Daba pasos lentos hacia el gimnasio, mentiría si no estaba asustada, no comprendía que me llevaba caminar hacia allá podía perfectamente dar media vuelta y fingir que nunca había leído aquella carta pero no, quería ver que tenia Todoroki para decir. Al llegar al lugar citado abrí las puertas del gimnasio gamma lentamente, no sabía porque, pero tenía la leve sensación de ser la protagonista de una película de terror y que el chico bicolor me atacaría en cualquier momento.

Llegué al medio de la cancha, miraba en todas las direcciones esperando ver a Shoto pero no había rastro de él por ningún lago, fruncí mis labios en un puchero mientras verificaba la hora en mi teléfono rogando por no haberme equivocado.

—Pensé que no vendrías. —solté un grito al escuchar la voz del chico, volví a mirar a todos lados pero nada, él no estaba ahí, ¿lo había imaginado? —Creí que sería mejor que no me vieras, así no te sentirías enferma o te desmayarías. —culminó bastante apenado, suspiré.

—Gracias, supongo. —terminé susurrando lo último por vergüenza, no sabía cómo comportarme en esta situación. —Dijiste que me enseñarías los colores, ¿hablabas en serio? —crucé mis brazos en un intento por verme seria, hablar de esta manera era algo incomoda.

—¡Si, lo prometo! —parecía bastante emocionado. —Pero antes de eso, ¿estarías dispuesta a ver una cosa? —preguntó tímidamente saliendo de su escondite, retrocedí ante la oleada de colores que empezaba a presentarse frente a mí, eso pareció alertarlo ya que corrió en mi dirección, tomé sus hombros como apoyo. —Lo lamento, había olvidado que podía causarte esto. —mi corazón se achicó ante sus palabras, de verdad parecía afectado.

Apoyé mi cabeza en su hombro. ¿Estaba a punto de cometer una locura? Sí. ¿Iba a obsesionarme con él y lastimarlo? No lo sé. Pero él estaba totalmente dispuesto a tomar este riesgo y yo iba a seguirlo en ello.

Él me cargó como un bebé mientras yo enredaba mis piernas en su cintura, sin previo aviso comenzó a caminar con trayectoria a la salida del gimnasio, acomodé mejor mi cabeza entre su cuello y hombro, no sabía si era su quirk o no, pero la calidez que emanaba este chico era sin duda increíble. Cerré mis ojos sin tomar realmente importancia de a donde me llevara, solo quería sentir esta calidez por el resto de mi vida.

El viaje tuvo que durar alrededor de media hora. Lo que veía a mi alrededor eran arboles, muchos árboles de diversos tamaños y colores, se notaba la vida que tenia este lugar, giré mi cuello para apreciar mejor al bicolor, su cabello se divida en dos colores al igual que sus ojos. Sus ojos, aquellos lindos ojos que no me miraba como si fuera un monstruo, aquellos ojos que solo me mostraba amabilidad.

—¿Estas despierta? —asentí. —Bien, porque ya llegamos. —Soltó mi cuerpo con delicadeza, tomó mis hombros y me giró para que pudiera apreciar el paisaje frente a mí.

Toda mi vida había leído sobre los atardeceres, sobre aquella fusión de colores que todo el mundo adoraba. Jamás entendí porque les gustaban tanto, nunca pude apreciar lo lindo que era uno, hasta ahora.

Las lágrimas se acumulaban en mis ojos, posé mi vista en Shoto y este solo sonrió mientras yo hacia un esfuerzo para no llorar.

—¿Te gusta? Pensé que te gustaría ver esta mezcla de colores. —sostuve sus brazo con una sonrisa, pequeñas lagrimas traicioneras se escapaban de mis ojos, lo abracé.

—Gracias, gracias, gracias. —nuevamente escondí mi cara en su cuello, seguro debía verme bastante patética llorando.

Empezó a acariciar mi cabello suavemente, nos quedamos así durante un buen rato. Yo rodeando su cuello como si mi vida dependiera de ello y él solo tomando mi cintura con sumo cuidado.

