Capitulo 25.¿No me está mimando demasiado?

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A las siete y media de la tarde se presentó en casa de la familia Pinzón. Doña Julia se sorprendió con su visita. Ella sabía que su hija estaba de novia con ese joven tan apuesto e incluso cuando Betty llamó para decir que se quedaba a dormir en casa de Aura María creyó que era una excusa para pasar la noche con su novio. Pero todo indicaba que se había equivocado, porque su novio estaba allá, buscándola y parecía desesperado por encontrarla. ”¿Será que habrán discutido?”

DJ.: Mijo, ella llamó para decir que se iba “de rumba” con las muchachas de la empresa y que se quedaba a dormir en su casa. Debe estar allá con ellas.

Ma.: Gracias, Doña Julia. Vea si regresa dígale que estoy esperando su llamada... que necesito hablar con ella urgentemente...

DJ..: Descuide que yo se lo digo...

Minutos más tarde detenía su carro en la puerta de casa de las muchachas. Pensó que quizás estaban de rumba en algún local de la ciudad, pero por el contrario las halló a las tres en casa enfrascadas en una sesión de cartas. Para su sorpresa Betty no estaba.

Sa.: Doctor, no lo llamé porque ni Don Armando ni Betty fueron por la empresa. Bueno, Betty ya sabía que no vendría porque la pobre está en su casa con gripa... ¿Cómo se le ocurrió que pudiese estar acá?

Mario no le dio ninguna explicación a las perplejas chicas que después que él se fue se quedaron comentando cómo era posible que el novio de Betty no supiera donde estaba ella y, más sorprendente aún, que la estuviera buscando en su casa...

”¿Dónde te has metido, Betty? Parece que te haya tragado la tierra... Debe estar con Armando. Vaya a saber adónde la ha llevado ese depravado de Mendoza... Porque seguro que él ahora se aprovecha para conquistarla haciéndose pasar por su “salvador”. ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo puedo conseguir que ella me escuche y me perdone? Pero... antes tengo que encontrarla... ¿Dónde se ha metido, Beatriz?”

Lo cierto es que Mario estaba muy angustiado. Jamás, en toda su vida se había sentido así. Estaba como si hubiese perdido algo muy importante, algo vital...
y de hecho era así. Él ya no concebía la vida sin Betty. ELLA era toda su vida.
Tocó la diminuta caja que llevaba en el bolsillo y una amarga sonrisa se dibujó en su rostro. Por primera vez iba a pedirle a una mujer que se casase con él. Y es que por primera vez en su vida Mario Calderón, el mujeriego y egocéntrico de Mario Calderón se había enamorado. Había hallado LA MUJER de su vida... Hasta tal punto que estaba dispuesto a abandonar la vida superficial y vacía que había llevado hasta ese momento por otra muy
diferente. Y ahora que todo iba tan bien, de algún modo su pasado frívolo y egoísta se volvía en contra de él.

Pensó en Betty. En esa muchacha tan divina a la que él adoraba. ¿Qué estaría pensando ahora de él? ¿Sería capaz de perdonarlo? Él sabía que la muchacha era muy bondadosa y noble... pero había cosas imperdonables en la vida...
¿Sería tan grande el amor de ella hacia él como para perdonar algo tan... monstruoso? Y por un momento se puso en el lugar de ella. ¿Él le perdonaría a ella un engaño así? La respuesta fue “rotundamente sí”. Él era capaz de perdonarle a Beatriz Pinzón Solano cualquier cosa. Cualquier cosa con tal de que volviera a su lado... ”Betty, ¿qué voy a hacer sin ti, mi amor?”

A.: Buenos días, dormilona. Le traigo el desayuno.

Betty se estiró con pereza. Había dormido francamente mal. Entre la gripa que aún arrastraba y la tensión emocional vivida el día anterior, casi no había pegado ojo en toda la noche. Armando, que muy galantemente le había cedido su propia habitación y se había ido él a la de invitados, había acudido varias veces al oírla casi delirar, no sabía si producto de la fiebre o de una pesadilla. Por eso la había dejado dormir buena parte de la mañana, pero eran ya las
once y creía que le convenía comer algo.

