uno.

21.1K 1K 395
                                    

Era un día más de universidad, tranquilo, aburrido, monótono. Al terminar la última clase, recogiste rápidamente tus cosas, para después salir volando por la puerta del aula. La clase había terminado después de lo usual, sabías perfectamente que tus padres estarían desesperados por tu llegada, preocupados incluso. Oh, ¿qué habrá pasado con su bella hija? 

Pero no podías estar más equivocada. Después de correr por unos diez minutos, entraste a casa sólo para encontrarte a tu familia...comiendo tranquilamente. Todos te miraron con una sonrisa, saludándote con la mano. 

"Llegué tarde" dijiste, esperando algún tipo de reacción, preocupación, algo. 

"¿Quieres una serenata?" respondió tu hermano, Kou, con la boca llena de arroz. 

Tu madre rió y jaló una silla, apuntando a ella para que te sientes a comer. Después de dejar tu mochila en la sala, y lavarte las manos, te sentaste, dispuesta a disfrutar de la deliciosa comida que había preparado tu padre, el cocinero designado de la casa. Siempre se quejaba sobre cómo tu madre jamás aprendió a cocinar, incluso después de haberse casado, pero el tiempo pasó, y rendido ante la falta de cooperación por parte de su esposa, decidió hacerse cargo él mismo, y realmente era una bendición para todos, nada se compara al sazón de papá.

"¿Qué tal estuvo la escuela hoy?" dijo tu padre con su voz rasposa, grave. Alzó la muñeca, entrecerrando los ojos al ver por unos segundos su reloj. "Hey, ¡llegas tarde" Dejaste salir un pesado suspiro, tu madre y hermano rieron ante la falta de atención de tu padre. 

Cuando todos terminaron de comer, Kou y yo comenzaron a lavar los trastes, alzando la voz ocasionalmente cuando enjuagaba torpemente los platos, salpicándote.

"¡Kou, hazlo bien o lárgate!" dijiste molesta. Te arrepentiste un segundo después, al ver como tu hermano mayor obedeció a la perfección tu orden. Se fue. Y con una enorme sonrisa. Echaste la cabeza para atrás, apurándote a lavar los trastes con la esperanza de tener tiempo suficiente para terminar el resto de tus deberes. Pero antes de poder continuar, algo llamó tu atención desde la ventana. Te congelaste por completo, dejando caer un plato, haciendo un desastre aún más grande que el que hizo Kou unos minutos antes. 

"______, ¿qué pasa? ¿Kou se fue de nuevo?! Ese niño nunca aprende..." dijo tu madre limpiando con un trapo todo el agua que había salpicado alrededor del lavabo, tu mirada estaba fija en la ventana. Tu madre, confundida al ver que ni siquiera parpadeabas, buscó con la mirada aquello que te tenía hipnotizada, sólo para ver...bueno, nada. Entrecerró los ojos, buscando algo, lo que sea, pero no había nada que podría llamar tanto tu atención. 

"Mamá..." dijiste con un hilo de voz, mirando detenidamente una especie de domo comenzar a cubrir parte de la ciudad. "T-tengo que hacer algo, ¡pero vuelvo pronto!" Besaste su frente, y huíste. Escuchaste sus gritos molestos por dejar a la mitad la limpieza de los trastes, pero para tí era más importante saciar tu curiosidad que hacer algo tan mundano como seguir lavando trastes. Tomaste tu bolsa, que convenientemente estaba en la sala, y corriste por la puerta. Tu madre observó por la ventana cómo te alejabas rápidamente, finalmente perdiéndote de vista. 

"¿Se fue de nuevo?" dijo tu padre, mirándote correr por la calle. 

"Sí, y Kou igual." suspiró tu madre, poniéndose el delantal, obligada a terminar la tarea que tú y tu hermano empezaron.

Seguiste corriendo, siguiendo con la mirada aquella extraña sustancia de color azul marino que se deslizaba por el cielo, notaste como estaba a punto de tocar el suelo, cerrándose por completo. Aceleraste el paso, corriendo más rápido que nunca, pero sabías que no llegarías. 

Y así fue. Te detuviste al ver cómo aquel domo se cerraba por completo frente a tus narices. Gruñiste dejando caer tu bolso al suelo, pasando tus manos por tu cabello. Pero no habías perdido la esperanza por completo, quizá no habías logrado entrar, pero jamás habías estado tan cerca de uno. Los veías todo el tiempo por la ciudad, una vez, viste uno formarse en medio de un examen, y te intrigó tanto que terminaste reprobándolo. Y ahora, después de meses preguntándote qué demonios era, estabas frente a uno. Agitaste tus manos, intentando sacudir el miedo, brincaste un poco, moviste tu cuello. Estabas lista. Arremangaste tu blusa de vestir blanca, descubriendo casi por completo tu brazo. Estiraste la palma de tu mano, y cerrando los ojos, con una lentitud desesperante para tí, te acercaste a aquella extraña barrera. 

caminos cruzados; (suguru geto)Where stories live. Discover now