Capítulo 1: La llegada del nuevo jardinero

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Peeta POV

Era una tarde tranquila el día que llegué a la casa de los Everdeen. El padre Plutarch me hizo el enorme favor de venir a dejarme, además de conseguirme este empleo. Después de cumplir los 18 años ya no podía permanecer en el orfanato donde me crié, debo salir a buscar la forma de ganarme la vida. Este es mi primer trabajo fuera, debo esforzarme por hacerlo bien.

De todas las cosas que he aprendido en la casa hogar, la jardinería era lo que mejor me salía. Amo la tierra, las plantas, las flores. Creo que puedo escucharlas cuando cae la tarde. Cantan con el viento y los árboles se mecen agradeciendo al sol que se marcha.

Siempre sé cuándo una mata está sedienta. Puedo ver en sus hojas ladeadas que clama por un poco de líquido. Sé cuándo las flores están a gusto en un lugar. Y cuando les molesta el sol.

Algunas nubes se acercan por el sur. Eso es bueno, esta noche Dios regará por mí.

Los pájaros saltan entre los árboles de rama en rama, haciendo todo el ruido posible antes de irse a descansar. Siempre he creído que quieren contar lo que les ha sucedido en el día. Pero son muy impacientes.

Noto que el césped está crecido y las flores descuidadas. Los rosales no han sido cortados como deberían, uno de ellos tiene las rosas tristes.

Esta casa es enorme, varias hectáreas de terreno, voy a tener que esforzarme mucho para que los dueños estén a gusto con mi trabajo. Lo primero será ir a presentarme con los árboles más viejos, luego que me reciban los señores de la casa.

—Peeta, mi amigo Everdeen no está. Va a llegar muy tarde— se revuelve el padre Plutarch.

—Puedo presentarme con su esposa y sus hijos.

—Es viudo y sólo tiene una hija. Pero él dice que puedes quedarte, ha llamado a su ama de llaves para que te reciba y te muestre donde puedes quedarte por hoy. Dice que en los límites de la propiedad había una casa para el jardinero, sólo hay que repararla.

—Eso está bien para mí— digo intentando sonreír. No hay una familia en realidad aquí. Sólo un padre y una hija.

Bajamos, luego de hablar y presentarme con la señora Sae,

me quedo.

El padre Plutarch me da la bendición y muchas recomendaciones. No debo entablar amistades muy cercanas con las demás personas del servicio hasta que las conozca de verdad. No debo ser visto en situaciones comprometedoras con las doncellas. No debo tratar a la hija del dueño o a sus amigos como iguales. Y sobre todo debo trabajar mucho para que estén contentos conmigo.

Me quedo con algo de tristeza. Es la primera noche que no estaré para cenar con mis hermanitos. Les dejé muchas indicaciones a Delly para que cuide a bien a Rue, Prim, Rori y Posy que son los más pequeños de mi familia. El próximo domingo podré verlos. Y cuando cobre mi primer sueldo les llevaré galletas y caramelos. Rara vez nos dejan comer dulces.

Mi primer día de trabajo la señora Sae me llevó a conocer la casita que antes fue los guardabosques y los primeros jardineros. Pero veo que hace mucho nadie está abandonada, es prácticamente inhabitable.

—Tenemos un cobertizo con herramientas detrás de la casa, allí guardamos todo lo necesario para reconstruir este lugar si quieres darte ese trabajo. O puedes quedarte en la habitación que ocupas pero hay ciertas reglas...

—Lo repararé señora— sonrío. No quiero pasar otra noche en la casa grande. Mi habitación está cerca de la de las mucamas debo evitar los malos entendidos. Es mejor tener un lugar privado.

Me dediqué el resto del día a trabajar en volver habitable la casita vieja.

Durante el almuerzo fui presentado con los demás trabajadores. Madge, la mucama; era una joven rubia delgada. Clove la cocinera, era bajita, de cabellos oscuros y con una mirada penetrante. Purnia estaba a cargo de la lavandería, junto a la señora Ripper se encargaban de la limpieza. Cato, el guardián, era alto y rubio. Bastante joven para el puesto. Darius, el chofer apenas me saludó, salió corriendo sin poder comer porque le llamaron de la oficina del jefe.

Historia de un Jardinero - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora