𝑾𝒂𝒓 𝒃𝒆𝒕𝒘𝒆𝒆𝒏 𝒔𝒊𝒏𝒈𝒆𝒓𝒔 ·· 𝑫𝒂𝒎𝒊𝒂𝒏𝒐 𝑫𝒂𝒗𝒊𝒅··

𝟏𝟐. 𝑯𝒖𝒓𝒂𝒒𝒖𝒊𝒏𝒆

EN ESA NOCHE OÍ A ALGUIEN TOCANDO A la puerta. Miré el reloj y eran las seis y trece minutos. ¿Por qué me despertaban a esa hora si no tengo ensayo hasta dentro de cuatro horas?

No me cambié de ropa ni nada y me acerqué a la puerta para abrirla un poco y dejar ver quién tuvo el placer de hacer tal terrible acción de despertarme.

—¿Qué haces aquí? —Le pregunté a la persona que estaba al otro lado de la puerta, era Damiano.

—¿Puedo pasar? —Preguntó, abrí la puerta y este entró, tenía todo el maquillaje de los ojos corrido y le faltaba la chaqueta que llevaba el día anterior.

—Damiano, ¿qué te ha pasado?

—Bueno, vamos a dejarlo en que habéis tenido mucha suerte y yo no. —Dijo sentándose en la cama.

—Damiano, en serio, ¿qué te ha pasado? —Le volví a preguntar sentándome al lado de él.

—Está bien, como sabrás en la cosa esta de las llaves me tocó con Sanja, si no recuerdo mal su nombre. —Hizo una pausa y yo asentí para que continuara. —Resulta que las Huraquines nunca pueden estar solas y he estado con las tres en una habitación.

—¿Y por qué has vuelto así?

—Pues lo de la habitación no lo voy a contar, seguramente te hagas una idea y para aclarar, estaba en menoría. —Hizo una pausa y cogió aire, como si estuviera recordando lo sucedido. —Pues estuve todo el día allí, hasta que logré salir gracias a alguien del servicio del hotel y tu habitación es la más cercana a la de ellas y no me quería arriesgar mucho, por si estaban cerca.

—Pero, ¿lo del maquillaje? y ¿antes no llevabas una chaqueta?

—A la primera pregunta, he tenido manos en la cara mucho tiempo. —Dijo para después reír un brevemente por lo bajo. —Y lo de la chaqueta, ni yo lo sé, si la encuentras, ¿me la das? Por favor.

—Sí, claro. Bueno, ¿quieres que te lleve a tu habitación por si te atacan?

—No hace falta, pero tengo una idea que sería mejor. —Dijo sonriendo.

—¿Cuál?

—Me quedo hasta la hora de ensayar contigo.

—¿Y qué piensas hacer?

—¿No es obvio? Dormir. —Dijo tumbándose en la cama.

—¿Quieres que me quede en la puerta vigilando? Por si acaso. —Le dije levantándome se la cama.

—¿Vas a estar mucho tiempo más con ese tipo de bromas?

—Puede ser.

—Vale, pero, por favor no le digas nada a Thomas. —Dijo Damiano y ambos empezamos a reir.

Después de unos minutos Damiano de durmió, no sabía que hacer, yo también tenía algo de sueño, pero para no molestarlo me quedé dormida en el sillón.

Después de ese tiempo, sonó el despertador. No me acordaba que el italiano estaba aquí y me asusté un poco, pero al ver de quien se trataba, me relajé.

—Buongiorno. (Buenos días) —Dijo este una vez despierto.

—Buenos días. —Le dije levantándome del sillón en le que me encontraba.

—¿Has dormido ahí? —Dijo Damiano señalando el sillón, yo asentí. —¿Por qué?

—No te quería molestar, no habías dormido mucho este último día.

—No me hubieras molestado. —Después de que Damiano dijese eso nos quedamos un rato mirándonos, no sabía que decir y creo que él tampoco.

—Creo que nos deberíamos empezar a cambiarnos de ropa. —Dije después de varios segundos.

—Cierto, pero, no tengo ropa aquí.

—Pues, puedes ir a tu habitación, ¿no?

—Sí, sí, claro, grazie mille (muchas gracias) por dejarme dormir aquí, te debo una. —Dijo el italiano levantándose de la cama, se acercó a mí para depositar un corto beso en mi mejilla y se fue hacia su habitación.

El resto de la mañana transcurrió como siempre, con ensayos.