Capítulo 1.

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HABÍAN PASADO DIECIOCHO AÑOS desde que falleció Vivien y Ben Harmon, los mellizos habían crecido al lado de Constance Langdon, quien fue la mejor cuidadora para ambos, incluso sabiendo que solo uno de ellos era su nieto y no fue difícil descubrir quien llevaba su sangre puesto que después de todo se sabía la verdad y Michael... Él era diferente.

El joven había sido producto de una violación y no cualquiera sino de un fantasma, así es, Tate Langdon; hijo de Constance quién murió en la casa hace algunos años, seguía apareciendo en la casa y un día cometió una atrocidad, abusó sexualmente de aquella mujer que vivía en la casa y la embarazó. Fue el hecho más extraño en el mundo puesto que lo sucedido se creía totalmente imposible.

Los primeros años de la vida del joven fueron devastadores para Constance y mediante fue pasando el tiempo se convirtió en una terrible carga, y no solo para ella sino también par Mía; quien era la hermana melliza del muchacho.

Sucesos terribles mancharon sus almas, pero a Michael no parecía importarle, parecía un niño haciendo travesuras, sin embargo, asesinar a alguien... matar animales no era una travesura y Constance sabía eso, sabía que había algo muy malo dentro de su querido nieto.

—Abuela... —la voz de Mía sonó temblorosa.

—No, hija. Ahora no, por favor.

Constance se encontraba acariciándose el cuello con las manos temblorosas, su respiración era agitada y sentía un dolor en el cuello que le quemaba un poco, de sus ojos salían lágrimas de tristeza y pensaba: "¿Por qué no soy buena madre?"

—¿Estás bien, Abue...?

Mía insistió en su pregunta y Constance solo negó con la cabeza. Michael había aparecido a medianoche en su habitación, se subió arriba de ella y con ambas manos comenzó a asfixiarla mientras dormía, Constance despertó agitada y observó los ojos del muchacho muy asusta e intentó apartarlo, pero si fuerza era mayor que la de ella y no fue entonces cuando sentía que se rendía, llegó Mía y empujó a su hermano brutalmente haciéndolo caer de la cama y así liberando a Constance de la terrible asfixia.

En ese momento Michael tomó comsiencia y se dió cuenta de todo lo que estaba sucediendo, comenzó a llorar y le pidió perdón a su abuela, la cual con mucha desconfianza disculpó.

Ahora solas, Mía y Constance tenían que hablar sobre ello.

—Michael no está bien. —dijo la muchacha.

—Lo sé.

—Tenemos que hacer algo.

—Ve a dormir, Mía. —Constance le pidió mientras se acomodaba en su cama.— Yo haré lo que tenga que hacer. Por ahora duerme.

Esa noche Mía no pudo pegar el ojo en toda la noche, se la pasó pensando sobre su hermano y sobre cómo podría ayudarlo.

Fue una noche larga, al día siguiente Mía se levantó como de costumbre y arregló su habitación, en el comedor se encontraba Constance y Michael en el comedor, un platillo se encontraba servido esperándola, ella se sentó con su familia y comenzó a comer.

—Perdón, abuela. —Michael comenzó a hablar. Su voz era muy baja, parecía avergonzado.— Lo de anoche fue un accidente.

—Lo sé, mi niño. —Constance le sonrió nerviosa y le tomó la mano por encima de la mesa.— No te preocupes por eso, desayuna, necesitas comer.

—Pero, abuela...

—Está bien, cariño. Todo está bien.

Las palabras de Constance retumbaron en su cabeza y ella negó con la cabeza. Nada estaba bien, Michael no estaba bien.

El final está cerca (Alexander Lightwood)Where stories live. Discover now