—¿Aun tienes la paleta de colores que te di? —asentí frenéticamente mientras la sacaba de mi mochila, se la extendí. —Este color se llama naranja, le da un contraste al atardecer. —me mostró aquel color, yo solo movía mi cabeza en silencio. —El color que más predomina es el púrpura azulado. —movió la paleta expertamente dejando ver otro color. —Aunque también hay rastro de amarillo naranja en el. —enseñó el último color con orgullo.

Seguía moviendo la cabeza de arriba a abajo sin entender nada realmente, solo me gustaba verlo hablar.

—¿Cuál es la diferencia entre el naranja y el amarillo naranja? —un puchero apareció en mis labios al no notar diferencia alguna, al parecer, aprender los colores sería más difícil de los esperado.

—Sus tonalidades son diferentes, al principio tal vez no te des cuenta pero pronto aprenderás a diferenciarlos. —me entregó la paleta aun con una sonrisa.

—Esto es más difícil de lo que parece. —empecé a jugar con ella observando todos los colores que poseía, los cuales eran un montón, demasiados para contar. —¿Cómo es que eres tan bueno en esto? —pregunté en tono de reproche ocasionando una risita de su parte.

—Pasé toda una semana memorizándolos por ti.

¿Toda una semana? ¿Por mi? A pesar de que le pedí que se alejara, que no volviera a hablarme él se pasó toda una semana entera aprendiendo Dios solo sabe cuántos colores.

—El color en tus mejillas se llama rosado, significa que estas sonrojada. —con su dedo índice me mostró en color rosado, ¡ni siquiera sabía que nuestros rostros podía cambiar de color!

—Cállate. —regresé mi vista nuevamente a la paleta para intentar parar mis nervios, fue cuando me percaté de algo. —Este color es igual a tu ojo. —acerqué aquella paleta para poder compararla mejor.

—Su nombre es turquesa, es un color que está entre el azul y el verde, es el mismo que te dije antes en la pared.

El pequeño flashback de antes de mi desmayo regresó a mi cabeza haciéndome estremecer, miré al chico a mi lado, sus ojos estaban fijos en mí observando cada movimiento que hacía. Sus ojos, aquellos ojos que con solo verlos me hacían saber que yo no era un monstruo después de todo. Aquellos ojos que daban paso a los colores de mi mundo.

—Ya se cual es mi color favorito. —canturree con felicidad, él solo alzó su ceja intrigado.

—¿Ah, sí? ¿y cuál es?

—Gris y turquesa, por tus ojos. —embocé una sonrisa que lo hizo sonrojar, ¡el color rosa en sus mejillas quedaba realmente bien! —¡Te sonrojaste! Te vi hacerlo. —exclamé con felicidad dando saltitos, sus ojos se desviaron divertidos.

—Pensé que no me prestabas atención. —comenzó a caminar en dirección contrario, justo por donde vinimos, ladee la cabeza confundida. —Esta anocheciendo, te acompañaré a casa. —estiró su mano para que la tomara, lo hice más que encantada.

—Siempre te prestaría atención. —con esa simple frase hice que el rosado de sus mejillas aumentará a uno más intenso, no podía estar más contenta con esta situación.

Nuestras manos entrelazadas mientras caminábamos en el bosque a mitad de la noche. ¿Aterrador? Sí, pero si era junto a él podía acostumbrarme.

Toda mi vida creí tener un problema, solo podía ver los colores si encontraba a mi destinado. Durante la mayor parte de mi vida recé esperando no conocerlo, hoy me di cuenta de que tal vez no fue mala idea conocerlo, quizás había estado esperando este momento toda mi vida. No sabré decirlo con certeza si en un futuro lastimaré a Todoroki o no, pero lo que podría decirle en este momento es; me alegro que este aquí.

Me alegro que este conmigo.

Y me alegraré de eso por el resto de mi vida. 

 

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❅ ¦ Todoroki Shoto ▶ One ShotsWhere stories live. Discover now