Sintió su respiración entrecortada chocando contra su rostro. Podía imaginar a esa rubia, sus labios temblorosos y su tez colocándose más pálida de lo usual. La pequeña brujita que tanto la admiraba en secreto pero que a su vez tanto le temía a muerte.

— É-Él dijo-

— ¡Ruther es un jodido experto mintiéndole a las personas! —alzó con rabia, estampando a la mujer contra el muro de baldosas. Apoyó ambas manos contra el muro a cada costado de su cabeza. La muchacha rubia tembló y soltó un pequeño jadeo de pavor, se encogió en su lugar desviando la mirada hacia un costado, con ojos llorosos—. Por algo me había preocupado de dejar en claro a los veinticuatro miembros del aquelarre que cualquier petición hecha por Ruther debía ser totalmente anulada si no tiene mi confirmación o autorización tanto en persona como escrita. Dime ¿Recibiste alguna de estas dos?

El silencio invadió por un largo momento, y a pesar de que Yashiro no era la más paciente cuando preguntaba algo, se dignó a darle algo de tiempo.
Dahlia era joven, probablemente la bruja más joven de todo el aquelarre. Era tímida, demasiado tímida hasta con los propios miembros, pero era increíble haciendo su trabajo.
Para Dahlia, trabajar con alguien como Yashiro era un honor. Cruzar palabras era como hablar con un Rey; eso la colocaba nerviosa, temerosa y lenta. Independiente de que ya llevara sus años tratando con todo tipo de clientes, para cualquier comunidad sería diferente si trataba de la princesa del Rey de las Maldiciones.

— Él mencionó que el amuleto era solicitud de usted, lo siento, cometí un error —logró hablar con claridad, sin trabarse con sus propias palabras o en un hilo de voz, pero la cercanía y sentirse más pequeña de lo usual no ayudaba demasiado.

Yashiro suspiró, la rabia le tenía los músculos tensos, pero resistiría. Tampoco quería culpar por completo a la bruja, sabía el tipo de persona que era, así que era de esperarse que a Ruther se le fuera fácil salirse con la suya, pero ya le llegaría el castigo de ello.

— ¿Sabes para qué lo pidió? —preguntó, esta vez desviando la mirada hacia un costado mientras retrocedía hasta apoyarse en el mesón del lava manos, extendiendo el amuleto destrozado a la rubia que lo recibió con manos trémulas.

— Bueno, armarlo fue difícil, pues lo que el específico fue "Anular la esencia del Rey de Maldiciones", en un principio me pareció extraño que fuera así, cometí el error de creer que realmente era por parte de su petición y realmente lamento ello... Uh, en un principio no creí que serviría, la esencia de Ryōmen Sukuna es demasiado fuerte, y siendo que usted se encuentra enlazada a él creí que sería imposible, pero-

— Ve al grano.

— S-Selle temporalmente el recuerdo de su esencia, con algo perteneciente a ambos fue suficiente, y Ruther me proporcionó un trozo de madera de la cabaña que ambos compartieron.

Oh, sus ganas de matarlo eran tan grandes que de verdad se creía capaz de hacerlo.

"De parte del aquelarre, dicen que es para la buena suerte" Buena suerte mi culo, Ruther. Refunfuñó en su mente. Su mano izquierda se deslizó por su nuca mientras llevaba su cabeza hacia atrás. Soltó un sonoro suspiro mientras pensaba en la situación.

El reencuentro duró unos cortos segundos. Lo reconoció, esos iris rubí; esa mirada sedienta de sangre. Lo reconoció en ese inocente rostro, ¿Cuántos malditos años tenía ese recipiente? Nunca lo había visto con una apariencia tan joven más allá de los veinticuatro años, realmente la tomó totalmente desprevenida.
Fue un choque que le seguía causando una desagradable presión en el pecho, las extremidades le temblaban como si se viera obligada a ir hacia él, pero en cambio, ante la presión de la situación; solo corrió a la dirección completamente contraria. ¿Fue miedo? ¿Fue tristeza? ¿Felicidad? No podía definirlo, solo fue un reflejo automático de su ser que le hizo escapar.

The  firstborn | Jujutsu Kaisen. (Pausada)Where stories live. Discover now