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Oh, el dulce placer del caos.

Louis está bastante seguro de que hay algo gustoso en su paladar. Satisfacción o como le llamen, Zeta dice que es lo más similar a una droga que ellos tienen. No importa, él está muy encantado. Bastante. Probablemente luego de que termine y vaya allá abajo (muy, muy abajo, la casa del jefe) va a festejar. Una fiesta no suena mal para un pequeño demonio que acaba de lograr una gran y jugosa pelea y disturbio en una asociación benéfica que ayudaba cachorritos abandonados o algo así. Humanos, en fin. (Bla, bla, bla. Los humanos son tan aburridos.)

"¡Te has robado nuestros fondos!" vocifera una mujer, tan furiosa y colérica que Louis contiene una risita con la palma de su mano. Está escondido para sus ojos, por lo que él puede completamente imitar la cara de la mujer, burlón. Y bien, como el hombre señalado enrojece y parece a punto de explotar, oh, eso es muy divertido.

"¡Mentirosa! ¡Fuiste tú!" toda la sala es gritos y señalamientos y Louis no se divertía tanto desde hacía un tiempo, desde que hizo que aquel adolescente prendiera fuego a un estudio de películas. Pero, eso fue en los años noventa, por ahí. Estaban dando esa serie americana que Louis profundamente detesta y bien, una manifestación en nombre de un demonio. Interesante.

Él se acerca, tranquilo y casi feliz. Se acomoda tras la espalda de una mujer, la directora, y se inclina a susurrar en su oído "¿Por qué no revisan su bolso?"

Deja ir una risita pequeña, toda maligna y emocionada. En el bolso de la mujer está el dinero, claramente, él mismo lo puso. Entonces, justo cuando la directora abre la boca para hablar, influenciada, y Louis sonríe ya saboreando el éxito, y ahí, pum.

Se detiene el tiempo.

Literalmente.

Él rueda los ojos.

"Oh, vamos. ¡Me estaba divirtiendo!" se queja, frustrado, cruzándose de brazos y volteando. Tiene el ceño fruncido y un mohín molesto e irritado en los labios.

"Lou."

Él chasquea la lengua.

"Harry" responde con dureza. Cuando lo mira, el ángel le sonríe. La irritación pica en sus labios.

"¿Qué haces?"

"Como si no lo supieras."

"Uhm" Harry tarareó, todo sereno y tranquilo, con ese aire cálido y ese aroma fresco. A Louis lo irritaba, profundamente, porque el angelito era profundamente hermoso, blanco y alegre y, lo peor, no le temía al gran y muy intimidante Louis. Se acercaba, casi luciendo feliz con esa túnica larga blanca que lucía los tatuajes dorados de su piel y su cabello con un poco de resto de nubes encima, enredada entre los rizos. Iugh. "No estás haciendo nada malo."

"Uh" gruñó. "Tú no sabes nada, cosa blanca y pura."

Harry sonrió, sin afectarse por la rudeza del demonio.

"Pronto dejaré de ser completamente blanco, Lou" canturreó. "Cuando terminen con mis tatuajes dorados mis túnicas se convertirán en oro y mis alas serán con hilos de plata. ¡Mi corona será de laureles!"

Louis entrecerró los ojos.

"Genial" masculló. "¿Crees que me importa?"

Harry rio, sacudiendo sus rizos.

"Podremos tocarnos" dijo, entonces.

Oh.

Bueno.

Louis se cruzó de brazos.

"¿Cuándo era tu coronación, uh?"

"El veinticuatro de diciembre para los mortales. El día de luz para nosotros."

"Esa noche preparé una gran masacre."

Harry amplió los ojos, la naturaleza brillando el iris.

"Louis, entonces tendré que bajar a detenerte."

Él se encogió de hombros, fingiendo indiferencia

"Quiero ver esas alas doradas. Seguro son ridículas y todo brillantes. Doloroso de ver."

Harry resplandeció, todo él tornándose brillante y cálido.

"¿Lo vas a hacer para verme?"

Louis se sintió repentinamente atacado y ofendido. Abrió los labios, a la defensiva.

"Claro que no, ángel idiota" masculló, una línea profunda en sus cejas y su mandíbula. Bufó "Solo quiero ver tus alas. Y tu estúpida túnica y estúpida corona de laureles. No a ti."

"Uhm" Harry pareció medianamente desilusionado, sus ojos cayendo un poco. Louis se removió, incómodo. Él, en serio, odiaba al pequeño ángel. "Pero, nosotros..." Harry enredó sus manos entre sí, jugueteando con sus dedos como si se tratara de uno de esos tímidos niños humanos, la cabeza ladeada y los hombros un poco encorvados. Louis se contuvo para no burlarse. "Nosotros podremos tocarnos sin que... ya sabes, mi piel queme la tuya. ¿No es genial?"

"No."

"¿Entonces no vas a tocarme?" el ángel hizo un pequeño puchero con su labio inferior. Louis desvió la mirada, ignorando esa sensación en su pecho.

Rodó sus ojos.

"Los ángeles son estúpidos" masculló. Dio una mirada a su alrededor, chasqueando la lengua. "¿Por qué no reanudas el tiempo? Quiero ver el resultado de mi travesura."

"Oh" Harry amplió los ojos de repente, recobrando esa emoción y alegría natural. Le sonrió abiertamente, todo brillante. "Para lo que venía, ¡Cierto!"

"Pequeño ángel idi-"

"Tu travesura no ha surgido efecto" dijo, como si nada, tarareando mientas avanzaba con pasos cortos dentro de la sala. Louis se congeló en el acto de maldecir. "En realidad, hiciste una buena acción. La mujer realmente estaba robando los fondos de la compañía. Tú solo dejaste la verdad salir a la luz."

"¿Qué?"

Harry le sonríe, suave y feliz, antes de acercarse con las nubes enredadas en su cabello deshaciéndose tras él.

"¡Hiciste una buena acción, Louis!"

Entonces.

Él como que realmente odia a todos los malditos ángeles. Y a las nubes, el cielo y esa mierda. Odia a Harry. Odia su piel tersa y lechosa y sus rasgos suaves y su aroma y palabras dulces y todo Harry en general. Odia al ángel. A todos los ángeles. Y todas esas malditas buenas acciones.

Por lo tanto, cuando lo pueda tocar sin quemarse él, muy probablemente, pique en su piel para comprobar si es tan tersa como luce. Criaturas blancas descaradas.

(No. Louis es un demonio muy malvado y cruel y egoísta. Él va a acabar con ese angelito idiota y sus intervenciones en sus travesuras y-)

"¿Quieres volar un poco juntos?" le pregunta Harry, entonces.

Louis frunce los labios con desagrado.

"¿Mis hermosas alas de cuervo junto a todas tus plumas blancas?" ironiza. Harry le entrega esa sonrisa que parece hacerlo resplandecer.

"¡Si!"

Él lo mira con seriedad y Harry ni siquiera se intimida, él solo lo sigue viendo así, dulce e ingenuo, brillante como si Louis fuera la cosa más bonita que Harry alguna vez ha visto. (Y por supuesto, lo es. Louis es malditamente atractivo. Solo que, cosas bonitas, en el cielo hay muchas. Harry debe haber visto muchas de esas. No entiende siquiera por qué lo mira así.)

Y luego, entrecierra los ojos. Tensa los músculos de su cuerpo, aprieta la mandíbula y agudiza la mirada.

Sin embargo, su voz es asombrosamente dulce cuando dice:

"Si, Harry. Volemos."

I hope that you don't run from me » larryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora