—Domingo, no hay clase.

—Bueno, sí, es verdad. Aunque técnicamente hoy es domingo, mañana es lunes.

—Da igual —bufé, acostumbrada a sus respuestas—. Estaba durmiendo y algo ha golpeado la ventana de mi habitación, pero no había nadie en el patio ni en la calle, hasta que he visto una silueta en el límite del bosque. Se ha dado la vuelta y ha desaparecido de nuevo entre los árboles.

Hablábamos en susurros. La calle estaba desierta y solo se escuchaban nuestras pisadas. Hunter caminaba delante de nosotros, olfateando el terreno.

—¿Y a quién has visto?

—A Thomas.

Harry se quedó quieto. En ese instante, me di cuenta de que ya nos habíamos adentrado en el bosque. Hunter nos esperaba sentado.

—Es imposible que ese fuese Thomas —respondió final- mente.

—He visto a mi hermano, Harry.

—Puede que lo hayas visto, pero puede que no fuese él de verdad.

Me quedé en silencio, me di la vuelta y me dirigí hacia Hunter.

—¡Esme, espera! —exclamó Harry detrás de mí. Pero yo no hice caso. Seguí caminando sin mirarlo a la cara—. Oye, escucha, yo no he dicho que no lo hayas visto. Solamente digo que puede que no fuese Thomas de verdad.

Apoyé la mano en el tronco de un árbol y miré a mi alrededor. Harry encendió una linterna y me dio otra que había traído.

Puede que tuviese razón. Aquella misma tarde había estado sopesando la posibilidad de que las ninfas no fueran los únicos seres mitológicos que habitaban el bosque.

—Lo sé, pero solo pensar que no era él, me duele. Quiero recuperar a mi hermano —suspiré, y Harry me dio la mano.

—Lo encontraremos, Esme. No sé si será esta noche, pero encontraremos a Thomas y a los demás.

Sus ojos brillaban como dos estrellas. Sentí que el corazón se me aceleraba. Hablaba con tanta sinceridad que me dieron ganas de echarme a llorar. Quería adentrarme en el bosque y no salir hasta haber encontrado a todo el mundo. Hunter comenzó a ladrar para indicarnos que continuásemos caminando. Harry no me soltó la mano mientras caminábamos por el manto de musgo y hojas verdes que cubría el suelo y las raíces de los árboles de Greenwood.

Las fantasmagóricas ramas creaban figuras imaginarias que quitarían el sueño a cualquiera. Pero su mano me hacía recordar que no estaba sola y que él me protegería de cualquier cosa; solo teníamos que confiar el uno en el otro y todo iría bien. Por muy extraño que pareciera, el bosque era un lugar secreto en el que nadie nos encontraría. Ya no le tenía miedo. Se había con- vertido en nuestro lugar, un sitio en el que Harry y yo podíamos estar solos.

—Hunter, no te alejes mucho —avisó Harry mientras me ayudaba a descender por una raíz de árbol grande que sobresalía.

El animal ladró y continuó su camino.

—Sigo preguntándome cómo sabes que te entiende —dije entre risas cuando me dejó en el suelo.

—Ha respondido, ¿lo ves? Es superdotado —contestó Harry—. A propósito, ¿adónde nos dirigimos?

Enfoqué algunos árboles con la linterna y entrecerré los ojos.

—No lo sé, no he visto hacia dónde se dirigía Thomas.

Me encogí de hombros y Hunter ladró de nuevo, como si nos estuviese recriminando lo lentos que éramos.

—Propongo que nos movamos sin un rumbo fijo. De todos modos, no sabemos adónde ir.

Greenwood II SAGA COMPLETAWhere stories live. Discover now