36 | Estamos aquí

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Mis ojos van a parar una y otra vez a la canción que hay en la hoja junto a esa: Waste of time. Es dulce, movediza, te incita a bailar. Habla sobre encontrar a alguien que sea extraño, maravilloso, que parezca caído del cielo o de otro planeta, y sentir que has estado toda la vida aguardando su llegada. Es sobre un amor sin barreras ni tiempo que perder, porque sientes que jamás volverás a desperdiciar un segundo de tu vida junto a esa persona.

Waste of time habla de Nez y Kevin. Y de Eva. Hay mucho de ella en esa canción.

Cierro el cuaderno y lo arrojo a la mochila. Nadie me ve cuando, al bajar del bus, me arranco las lágrimas con la manga del abrigo.

Llego temprano al estudio y le digo a Johnny, el encargado del lugar, que tenemos una reserva a nombre de Ian. Él me deja pasar aunque faltan diez minutos ya que la sala está vacía.

Los chicos hacen su aparición poco a poco. Todos me miran con la misma expresión: una mezcla extraña e incómoda entre «vaya, Lila llegó muy temprano» y «¿qué mierda te pasó en la mejilla?».

—Un imbécil me golpeó —digo cuando Ian llega, a pesar de que Kevin lleva cinco minutos insistiendo. Ambos se ponen en alerta y se pegan a mí con miradas intrigadas y dispuestas a matar a cualquiera—. Y me suspendieron.

—¿Porque le devolviste el golpe? —inquiere Kevin, esperando que la respuesta sea un .

—Incitación. —Me encojo de hombros.

—¿Qué clase de razón de mierda es esa? —Kev se pasea molesto por la sala, refunfuñando acerca del sistema educativo—. ¿Y por qué mierda te golpearon? Espero que el idiota que lo hizo...

—Oye, Kev —llama Ian, haciendo que se me ponga la piel de gallina.

Está a mi lado, sosteniendo mis hombros porque, en algún momento, he comenzado a temblar y mi vista está borrosa. Me toco la cara, pero no hallo lágrimas. Kevin me mira alarmado y se apresura a disculparse.

—Li, ¿quieres contarnos?

—Yo...

—¡Lamento llegar tarde! —dice Nez, entrando a la sala como el tornado de energía que es.

Tanto Ian como Kev se miran entre sí antes de observar a Nez, a quien la sonrisa se le desdibuja al encontrarme rodeada de los otros dos. Deja su guitarra apoyada contra una pared en cámara lenta y se acerca a mí como si fuera un animal lastimado que ha encontrado en la calle. Sus manos envuelven mi rostro con suavidad y apenas se atreve a pasar su pulgar encima de la zona más enrojecida en mi mejilla, justo sobre mi pómulo.

—¿Qué pasó? —inquiere. Se las arregla para sonar dulcemente preocupado y amenazante al mismo tiempo. Incluso Kevin lo mira sorprendido, incapaz de creer la seriedad en su rostro—. ¿Lila?

—No pasó nada, Nez —susurro. Él niega con la cabeza y me toma de los hombros—. Ya deja...

—La suspendieron —dice Kevin. Le regalo una mirada de odio—. Y alguien le pegó.

—¿Quién? ¿Fue Katerine? —dice Nez, volviendo la cabeza desde Kevin hacia mí tan rápido que su cuello cruje. Le pongo una mano en la mejilla, pero su expresión seria no cede—. Lila.

—No —digo, asustada y confundida. Necesito que todos se relajen y se alejen de mí. De pronto, no puedo respirar—. Fue Dominic.

Los recuerdos del impacto volvieron a mí poco a poco mientras me encontraba en la sala de dirección, con Mackenzie al otro lado del escritorio y una silla vacía a mi izquierda, aguardando por papá. Ella me ayudó a rememorar esos insignificantes segundos en los que todo se fue a la mierda y que mi mente, como si fuera un método de defensa, bloqueó de mis recuerdos.

Acordes para LilaWhere stories live. Discover now