—Hazlo si no quieres tener problemas con Killian, —me interrumpe—, quiere que lo hagas ya.

No tengo amenaza de moral en este momento, pero hacerlo significaría confabular con la mafia rusa y podrían acusarme por traición a la Armada de Ucrania, el ruso tendría una forma de manipularme para que yo no diga nada sobre él, no sé si lo haría, pero es una probabilidad que no puedo descartar. Pese a las consecuencias que pueda tener, decido hacerlo.

Acomodo el arma por encima de la mesa teniendo en cuenta la distancia que nos separa, la cubro un poco con mi cabello y mantengo mi cuerpo en una postura común como si me estirara por algo. Es complicado tener un disparo certero así, ya que la pistola no está precisamente frente a mis ojos para calcular la puntería. Hay algunos meseros pasando por ahí, así que espero un poco a que despejen al área. Ubico al hombre que sigue hablando con Killian y sin preámbulos disparo. La bala viaja a una velocidad increíble y atraviesa la cabeza del hombre desatando la sangre que entinta el suelo provocando que todos los comensales se levanten al instante cubriéndose y gritando.

Killian sonríe satisfecho y se levanta dirigiéndose a nuestra mesa. Me toma del brazo y me saca de ahí, mientras Maksim nos sigue. Llegamos a las camionetas y entro al asiento trasero bajo el bullicio del lugar.

Los rusos se ubican en los asientos delanteros y el líder de la Bratva arranca como si nada. Le regreso el arma a Maksim y pienso que lo mejor es mantenerme en silencio mientras observo a Killian quitarse una pequeña mancha de sangre frente al espejo retrovisor.

Realmente no me molestó matar al hombre, pero me hubiera gustado que Killian lo hablará antes conmigo. Afortunadamente estoy bastante camuflada para que no me hayan reconocido, no me quiero imaginar lo que pensaría mi familia si supieran que ando asesinando gente por mi secuestrador.

—Pasaste la prueba —habla Killian por fin cuando ya nos alejamos lo suficiente de la ciudad—. Tienes una parte de mi confianza.

—¿Para eso me sacaste? ¿Una prueba para qué? ¿De qué me sirve tu confianza?

—Haces demasiadas preguntas, pequeña —dice—. Tú me harás generar en distintos sentidos mientras permanezcas conmigo. Necesitaba saber si podía confiar en ti para sacarte, además el imbécil que mataste era un estorbo.

—¿Cómo te haré generar? —pregunto, omitiendo lo último que dijo.

—Mañana lo sabrás, por ahora no quiero más preguntas —demanda—. En la tarde subirán a prepararte unas personas porque en la noche volveremos a salir —avisa y asiento, aunque es la única opción.

Llegamos al Zamoc y Killian le ordena a la mucama que me lleve a mi habitación, no sin antes recordarme que me visitarán casi al anochecer y que debo hacer lo que me digan.

Me despido de Maksim y le hago caso al ruso.

El resto de mi tarde transcurre mientras termino de leer el último libro que recibí. Al pasar algunas horas tocan a la puerta y dos mujeres se adentran con bolsas y algunas cajas.

—¿Y eso? —pregunto cuando sacan una caja enorme llena de maquillaje.

Ellas me miran de forma amable por unos segundos.

—El señor quiere que la preparemos.

—¿Para qué?

—No conocemos esa información —se limitan a mantener la misma expresión.

Como no están dispuestas a contestar nada más hago lo que me piden dejando que me sienten frente al tocador y que me alisen el cabello. También me maquillan como si fuese a asistir a algún evento importante y al terminar esto me entregan un vestido negro en el que entro dejando que la tela me deje al descubierto la mitad de las piernas. El escote me resalta los senos y para finalizar me abrochan los tacones del mismo color que el vestido.

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