A veces las soledades

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Hace tiempo me di cuenta
de que tú no me quieres a mí,
tú quieres mi soledad.
Mi soledad te gusta.

Tú lo que quieres
es que tu soledad
no se sienta tan sola.

Tú lo que buscas es robarme mi soledad
pero yo no puedo dártela
ni puedo prestártela
porque yo la cultivé,
es mía.
Y sin mi soledad me quedo sola.

A lo mejor es eso lo que tú tienes,
que tú no tienes soledad
y solo es que estás solo.
Pero yo no puedo dártela
ni puedo prestártela.
Tú la tienes que encontrar en ti.

Las soledades viven en el centro del corazón
y duelen en el pecho como astillas
y si intentas sacarlas se hinchan
y se clavan más profundo.

Pero las soledades no son malas,
es que son incomprendidas,
las soledades quieren ser vistas,
quieren ser tocadas,
quieren ser sentidas.

Y no todas son frías ni oscuras tampoco.
Las soledades varían en tamaño y forma,
unas se ven como una niña en su habitación,
otras como su madre,
algunas son una fiesta
o un casa vacía
o una canción mientras manejas.

A veces las soledades fuman,
o besan
o bailan.
A veces las sol leen o escriben.
A veces las soledades recuerdan
o abandonan.

Y a veces las soledades hacen llorar.
Pero es solo al principio,
en lo que te acostumbras.
Porque cuando llegan
ya nunca más se van.

Para que la soledad llegué primero hay que estar solo,
hay que sentarse al borde de la cama a las 3 de la mañana
o un martes a las 3 de la tarde,
caminar despacio a la tienda viendo el suelo
o asomarse por la ventana de un café.
Pero si quieres que llegue más rápido,
prueba verte en el espejo.

Cuando venga la vas a reconocer
porque tu soledad se parece a ti
pero con los ojos más profundos
y la boca más cerrada.
Sabrás que al fin llegó porque sentirás frío,
los pulmones apretados
y unas terribles ganas de salir corriendo.

Pero no te asustes
déjala que llegue,
déjala que duela,
déjala que te hable
y a lo mejor tú le hablas también.
Y a lo mejor le haces un espacio
y a lo mejor se te hace compañía.

Porque tu soledad para eso está,
para enseñarte que no hay nadie
que nunca ha habido nadie
y que más te valdría empezar a conocerse,
porque son todo lo que queda ya.

Y no es que las soledades sean celdas,
son huertos.
Se cuidan, crecen, dan sombra.
Y ya que las soledades están maduras,
se encuentran.
Y ya que las soledades son valientes,
se unen.

Por eso yo no te puedo dar la mía
porque las soledades se saben,
las soledades se habitan,
se habitan solo en ti en su tono
y en su tiempo
y te dicen en secreto lo que vienen decir.

La soledad tiene muchas formas y tamaños
según lo que haga falta
pero hay una que llega cuando alguien te ve
y quiere a tu soledad más que a ti
y ya eres soledad y ya no eres tú.

Entonces le escribes
y le explicas las soledades
y luego se va
se va sabiendo de soledades
a buscar sus soledades
y tú te quedas ahí,
con una soledad nueva
y sin nadie que te explique.

A veces las soledadesWhere stories live. Discover now