III

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Erick vivía en una constante rutina en la que iba a la escuela por las mañanas y dormía por las tardes, a veces veía una película o jugaba videojuegos. Mantenía buenas calificaciones y buscaba algo que le indicara la carrera que debía seguir para la universidad.

Para su contento, Vincent no interrumpía en su rutina, se había acoplado bastante bien desde un inicio. Se sentaban uno junto al otro, pasaban los recesos hablando o solo haciéndose compañia y a veces saldrían unas horas antes de regresar a casa, nada que le impidiera tener sus responsabilidades en orden y disfrutar de sus horas de sueño.

O al menos eso era hasta comenzar con su descubrimiento de lo que es el primer amor. Erick llevaba meses en lo mismo, ya había experimentado lo que eran las dichosas maripositas en el vientre y los inminentes celos.

Y después de una rápida investigación en Google sobre cómo saber si estás enamorado, sabía que estaba en ese momento en el que siempre tenía su atención sobre Vincent.

Vincent hablaba y él escuchaba, Vincent caminaba y él lo seguía, Vincent pedía algo y él se lo daba, Vincent existía y él solo estaba ahí, justo a su lado, como siempre.

Era hasta cierto punto frustrante, Erick no estaba realmente seguro de querer pasar mucho tiempo de esa forma, en especial porque empezaba a querer más y más de Vicent.

Lo supo cuando la mano pálida parecía llamarle. Erick quería tomarlo de la mano por lo menos una vez. Entonces sí, sus preguntas comenzaron a tomar otro rumbo.

—Ya despierta, hombre.

Vincent golpeó su mano descuidadamente y lo miró cubriendo un bostezo con la mano. Erick le devolvió el golpe, sintiendo al instante un pequeño cosquilleo en la palma de su mano que lo hizo encoger los dedos de los pies.

—Otra vez andas en las nubes.

—No es cierto.

—Sí lo es, ¿qué es lo que piensas?

Erick se encogió de hombros, pero su vista fue a parar a la mano huesuda y varonil de su amigo. Eran grandes, sus dedos eran incluso más largos que los suyos y podía ver las venas marcándose hasta sus codos.

¿Qué se sentiría tomar su mano y entrelazar sus dedos? Tal vez no se vería tan bien como se vería con una mano más delicada que la suya, pero seguramente se sentiría bien, ¿verdad?

—¿Es una chica? —cuestionó Vincent, cruzándose de brazos y recostandose sobre el mesa-banco. Lo miraba curioso. —¿O un chico?

Erick hizo una mueca ante la mención, lo que hizo que los ojos de su amigo se abrieran incrédulos.

—No puede ser, ¿te gusta alguien?

El rubio negó con la cabeza. —¿Como sabes si te gusta alguien?

—¿Cómo que cómo? Pues así, solo lo sabes.

Erick frunció el ceño, entonces la pregunta solo escapó, como si siempre hubiera sido tan fácil. —¿Alguna vez te ha gustado alguien a ti?

Vincent arrugó la nariz. —¿Qué clase de pregunta es esa? Por supuesto que sí, a todos nos ha gustado alguien alguna vez. —ante el silencio de su amigo, volvió a mirarlo sorprendido. —¿A ti no?

Sin embargo, a Erick ya le estaban asaltando nuevas preguntas, por lo que la pregunta quedó al aire, aunque la respuesta parecía ser un poco obvia nadando entre ese silencio.

VincentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora