Capitulo 28. Dando explicaciones.

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B.: -Teniendo que disimular delante de su papá- Pues vea que no. Las muchachas pintaron el salón de su casa y yo me quedé a ayudarlas. O sea que de pasarlo rico, nada...

En un momento que Don Hermes subió a buscar algo a su habitación Nicolás intentó saber la verdad.

Ni.: Betty, eso de que se fue a ayudarles a pintar el salón a sus amigas no se lo cree nadie. ¿Adónde se fue con Mario?

B.: -Con un todo áspero- Pues vea que a ningún sitio. Mario y yo terminamos.

Ni.: ¿Qué Mario y usted qué...?

B.: Lo que oyó, Nicolás. Que terminamos... TER-MI-NA-MOS...

Ni.: -Muy sorprendido- Betty pero ¿le terminó él o fue usted?

B.: Vea Nicolás... simplemente SE TERMINÓ. No nos... amábamos lo... suficiente... y preferimos terminar...

Ni.: Pero Betty...

La presencia de Don Hermes no les permitió continuar con esa conversación. Betty no sabía por qué razón no le provocaba explicarle a su amigo el motivo de su ruptura con Mario. La justificación que se dio a sí misma fue la de evitar un enfrentamiento entre los dos hombres. ”Es que Nicolás es capaz de ir a pedirle cuentas y no quiero que haya una pelea por mi culpa. Alguien puede salir herido.”

Nicolás no se quedó muy conforme con la explicación de Betty, no en vano la conocía desde hacía muchos años. Él se había dado cuenta de que había algo más que su amiga no le había explicado, pero se dijo que otro día que pudiera hablar con ella a solas le preguntaría, y ella se lo acabaría contando como había hecho siempre.

Al día siguiente de la junta, las del cuartel le hicieron una encerrona a Betty en un momento en el que ella fue al baño.

AM.: Betty mijita, usted no se nos va de acá sin explicarnos qué pasó con su novio. Porque el otro día estaba desesperado buscándola y ahora nos hemos dado cuenta de que usted lo rehuye... ¿Es que han reñido?

B.: No, Aura María. Simplemente lo dejamos.

Be.: ¿Cómo así, Betty? Con lo enamorados que estaban... Y don Mario desde entonces parece un alma en pena... A mí me parece que de “gripa” nada, que todo es “mal de amores”... Betty, cuéntenos, ¿por qué terminaron?

B.: -Recordando la excusa que le había dado el día antes a Nicolás- Porque... no nos amábamos lo suficiente...

So.: Vea, Betty, ese cuento yo no me lo trago. Si usted estaba loquita por él y él bebía los vientos por usted... Díganos de verdad. ¿Qué fue lo que pasó?

Ma.: ¿Es que acaso había otra mujer? Porque todos sabemos que Don Mario siempre ha sido muy mujeriego...

B.: No, Mariana. Que yo sepa no había otra mujer. Claro que, conociendo a
Mario, eso nunca me atrevería a jurarlo.

Por más que lo intentaron Betty no les dio ninguna otra explicación a las muchachas y aunque ellas estaban convencidas de que había algo más que su amiga les estaba ocultando, no les quedó de otra que conformarse y seguir con los radares puestos a ver si conseguían enterarse de algo.

El resto de la semana Armando y Betty pasaron prácticamente todo el tiempo juntos, si exceptuamos la hora de dormir. Se convirtió en costumbre que él la recogiera en su casa por la mañana para ir al trabajo. Si tenía que salir de la empresa para asistir a alguna reunión ella lo acompañaba siempre. Iban juntos a almorzar y por la tarde salían también juntos. Ya bastante tarde él la acompañaba a la puerta de su casa y se despedían hasta el día siguiente. Aquel martes después del cine se fueron a cenar en un restaurante de comida rápida. El miércoles fueron a visitar una exposición de pintores colombianos y más tarde a cenar a un restaurante italiano muy selecto. El jueves su jefe quiso que ella lo acompañara a comprar unos utensilios que necesitaba para la casa y más tarde se dirigieron a la casa de Palermo. Armando quería pedirle permiso a Don Hermes para que dejara que su hija lo acompañara en un viaje de negocios ese fin de semana.

El papá de Betty le pidió innumerables explicaciones a Armando, pero finalmente acabó dándole permiso a su niña para viajar. Por supuesto que no
le dijeron que iban a estar tan cerca, ni el verdadero motivo del viaje: pasarían el fin de semana en Ubaté y el viaje no tenía absolutamente nada que ver con
la empresa.

La que no se quedó muy convencida fue doña Julia que esa noche aprovechando que Don Hermes ya se había acostado, entró en la habitación de su hija para hablar con ella.

DJ.: Bettica, mija, ¿cómo es eso que se vuelve a ir con su jefe este fin de semana?

B.: -Ilusionada- Mamá es que me invitó a ir a las cascadas de Ubaté. Dice que él estuvo hace tiempo con sus papás y que el paisaje es precioso. Vamos a llevar una cámara digital y ya le enseñaremos las fotos al regreso.

DJ.: Mija, ¿usted está segura de lo que está haciendo?

B.: Mamá, no hacemos nada malo. Mi jefe es muy respetuoso. Él lo único que quiere es que me anime y me olvide del desastre en el que acabó mi relación con Mario.

DJ.: Betty, yo seré mal pensada, pero su jefe quiere algo más.

B.: ¿Cómo así, mamá?

DJ.: Mija, a ese hombre se le ve a la legua que siente algo por usted. Nada más hay que ver cómo la mira y todas las atenciones que tiene con usted... Tenga cuidado, Betty. No me la vayan a volver a engañar...

B.: ¡Cómo dice eso mamá! ¡Don Armando no es así! ¡Él es una persona muy noble y muy buena, incapaz de engañar a nadie!

DJ.: Pues vea mija, que de momento a usted no le ha dicho toda la verdad. Porque me dejaría cortar una mano que ese hombre siente por usted.

Betty se quedó muy pensativa tras escuchar a su mamá. ¿Sería verdad lo que ella decía? ”No Betty. Eso no es posible. Don Armando sólo quiere ayudarte porque él te tiene mucho aprecio. Pero sólo como una amiga... No hay nada más...”

Por primera vez desde que supo el engaño de Mario, esa noche durmió de un tirón y no tuvo ninguna pesadilla. Al día siguiente antes de subir al carro de su jefe, él le ayudó a guardar la maleta de fin de semana que había preparado la noche anterior. Él también llevaba la suya en el maletero. Cuando salieran de Ecomoda por la tarde se irían directamente hacia Ubaté.

La novia de Mario CalderónWhere stories live. Discover now