Capítulo II

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La mano le dolía un poco pero finalmente estuvo complacido de terminar el talismán número 800.

Suspiró.

-Buen trabajo, gege.

Xie Lian sonrió cuando sintió a San Lang recargarse en un abrazo que lo tomó por sorpresa.

-Aún no está terminado, pero, al menos estos nuevos talismanes serán más útiles, es difícil cubrir todas las peticiones de protección cuando algo como un asalto está ocurriendo.

El día había empezado hacía ya mucho, durante la rutina matinal San Lang escuchó con atención cómo fue que Xie Lian había asistido a una mujer embarazada, la sorpresa que se llevó. La aldea que visitó y sus habitantes tan amables con él. 

-No todos los días se inicia una guerra, pero si todos los días nace por lo menos un bebé, tendrás mucho trabajo si te consideran un dios partero.

Xie Lian sintió ese mismo nerviosismo, era cierto. La solución a su problema estaba frente a él esparcidos en papelillos dorados, la idea había surgido durante una charla matinal:

-Aunque confío en que la joven Liliang guardará el secreto. Espero que ella y su bebé estén bien, deberé ir pronto en busca de ayuda con la señora de la lluvia. También me gustaría poder encontrar el modo de cuidar la aldea, son muchos niños y ancianos.

-¿Por qué no gege crea nuevos talismanes más poderosos?

-Te recuerdo que mis poderes han decrecido desde que...

-...¿desde qué que?

San Lang sabía la respuesta y traviesamente colocó sus labios cerca del oído de su amado.

-Si gege necesita más poder espiritual, sabe que puede pedirme a mi todo el que necesite.

Xie Lian se sonrojó.

-Su alteza, siempre me castigaré por haberlo tomado de esa manera diezmando su poder, pero también es la manera más profunda de demostrarle toda mi adoración.

El rostro del príncipe pronto estallaría en colores rojos.

-No, no lo lamentes. Yo desee que las cosas fuesen así, pero no sé si mi poder espiritual sea suficiente para crear talismanes más fuertes.

-Lo es, su poder es inconmensurable, todavía más ahora que no tiene ya los grilletes malditos, ni siquiera mi virilidad lo ha hecho decaer de ser un poderoso dios marcial.

-¡San Lang! – lo regañó mientras lo jalaba suavemente de las mejillas a modo de regaño y el demonio se reía descaradamente.

-¡San Lang! – lo regañó mientras lo jalaba suavemente de las mejillas a modo de regaño y el demonio se reía descaradamente

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Así fue como habían llegado a la idea de crear nuevas herramientas de protección. Los dorados papelillos estaban desperdigados por todo el altar, con su nombre en tinta fresca. Perfecta caligrafía. Xie Lian miró de nuevo su trabajo.

El desfile de los diosesWo Geschichten leben. Entdecke jetzt