En esa bandeja no faltaba de nada. Un enorme vaso de jugo de mora, una humeante taza de café con leche, tostadas con mermelada y mantequilla y en un pequeño y estilizado florero, una rosa roja. De hecho Armando había tenido que salir a comprar algunas provisiones para poder preparar ese desayuno, incluida la rosa.

B.: -Bostezando- Buenos días, doctor... ¡Qué pena con usted! ¿Qué hora es?

A.: -Dedicándole una sonrisa radiante con hoyuelos y todo- Las once. La he
dejado dormir porque le convenía, pero ahora debería comer algo. Vea le he
traído jugo de mora, creo que es su preferido, ¿cierto?

B.: -Devolviéndole la sonrisa- Muchas gracias doctor... Me... me siento mejor de la gripa. Creo que ya no tengo fiebre, aunque parece que me haya pasado un camión por encima... me duele todo el cuerpo...

A.: Eso es de la misma gripa y de la tensión que ha pasado... Le he traído también un analgésico. Verá como se siente mejor dentro de un rato. Pero,
¡epa! no se hable más y tómese el desayuno, que se va a enfriar.

B.: Doctor, ¿no me está mimando demasiado?

A.: -Haciendo ver que lo está meditando- Pues vea que sí... a partir de ahora se acabaron los mimos. –Y como si estuviera enfadado- ¡Se me levanta ya y se toma el desayuno, señorita!

Betty obedeció enseguida. Dando pequeños sorbos se tomó el jugo de mora pero no le provocaba demasiado el resto del desayuno. Él, como si se tratase de una niña, le fue acercando a la boca las tostadas para que las comiera y ella haciendo “morritos” las iba mordisqueando. Cuando terminó le dijo:

A.: Beatriz, yo había pensado que podíamos salir de Bogotá el fin de semana... Vea, algo así como una... cura de reposo... ¿Le provoca?

B.: -Muy asombrada- ¿Irme yo con usted a pasar el fin de semana fuera de Bogotá?

A.: -Un poco dolido ante la respuesta de ella- ¿Tan espantosa le resulta mi compañía?

B.: No, doctor... ¡Para nada! No he querido decir eso... es que... no sé... ¿qué le voy a decir a mis papás? Y además... usted tendrá cosas más... interesantes que hacer que ir conmigo a una “cura de reposo” este fin de semana...

A.: Pues vea que no, Beatriz. No tengo nada más INTERESANTE que hacer... En cuanto a sus papás... les puede decir que se quedará el fin de semana con sus amigas... –mirándola con picardía- como anoche ya pasó la noche en su casa...

A Betty le provocaba muchísimo la idea. Se sentía muy bien al lado de su jefe. Pero le daba pena molestarlo tanto. Finalmente cedió ante su insistencia.

Cuando llamó a casa de sus papás le salió doña Julia al teléfono. Por suerte en ese momento su papá había salido a buscar el pan y el periódico. Doña Julia le preguntó extrañada.

DJ.: Betty, ¿habló con su novio? Es que ayer vino a acá muy angustiado preguntando por usted. ¿Es que han reñido?

B.: -Pensando que no era el momento de explicarle a su mamá lo ocurrido con detalle- Sí, hemos discutido y prefiero no verlo este fin de semana. Vea mamá, si llama a la casa le dice que... voy a estar fuera de Bogotá hasta el lunes.

DJ.: Pero Betty, el pobre muchacho se veía bien afectado. ¿Por qué no habla con él?

B.: -Tajante- No mamá. No me provoca para nada hablar con él. Vea... eso de que voy a estar fuera de Bogotá es... cierto... Pero no le cuente a mi papá... Ya sabe cómo se pone... Y no se preocupe que yo voy a estar bien... Regreso el lunes por la noche...

DJ.: ¡Ay mija, me preocupa mucho todo lo que me dice! ¿De verdad va a estar bien?

B.: Sí, mamá. Puede estar tranquila.

DJ.: ¡Que Dios me la bendiga, Bettica! Cuídese mucho. Y no se preocupe que yo a su papá le digo que está en casa de sus amigas pasando el fin de semana.

B.: Un beso, mamá. Hasta el lunes.

La novia de Mario CalderónWhere stories live. Discover now