4.Perdidos bajo tierra.

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Dwanvelin iba al frente, guiando al grupo. Su cabeza, cubierta por su empapada y pesada cabellera, era lo único que permanecía fuera del agua. El resto de su cuerpo luchaba por avanzar bajo el pesado torrente de agua a través del cual se iban abriendo paso, poco a poco. Utilizaba sus dos hachas contra una de las paredes a modo de piolets para afianzar cada paso que daba.

Justo detrás, atada desde la cintura al cuerpo del enano, avanzaba Olna. Braceaba furiosa por encima de la línea del agua impulsándose tanto como le era posible. Sus gemidos eran opacados por el continuo bramido del torrente que les dificultaba el avance. En varias ocasiones sintió como la fuerza del enano tiraba de ella a través de la tensión de la cuerda que la sujetaba. En esos momentos sentía una mezcla de asombro y culpabilidad, pero poco podía hacer para cambiar la situación. Tenía los brazos a punto de estallar por el esfuerzo y estaba decidida a darse por vencida cuando, al asomarse tras un nuevo recodo, pudo ver el salto de agua del cual provenía aquel torrente. Berreó como un animal salvaje y dejó de sentir la tensión de la cuerda al dar un par de pasos más rápidos que los del enano.

—¡Al fin! —gritó Creem después de un largo rato. Su voz sonó por encima del chapoteo y la corriente con un tono agudo que sorprendió a todos.

Arrastraba a Lasdriel, que se había subido a su espalda y amarrado al cuerpo de su porteador con una cuerda fina élfica. La sensación que sentía el espigado mercenario era la de que le habían añadido un par de bultos más a su propios fardos. Le extrañó sentir sobre sus hombros el peso de un niño pequeño cuando la elfa subió a su espalda. La joven balbuceaba vocablos en su lengua que se perdían en el coro de sonidos que la rodeaba. Se sentía abatida y peleaba por no caer inconsciente.De vez en cuando pataleaba entre espasmos, golpeando la espalda del humano.

Frente a ellos se elevaba un muro de agua que caía desde una enorme oquedad que se abría en lo alto de la gruta. La cascada entonces golpeaba furiosamente contra el suelo, convertida en espuma salada y rebotando por doquier, presa de un caos único y natural, se dirigía hacia ellos como una muralla fría e inexpugnable. El rugido del agua crecía por momentos, opacando incluso los pensamientos más profundos de cada uno de los integrantes del grupo. La fuerza que los empujaba hacia atrás ahora venía en violentas oleadas y sentían que empezaban a perder terreno. El agua les cubría a intervalos con una diferencia de un par de palmos entre la parte más baja y la más alta del oleaje. Recibían golpes y sacudidas desde todos los ángulos posibles. Ya no peleaban contra una única fuerza constante y direccionada. Ahora su enemigo era el caos más implacable al que podía someterlos la naturaleza. Un paso en falso, rendirse en ese momento, suponía perder todo el esfuerzo que habían hecho durante la hora anterior. Estaban exhaustos, con los músculos a punto de estallar, pero no había marcha atrás.

Dwanvelin se mantenía firme, agarrando sus dos hachas como si se trataran de su propia vida. Bajo el agua, que a veces quedaba por encima de su cabeza, su cuerpo era como un muñeco de trapo. Trataba de aferrar su paso con una enfermiza decisión, pero las sacudidas en las que se veía envuelto le hacían flotar, sacudiendo su cuerpo de un lado a otro hasta que, por unos instantes, volvía a sentir que recuperaba la verticalidad. Sabía que no podría aguantar mucho más aquella violencia. Se detuvo un instante, concentrado en las oleadas que sacudían su cuerpo y, cuando sintió que el nivel del agua descendía, arrancó una de sus hachas de la pared y la clavó un poco más cerca de la muralla de agua a la que trataban de acercarse.

Olna había ido asegurándose a la pared tan bien como podía, utilizando sus dotes de escaladora, pero tan cerca del enano que, cuando una nueva sacudida los hacía tambalear, las botas del enano golpeaban sus piernas o su torso, mermando tanto sus energías como el poco buen humor que le quedaba. Por suerte aquellas ráfagas de rabia e indignación le servían también para, aún como todos sus músculos ardiendo de dolor, sacar fuerzas de la nada.

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⏰ Última actualización: May 28, 2021 ⏰

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Dwanvelin Barbazul - El medallón de MenthgloomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora