||Sin despedir||

Buenas tardes o noches, les traigo un nuevo one shot, es de KageHina.

Canción : Sin despedir, Carla Morrison.||

\\Las letras en cursiva son las acciones/palabras de los personajes.
Las letras en negrita es la letra de la canción.//

|«Sin despedir»|

—Hinata... —Dejé de beber de mi botella de agua, para mirar al entrenador Iwaizumi-san, quien estaba cruzado de brazos con una expresión que no supe describir —está en el hospital, nuevamente—.

|Te fuiste sin despedir|

Negué con la cabeza, mientras corría hacia la salida del estadio, esquivando con dificultad a las enormes multitudes que había aquí.
Debo apresurarme.
Él, me está esperando.

|Pensando solamente en ti|

—Tobio-kun—La voz de él, se hizo presente en mis pensamientos, haciendo que el corazón bombeara con fuerza. Cerré mis ojos, apretandolos y volví a abrirlos, viendo un destello a lo lejos. ¡Era la salida, por fin!
Llegué allí, noté como mis ex compañeros de la preparatoria intentaban llamar mi atención. Pude notar sus expresiones de confusión y preocupación.
Seguramente se estarán preguntando por qué me retiré en medio del partido.
Dejé de mirar de reojo y salí de allí,

|Y ¿qué le digo a mi corazón?|

Sentí mis manos sudar, algo malo...
¡No! No debo pensar en estas cosas.
Detuve mi caminar, llevé las manos al corazón.
¡Maldición!
No deja de doler.
—«"Te amo"» —Guié instintivamente a mis manos a mi cabeza, su voz... Hacia eco en cada espacio de mi pequeña mente—«"¡M-me gustas!"» —Sonreí leve, aquella torpe confesión que me dedicaste, ese primero de abril en la entrada del gimnasio, se introdujo repentinamente en mis memorias, como si de un flash se tratase.

|Si el no entiende de razón|

Recordé tus sonrojos, tus risas nerviosas.
Sin perder de vista, tu perfil donde tu cabello—el cual, estaba un poco más largo—se movía al compás del viento, mientras los pétalos del árbol caían con lentitud.

Dirigí mi mirada hacia el cielo, que estaba siendo cubierto de algunas nubes.
Arrugué mi frente, aún ese dolor en mi, no se detenía.
No quería preocuparme, así que, saqué mi celular y coloqué mis auriculares, sin dejar de correr.
|Y pregunta por ti, es difícil mentir|

Cuando se encendió, contuve mis ganas de llorar, el fondo de bloqueo...
Estábamos tú y yo, abrazados.
Rápidamente, desbloquee el mismo y elegí una canción aleatoria.

—Sin despedir... —Susurré al escuchar la melodia, guardé mi móvil en mi bolsillo.

|Yo ya no se qué decir|

Apresuré mi paso, aún quedaba menos de una calle para llegar al hospital donde estaba «él».
Las lágrimas no dejaban de bajar por mi rostro, las limpiaba como podía, pero simplemente no se detenía.