Capítulo 2

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Un nuevo día amanecía en Kinmonku-sei, y la ciudad que albergaba el palacio real del planeta comenzó a ponerse en pie, así como los distintos habitantes del propio palacio: desde el personal de servicio a los guardias y sailor; cambio de turnos, mientras que una gente se iba a dormir mientras otros les reemplazaban.

En la zona más privada del palacio, también comenzaban los movimientos, menos en una habitación que permanecía a oscuras.

—¡Kaitooooo! —gritó Saya mientras entraba en la habitación de su hermano pequeño, jamás entendería como podía dormir tanto, pero ella y Sakura siempre tenían trabajo extra despertando a sus hermanos—: ¡Despierta! ¡Llegarás tarde a la preparatoria!

—Cinco minutos más, Saya —murmuró Kaito mientras trataba de cubrirse con las sábanas nuevamente.

—¡No! —exclamó la chica mayor mientras tiraba de las mantas—. Si no te levantas ya mismo iré a por mamá o a por la tía Healer.

—¡Diablos! —gimió Kaito mientras salía de la cama a tirones—. Eres horrible. Es rastrero, amenazarme con buscar a mamá o a la tía, no tengo cinco años, ¿sabes?

—Pues deja de comportarte como un niño pequeño —alegó Saya mientras miraba a su hermano—. Tu entrenamiento como guerrero comenzará a las seis de la tarde, tras las clases, así que no te retrases.

—Claro —contestó con burla el chico, como si no supiera de sobra sus horarios, llevaba más de un año entrenando, aunque no era como si lo necesitara, era bueno en cualquier tipo de deporte o forma de lucha que le pusieran delante—. No me lo perderé.

Cuando Saya estuvo conforme con el hecho de que su hermano parecía estar en movimiento, activó su propio henshin y caminó fuera para reunirse con sus primas. Ellas eran las Sailor asignadas a la princesa Kykio, única hija de la Reina, que contaba con una Sailor más que su madre en su guardia personal.

Había muchísimas Sailor en Kinmonku, pero solo sus madres y ellas mismas eran las guardianas personales de la Reina y su hija, las demás vivían en unas instalaciones cercanas al palacio, pero no en el propio palacio, o estaban repartidas por las distintas regiones del planeta. Ella agradecía ser hija de quién era, no por el status en sí mismo, sino porque considera a su madre como una verdadera heroína. Le encantaba escucharla hablar de sus antiguas batallas, aunque a ella también le gustaría luchar como ellas hicieron en el pasado, pero todo estaba muy calmado, y su trabajo era demasiado sencillo ahora mismo.

No había caminado mucho cuando se encontró con su prima Sakura arrastrando a su hermano, a medio vestir casi de la oreja, lo que la hizo reír y conseguir que ambos se fijaran en ella.

—No creo que pueda ir a medio vestir a la preparatoria, ¿sabes? —comentó Saya con diversión, mientras veía como Sakura con su henshin activo señalaba el resto del uniforme y la mochila en su mano libre—. Supongo que tienes todo bajo control...

—Si no le saco de la habitación se volverá a dormir —se quejó la chica mientras le entregaba el resto de la ropa a su hermano pequeño—. De verdad, se parece a mamá demasiado.

—¿Por qué estoy siendo insultada ahora? —exclamó la voz de Healer, haciendo que ambas chicas se volvieran hacia ella con un ligero sonrojo en la cara e incluso el muchacho que estaba a medio vestir se acabase de arreglar con una velocidad casi imposible.

—¡Mamá! ¡Healer! —exclamaron varias voces al mismo tiempo, mientras impedían que se pudiera distinguir realmente quien hablaba.

De pronto, unos pasos acelerados provocaron que la puerta de la sala común de esa zona se abriese de golpe, dando paso a Taichi y a sus hermanas que le venían casi persiguiendo.

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