14. el corazón delator

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Bajó las escaleras y buscó su móvil que estaba cargando junto a la televisión.

Poco tiempo tuvo para el ocio pues enseguida escuchó pequeñas pisadas bajando las escaleras y vio un pequeño diablillo con su pijama puesto, los pies descalzos y una despeinada y rubia cabellera corriendo en puntas de pie hacia la estantería al fondo de la sala. Ignorando completamente la presencia de la morena allí.

Se paró frente al gran librero que casi tocaba el techo y se quedó allí largo rato, bajo la atenta mirada de Natalia que intentaba no reír por lo insólito de la situación.
Aunque poco duró esa sonrisa, pues el niño comenzó a quitar los libros de su lugar, echarles un vistazo y colocarlos en donde antes no estaban. Rompiendo el orden alfabético que la morena había establecido hace unos días cuando él y su hermana estaban en casa de su mamá.

- ¿necesitas ayuda con algo?- rompió el silencio, haciendo que el niño de un respingo en el lugar y se gire hacia Natalia con una mano en el pecho.

- me has dado un susto- le hizo saber.- ¿que haces aquí?- frunció el seño confundido y se fijo en la ventana.- ya ha desanochecido.

A Natalia le hizo gracia el término y no quiso corregirlo.

- me he dormido en el sofá como tú. Pero tu mami no puede llevarme hasta la furgo en brazos como te ha llevado a ti a la cama.

- ¿y como es que llevas puesto el pijama de mami?

Natalia sintió como sus pupilas se escogían del susto, el niño la había pillado. Se aclaró la garganta para ganar un par de segundos.

- soy... sonámbula- se inventó.

- ¿caminas dormida?

- sí, así es.

- como... como zomnie pero sin morir.

- algo así, sí.

- pues tendrás que devolverle su ropa a mami, ese pijama le gusta mucho, se lo ha regalado la tira Marina por su cumpleaños.

- ah, mirá que guay...- se rascó la nuca un poco abochornada, un poco incomoda. No sabía bien hasta dónde había colado la historia y estaban atravesando un incómodo silencio.

- tal vez también has cambiado los libros de lugar porque yo había dejado uno por aquí y ya no está.

- ¡ah sí! Lo hago siempre. Deben estar en orden alfabético.

- ¿¡en donde!?- abrió mucho sus celestes ojos, escandalizado.

- no, me refiero a que están ordenados por la letra del apellido de la persoana que los escribió, como el abecedario... ¿sabes quien escribió el libro que quieres?

- Poe.

Natalia torció el gesto con confusión.

- ¿Edgar Allan Poe?- el niño asintió.

Entonces natalia recordó cuando ayudó a la rubia a ordenar la habitación de los pequeños, donde había, entre otros muchos libros infantiles, una adaptación para niños de un cuento de dicho escritor.

- creo que el que estas buscando está arriba, tu mamá me lo ha dicho.

- ¿has hablado con mi mamá?

- tu mami.

- ah... no ese no es. Ese es aburrido. Quiero el de verdad. No me da miedo yo lo he leído.- la miró con ojos suplicantes.

- vale, pero si te preguntan tu lo has cogido solo, yo no he visto nada.

- ¡venga!

Natalia buscó en la balda que estaba justo en medio, casi llegando al final de la balda de izquierda a derecha.

nómada Where stories live. Discover now