Capítulo. I

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Siglo XVII, 1697, 25 de junio

—Todo el oro que quieras a cambio de su protección, tienes prohibido traicionar a la corona —me amenaza el rey, seguro de sí mismo.

—Su propuesta es tentadora mas no la voy a aceptar, brindaré mis servicios pero a otro precio.

—Habla —escupe en un tono molesto.

—Apoye a mi familia, quiero que vivan en Diamant. Pague el servicio médico y deles un buen trabajo, es todo lo que pido —le digo aparentando ser determinante.

—Bien, pero si quieres que sea así subiré el valor y grado del contrato. —Miró detrás de mí, a lo lejos, pensativo—. Protección de por vida para mi futura pequeña reina —me propone.

Dedicarle mi vida entera a una niña sonaba absurdo, pero qué más da, solo tengo que ser su niñera a cambio de que ellos sean felices.

—Acepto, firmaré el contrato —señalé firmemente.

Y fue así como vendí mi vida a cambio de la estabilidad de alguien más.

Siglo XVII, 1697, 23 de junio
2 días antes del atentado.

Pequeños golpes húmedos sobre mi nariz irrumpieron mi sueño, abrí los ojos y me encontré con un círculo de moho en el techo desgastado, aquel hongo es consecuencia de la excesiva humedad en la casa.

Los días fríos se terminaron, pero teníamos un nuevo problema: las tormentas. Cada noche teníamos que cubrir con hojas y paja las grietas que tenía el techo. Hacía un frío infernal esta mañana, las cobijas no bastaban para cubrirnos de él.

Yo duermo al lado de Benedict sobre varias frazadas, que nos protegen del duro y frío suelo, con una delgada sábana que nos cubre para taparnos de la temperatura tan helada. Sus padres dormían en un edredón, que así lo llaman ellos, hecho de sábanas delgadas y se cubrían con pequeños cuadros de tela vieja. Dormir aquí no es saludable pero valoramos lo que tenemos, muchas personas de esta pequeña ciudad viven en las calles y no tienen con qué protegerse.

La casa la mantiene el padre de mi hermano, Eliezer Saviñon, quien es la cabeza de esta familia, con su trabajo de albañil. Mientras que su madre, Aleyda Ajax, consigue todos los víveres esenciales con su labor en la fábrica de telas.

Mi nombre es Ansel Mavra Fallon, hija de personas inexistentes en mi vida y criada por la supuesta mejor amiga de aquella persona que me dio a luz.

Todos los días era lo mismo, Eliezer se despertaba en la madrugada para ir a trabajar mientras nosotros tres seguíamos con nuestro profundo sueño. Despertábamos con su ausencia y en el momento que nos levantábamos Benedict y yo limpiábamos el desastre que dejaba el clima, Aleyda en esos momentos se prepara para ir a trabajar ya que su vestimenta y limpieza tienen que ser más que impecables porque trabaja con telas de la realeza. Mientras ellos dos laboran Benedict y yo salimos a jugar, de vez en cuando aprovecho para ir a robar pero no lo hago tan seguido ya que estoy enseñándole a mi hermano como hacerlo sin ser descubierto con las manos en la masa.

El día de hoy tenía las características perfectas para cometer un delito. En el momento que Aleyda salió por la supuesta puerta, que no se debería de llamar puerta porque solo es un pedazo de madera con cadenas que lo sostienen, miré a Benedict y él asintió sabiendo lo que estaba a punto de suceder.

Aleyda nos había hecho unas capas largas que nos cubrían completamente, creadas con pedazos de telas que no servían para la fábrica, también tenían un gorro que nos permitía esconder el rostro a la perfección. Su principal objetivo era cubrirnos de la lluvia pero Benedict y yo le dimos un giro a su finalidad que la contradecía rotundamente.

El Caballero de la Reina I [La Infancia]Where stories live. Discover now