—Bienvenido a mi mundo —le había dicho un señor canoso y de porte regio, el cual se encontraba arrodillado frente a él, mirándolo con sus electrizantes ojos color ámbar.

—Su mundo me gusta, señor —contestó el pequeño en voz baja, apretando sus manos y jugando con sus dedos debido a los nervios—, pero quisiera volver a casa.

—Esta será tu casa a partir de ahora, muchacho. Por eso necesito que seas todo un hombrecito a partir de ahora, ya que te espera una gran carga y responsabilidad en un futuro.

Volvió a la actualidad, donde todos lo miraban expectantes a alguna reacción. Incluso Jaen, la cual antes se encontraba a sus espaldas, había cambiado su posición, justo al otro lado del escritorio junto a la abuela y Detroyd.

—¿Por qué yo? —preguntó, parándose bruscamente del asiento y estampando sus manos en la fina madera del escritorio—. Y Jaen… ¡¿todos?!

—Aquí es donde quería llegar, cielo.

—Eva, yo continúo desde aquí —dijo Detroyd, hablando por primera vez y logrando que Deux le mirase incrédulo y confundido.

Deux tenía un cúmulo de emociones brotando dentro de sí, como la mecha en un cartucho de dinamita, recorriendo el trayecto hasta lograr explotarla. Nunca había sido una persona dotada con el don de la tolerancia, o la paciencia, y en situaciones de mediano estrés ya estaba pateando cosas o arremetiendo con lo primero que tuviera en frente. Le costó mucho acopio de fuerzas para no irse encima del intruso, tensándose hasta sentir como sus venas se marcaban amenazantes a lo largo de sus brazos tatuados hasta la yema de sus dedos.

—Como gustes —aceptó la anciana, cambiando la mirada desde el invitado hasta su nieto, rezando porque no tuviese que tomar medidas en caso de que este explotara.

—Primero quiero aclararte una cosa, chaval —comenzó Detroyd—, todo lo que he hecho hasta hoy ha sido por esto que estamos contando. No tengo nada particular en contra tuyo y lamento que me hayas cogido esta manía, pero cada quien es este mundo, y en el otro, cargamos con un peso que debemos asumir y una responsabilidad a cumplir. Es nuestro deber como familiares.

—No desvaríes —le dijo Jaen, pasando descaradamente su mano por el hombro y brazo del Mortz. Él asintió.

—Bueno, a lo que vamos… —continuó—. Eva, esto es sin vaselina. Ya tu nieto está grandecito e intuye a lo que vamos.

La anciana resopló, encogiéndose de hombros y dándole paso a lo que debía contar de su propia boca. Al fin y al cabo, quién mejor que él para explicarlo todo.

—Pues no me colmes la paciencia, ¡joder! Y escupe todo de una buena vez.

—Deux Saintherre, miembro élite de la 7ma familia, los Therres —dijo Detroyd, cambiando tanto su postura como su tono de voz—, quien te escogió fue el viejo Daulla, tu abuelo. Él, al igual que yo y los otros cinco representantes de cada familia, somos creación de Oshanta y por ende, sub deidades, una vez que Freya surgió.

Ese fue el detonante para que el cerebro de Deux explotara, así como lo que quedaba de su cordura y contención. Se echó a reír sin poderlo evitar. Negaba, lo negaba todo como si le estuviesen tendiendo una broma.

Sin embargo, no le dijeron nada, ni le siguieron la corriente. Solo lo miraron indignados hasta que paró su repentino ataque de risa.

—Es broma, ¿no? —preguntó, comenzándose a preocupar.

—No es broma —dijo la abuela—. Conozco a Daulla desde que era una niña, él también me trajo. Y a Detroyd. Siempre han tenido la misma apariencia por más que pasen los años.

—A ver si entiendo… —dijo, para luego quedarse pensando, dándole vueltas a la información que tenía—. No, ¡no entiendo!

—Bueno, a ver cómo logro explicarte todo desde el inicio —resopló Detroyd un tanto irritado.

—¡No! —gritó Deux como si hubiese tenido una revelación—. Vayamos a lo que vine a preguntar desde un inicio… ¿Dónde entra Magna, de la 4ta familia, en todo esto?

 Vayamos a lo que vine a preguntar desde un inicio… ¿Dónde entra Magna, de la 4ta familia, en todo esto?

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Freya
Dublín, Irlanda.

—Señorita Lahen, necesito que venga con nosotros.

—¡Ni muerta vuelvo a confiar en los Souls! —dijo a un guardia—. La otra vez casi me matan.

Todo había sucedido demasiado rápido. Estaban en el estacionamiento interior de uno de los grandes edificios frente a la plaza Dartmouth, intentando abrir el portal de regreso a Estados Unidos, cuando fueron rodeadas por la seguridad de la 1ra familia.

La primera reacción de Magna fue culpar y acusar a Abdala, pero sabía —o esperaba— que ella no sería capaz de hacerles eso. Fue entonces que echó a correr sin importarle nada, hasta que, apenas pocos metros antes de salir del estacionamiento, un carro arremetió en su contra, arrollándola y dejándola en el suelo por el shock del impacto.

—La dama Andalla la solicita. Es una orden, no una pregunta.

—¿Porqué tu madre tiene que ser siempre una molestia? —preguntó retóricamente, mirando a Abdala desde su posición en el suelo, la cual no podía encontrarse más pálida o deprimida de lo que ya estaba.

—Mi madre no quiere hablar contigo, Magna —respondió la Soul—. Quien le interesa a ella es su creador, Oshanta.

—Magna, ¿ahora qué haremos? —preguntó Ohanna, aparentemente temerosa y con los nervios a flor de piel—. Será mi madre quien me mate, si se entera que invadí la sede de la 1ra familia.

—No se preocupe, señorita Delos —le calmó el guardia, tocándole el hombro en un extraño gesto familiar. El mismo observó entonces a Abdala, la cual entendió lo que él quería, abriendo un portal a un costado—. Que tenga buen viaje a casa. —Y la arrojó hacia el mismo sin dejarla tan siquiera reaccionar.

Fue entonces que agarraron a Magna de ambos brazos, obligándola a pararse y montándola justo en el vehículo que minutos antes la había arrollado. Abdala montó a su lado, dándole la mano y calmándola, intentando que llegasen a la sede al otro extremo de la ciudad sin que esa alocada chica produjese algún accidente como la otra vez, para que por fin Andalla, la representante de los Souls, saldara cuentas con Oshanta, si es que este estuviese dispuesto a hablar…

 Abdala montó a su lado, dándole la mano y calmándola, intentando que llegasen a la sede al otro extremo de la ciudad sin que esa alocada chica produjese algún accidente como la otra vez, para que por fin Andalla, la representante de los Souls, sa...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
DESCENSO (FINALIZADA).Where stories live. Discover now