayudarte con eso de sentar cabeza, ¿sí? —soltó anotando su número de teléfono en una servilleta y entregándoselo. Luego se puso de pie, agarró su bolso y le guiñó un ojo—. Debo irme, mis amigas me están esperando. Espero tu respuesta, Harry.

Puede que el tono lleno de chulería que usó debió encender alguna alarma en Harry, pero este estaba tan desubicado —había obtenido el número de una chica sin habérsela follado— que no lo notó y solo la vio marcharse.

Se quedó mirando la servilleta unos instantes, todavía sin poder creer lo sencillo que había resultado. Pero por supuesto que lo fue, él era Harry Potter, él tenía muchos atractivos aparte de su pene.

Sonrió victorioso y volvió con Draco, que había vuelto a mirarlo esta vez con una copa de vino tinto en las manos. Posó sus ojos en la servilleta antes de conectar con los ojos emocionados de Harry.

—¿En serio aceptó salir contigo?

—¡Para que la chupes, cabrón! Te dije que era completamente capaz de domar a mi pene. ¿Ahora quién es el tonto? —le sacó la lengua, irradiando felicidad. Draco rodó los ojos y volvió a tomar de la copa de vino—. Ah, no, no. No me ignores, Draco. Dilo, quiero oírte decir "¡ohh, Harry, eres tan inteligente incluso cuando tu polla está agonizando por la abstinencia!".

—Vale, yo no quería escuchar eso —habló Gregory con una sonrisa incómoda.

—Yo sí me siento orgulloso de ti, Harry —acotó Vincent, más que borracho—. Controlar el libido no es fácil, ¡venga esa mano! —exclamó chocando los cinco a duras penas con el contrario.

Draco volvió a poner los ojos en blanco y no opinó mientras Harry presumía el número de aquella bruja.

Sentía que su amigo se arrepentiría luego, pero no podía decir a qué venía ese sentimiento, y por el momento, con la satisfacción de haber conseguido que Harry tomara la iniciativa, no pudo obligarse a pensarlo demasiado.




Ninfómano 1: persona con deseo sexual hiperactivo, exceso de apetito sexual o adicción por el sexo.

EstrechezOnde as histórias ganham vida. Descobre agora